Fuente: Publico.es
Como lo pronosticaba la mayoría de las encuestas, el PSOE ha pagado un precio muy alto por la crisis económica: por la forma (liberal) de gestionarla y por el modo (nada convincente, al menos para el segmento de votantes más a la izquierda del partido) de explicar las medidas que ha tomado para hacerle frente.
La dirección socialista intentó vanamente imprimir a la campaña un marcado carácter territorial para evitar que el PP la convirtiera en un plebiscito sobre la gestión del Gobierno central. Los resultados de las elecciones demuestran que tal estrategia no prosperó: ha sido tal la magnitud de la debacle que los socialistas perdieron incluso bastiones históricos, para desgracia de los barones que hasta el último momento intentaron desvincular su batalla de la gran guerra que se libra en Madrid de cara a los comicios generales de 2012.
Si la crisis ya provocaba mucha desafección hacia el PSOE, las protestas de Democracia Real Ya contribuyeron, en el ecuador de la campaña, a visualizar con más nitidez la ira ciudadana. En próximas horas se podrá analizar con más serenidad el efecto de esa protesta en el hundimiento socialista.
Pero no todo se ha de achacar a la crisis. Existen graves problemas de organización (a nivel estatal y territorial) que impiden al partido levantar cabeza en plazas como Madrid y País Valencià, pese a la degradación del gobernante PP en esas plazas.
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