Fuente: elconfidencial
La arrolladora victoria del PP y el hundimiento del PSOE, al que José Luis Rodríguez Zapatero arrastró anoche a la mayor debacle electoral de su historia, presagian un imparable cambio de ciclo político, marcado por el fin del zapaterismo y el asalto definitivo de Mariano Rajoy a La Moncloa.
Los populares lograron un triunfo sin precedentes en los comicios municipales y autonómicos, con casi 10 puntos de ventaja sobre los socialistas, a los que arrebataron su bastión de Castilla-La Mancha, donde José María Barreda cede el poder a Dolores de Cospedal. Pero, pese a la magnitud de la derrota, el presidente del Gobierno está dispuesto a prolongar su agonía y la de su partido: anoche mismo anunció que agotará su mandato y no habrá adelanto electoral.
Si hace cuatro años el PP se impuso al PSOE por tan sólo siete décimas de diferencia, ayer esa ventaja se amplió hasta los 9,75 puntos, pulverizando el récord que ostentaba hasta ahora José María Aznar, que en las municipales y autonómicas de 1995 -un año antes de llegar a La Moncloa- sacó 4,45 puntos a los socialistas.
Los populares no sólo revalidaron y ampliaron sus mayorías absolutas en Madrid, Comunidad Valenciana, Castilla y León, La Rioja y Murcia, sino que gobernarán también en Castilla-La Mancha, Aragón, Baleares y Cantabria. El PSOE sólo logra salvar in extremis Extremadura, donde, pese al triunfo del PP, Guillermo Fernández Vara podrá seguir en el poder con el respaldo de IU.
Más de dos millones de votos de diferencia
En los municipios, el PP también se impuso de manera apabullante con más de dos millones de votos de diferencia sobre los socialistas, que perdieron dos ayuntamientos emblemáticos: el de Barcelona, que después de 32 años en manos del PSC será gobernado por Xavier Trias (CiU), y el de Sevilla, otro bastión hasta ahora inexpugnable del PSOE, cuyo alcalde será a partir de ahora el popular Juan Ignacio Zoido. Del desplome socialista da una idea el hecho de que de los 16 ayuntamientos que gobernaban en solitario en toda España ya sólo lo harán en cuatro.
Un cariacontecido Zapatero, que compareció poco antes de la medianoche en la sede de Ferraz, atribuyó buena parte de la histórica derrota a "los efectos de la crisis económica", y añadió que "era razonable esperar que el PSOE recibiese un castigo en las urnas". Flanqueado por su equipo de campaña -con José Blanco a la cabeza-, el líder socialista rechazó un adelanto de las elecciones generales, que se celebrarán, como estaba previsto, en marzo de 2012. "Mi objetivo es agotar la legislatura", aseguró.
El secretario general del PSOE confirmó que su intención de designar a su sucesor como candidato a La Moncloa mediante un proceso de primarias es inamovible, y que será el Comité Federal del próximo sábado el que convoque esas elecciones internas. A su sucesor, sea Alfredo Pérez Rubalcaba, Carme Chacón o algún tapado de última hora, Zapatero le dejará una herencia envenenada: la misión casi imposible de sacar al partido del pozo en el que aquél lo ha hundido y llegar a marzo del próximo con alguna posibilidad de victoria.
La noche electoral también dejó una sorpresa y una incógnita. Se esperaba que Bildu cosechase unos buenos resultados en el País Vasco, pero la coalición de la izquierda abertzale superó ampliamente esas expectativas, convirtiéndose en la segunda fuerza política de Euskadi, tras el PNV. Por su parte, el efecto de los indignados y su Movimiento 15-M sobre el escrutinio final ha sido tal vez menor de lo esperado, ya que la participación -el 66,2%- ha sido tres puntos superior a la de hace cuatro años. Los votos nulos y en blanco sí han experimentado un crecimiento significativo -hasta el 4,24%-, alcanzando en conjunto casi un millón de papeletas.
Euforia en el PP
En la calle Génova hacía muchos años que no se vivía una noche con una euforia semejante. Los resultados superaron las previsiones más optimistas del PP, tiñendo de azul el mapa político español. Pero la respueta de los populares sí fue la prevista: exigir a Zapatero un adelanto electoral. Así lo hicieorn los simpatizantes que se congregaron frente a la sede del partido para corear "oa oa oa, Rajoy a la Moncloa" o "Zapatero, dimisión". Y así lo hizo Esperanza Aguirre, quien, exultante por su victoria en la Comunidad de Madrid, pidió al presidente del Gobierno que no alague más la "agonía" y "convoque elecciones generales".
Alberto Ruiz Gallardón interpretó también en clave nacional la victoria en la capital como el inicio del "cambio que necestia nuestra nación". Pero Rajoy, una vez más, trató de bajar las pulsaciones a su partido, que a duras penas contiene su ansiedad por ganar de nuevo las generales. No pidió adelanto electoral ni reclamó la dimisión de Zapatero al darse el tradicional baño de masas desde el balcón de Génova.
La fotografía de la victoria la compusieron Rajoy, Gallardón, Esperanza Aguirre, Ana Mato, Soraya Sáenz de Santamaría y Pío García Escudero. Con el viento a favor, incluso el alcalde de Madrid y la presidenta de la Comunidad se tomaron de la mano mientras escuchaban gritos de "¡Que se besen, que se besen!". El líder popular, aclamado como "presidente", agradeció el apoyo de la sociedad española, especialmente a quienes han votado por primera vez a su partido. Así, con la vista puesta en 2012, tranquilizó a aquellos ciudadanos que pueden sentirse inquietos por la arrolladora victoria del PP, prometiendo que su partido "gobernará para todos".
Para Rajoy, este resultado es una reivindicación de su criticada apuesta por mantener un perfil bajo, contestar pocas preguntas y no hablar de materias delicadas como Bildu, la política antiterrorista o el movimiento de los indignados. "Hemos ganado desde tu discurso, desde tu proyecto", le ensalzó Gallardón. Pero los simpatizantes que celebraban en Génova sí se acordaron del Movimiento 15-M para cantar "¡Esto es democracia y no lo de Sol!", y para rechazar a la coalición independentista: "¡Bildu, fuera!".
Asturias y Navarra se le atragantan a Rajoy
En todo caso, la victoria popular, pese a su contundencia, no ha sido completa. En Asturias, el ex secretario general del PP, Francisco Álvarez Cascos, ha culminando su desafió a Rajoy venciendo a su costa en el Principado. Su partido personalista de nueva creación (Foro Asturias) se ha convertido en la principal fuerza política de la comunidad con 16 diputados, frente a los 15 del PSOE, los 10 del PP y los 4 de IU. En este escenario, lo más probable es que los populares se traguen el sapo de respaldar como presidente a quien no quisieron como candidato, con el coste que eso puede tener para Rajoy. La misma situación se ha dado en Oviedo, donde la irrupción de los casquistas ha arrebatado la mayoría absoluta al PP. Gabino de Lorenzo, tras 20 años en la Alcaldía, ha perdido seis concejales, mientras que Foro Asturias ha logrado 7.
En Navarra, donde también protagonizó un sonado divorcio, en este caso con UPN, el PP ha constatado las limitaciones de presentar su marca en solitario. Los populares navarrros, comandados por Santiago Cervera, se han quedado con cuatro escaños, frente a los 19 de sus rivales conservadores. En Pamplona, UPN ha conseguido 11 concejales frente a los dos del PP. Esta situación puede llevar al partido de Rajoy a buscar la reconciliación con la formación navarra, aunque ayer Ana Mato se negó a valorar esta hipótesis y calificó de "digno" el resultado en la comunidad foral.
Finalmente, Extremadura ha dejado un sabor agridulce en Génova, ya que José Antonio Monago ha obtenido un triunfo histórico con 32 diputados, pero Fernández Vara, con 30, podrá seguir gobernando si pacta con IU, que irrumpe con tres escaños. Esta comunidad se presumía como escenario de uno de los grandes vuelcos electorales de la jornada, aunque muchos, incluso en el PP, tardaron en creer que fuera posible. Tras lograr de forma virtual la mayoría absoluta durante buena parte del escrutinio, la realidad de los resultados acabó despertando de este sueño a los populares y deja a Vara como el último barón socialista.
UPyD e IU, en alza
La noche electoral también concedió a dos partidos nacionales minoritarios motivos para brindar, aunque con matices. UPyD entró por la puerta grande en la Asamblea de Madrid con 8 diputados, y en el Ayuntamiento de la capital, con cinco concejales. Pero en el resto de España, su saldo se redujo a un total de 152 ediles repartidos por 94 municipios. No obstante, Madrid era el gran objetivo de la formación que lidera Rosa Díez, quien ayer aseguró que se ha roto "el muro del silencio construido por el bipartidismo obligatorio". De esta forma, UPyD trata de recoger parte de las demandas de los indignados, hartos de la hegemonía de PSOE y PP, como ha hecho también IU.
En el ámbito municipal, la coalición liderada por Cayo Lara apenas ha subido un punto porcentual, lo que se traduce en unos 200 concejales más en toda España. No obstante, ha perdido Córdoba, su alcaldía más emblemática, al no haber podido sustituir el carisma de Rosa Aguilar. Como compensación, ha registrado aumentos en diferentes parlamentos autonómicos, sobre todo gracias al descenso de los socialistas, pero tanto IU como UPyD están muy lejos de amenazar el predominio de PP y PSOE, que aglutinan el 65% de los votos municipales.
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