Duelo de egos en la eurozona

Rebelion.

Angela Merkel se encontraba inmersa en las conversaciones sobre la crisis del euro cuando sonó el teléfono en la reluciente cancillería de Berlín. Al teléfono, el primer ministro portugués José Sócrates, desde Lisboa, suplicando ayuda. Según los pronósticos, Portugal será el tercer país de los 17 que componen la eurozona en desplomarse con el peso de su deuda soberana, por lo que necesitará un rescate liderado por los alemanes. Sócrates parecía desesperado y deseoso de complacer, según los testigos.

Preguntó a Merkel qué debía hacer, prometió hacer lo que quisiera, excepto una cosa: no pediría dinero ni un rescate a la eurozona con condiciones extremadamente duras. Según las versiones de lo sucedido que circulan por Berlín, Merkel mantuvo a Sócrates a la espera, mientras pedía opinión a sus poderosos visitantes: Dominique Strauss-Kahn, el director francés del Fondo Monetario Internacional y Giulio Tremonti, el respetado ministro de Exteriores italiano que recientemente estuvo ejerciendo presión para introducir los "Eurobonos" como parte de la solución a la crisis de un año. Ante el dilema de Sócrates, Strauss-Kahn, el jefe del FMI que habla alemán, se mostró displicente. La súplica del portugués no tenía sentido, afirmó, porque Sócrates no seguiría ningún consejo que se le diera.

Esta situación, que se produjo la semana pasada en Berlín, destaca lo que un alto funcionario alemán describe como "el gran problema de comunicación de Europa". En medio de una de las peores crisis de la EU de todos los tiempos, el nivel de confianza entre los principales líderes políticos y los encargados de la toma de decisiones es tan bajo, que complica enormemente la búsqueda de una solución ante el reto existencial del euro.

La crisis se agrava con los enfrentamientos políticos
Esta semana, los ministros de finanzas de la UE libraban en Bruselas la última batalla política sobre el euro: cómo reconfigurar el fondo de rescate de 750.000 millones de euros (630.000 libras) instaurado el pasado mes de mayo. Las conversaciones llegaron a un punto muerto, con el llamamiento de la Comisión Europea para aumentar rápidamente la cantidad del fondo que puede prestarse a los países con dificultades, mientras Alemania encabezaba la parte reacia, exponiendo que no había necesidad de apresurarse a aumentar el fondo ni de ampliar sus actividades de préstamo.

Los fundamentos económicos en la eurozona toman direcciones opuestas: Alemania y el norte de Europa salen reforzados de la recesión, mientras que el sur de Europa está inmerso en un círculo vicioso de deuda y deflación. Esta situación y los problemas de la deuda soberana de media docena de países han puesto en peligro el euro. Pero los peligros se agravan con las fricciones entre los líderes políticos encargados de resolver la crisis.

El mismo día en el que Berlín hizo caso omiso de Sócrates, José Manuel Barroso, el presidente de la Comisión, anunció en Bruselas que el fondo de rescate del euro debía reforzarse. Públicamente, Merkel y su ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, calificaron la intervención de Barroso de "innecesaria". En privado, la oficina de la canciller le dijo a Barroso que se callara, que los 440.000 millones de euros garantizados por los gobiernos de la eurozona no eran de su incumbencia, ya que no era su dinero.

Lo principal es la confianza
Las críticas y los ataques no han cesado en el último año. El rescate de Grecia en mayo estuvo precedido por feas declaraciones sobre las reparaciones de la Segunda Guerra Mundial. En noviembre, cuando Irlanda se vio humillada, Dublín se quejó amargamente del acoso por parte de las grandes potencias de la UE. Ahora es el turno de que Portugal y España sientan el dolor y la presión.

Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Monetarios, advirtió hoy sobre la "suficiencia" de los Estados miembros que se niegan a remodelar y a aumentar el fondo de rescate. De nuevo, Alemania era el objetivo del discreto ataque. Pero el gobierno alemán no está especialmente preocupado por Portugal, ya que considera que su economía es demasiado pequeña como para que afecte gravemente al destino del euro. Pensó lo mismo en el caso de Irlanda y de Grecia. Juntos, estos tres países representan menos del 5% del producto interior bruto de la UE, que asciende a 12 billones de euros.

La mayor preocupación de los principales países del euro es la confianza de los inversores internacionales en la moneda única. Lo que aumenta la presión en el Banco Central Europeo y la Comisión Europa para crear un instrumento de rescate más ambicioso y más flexible es más bien el descenso de la confianza, en especial en Estados Unidos, en las medidas de rescate de la eurozona, y no la situación difícil de Portugal. Los principales gestores de fondos, sobre todo en Estados Unidos, han mostrado su temor a que los días del euro estén contados, no les impresiona la respuesta de Europa a la crisis y están retirando el capital invertido. "Los mercados no confían en el paquete. Algunos estadounidenses afirman que al euro le quedan sólo unos años", afirmaba un alto funcionario de la UE.

Bruselas quiere más recortes y más dinero

Los jefes de gobierno tienen ante ellos “un plan de conjunto” remitido por el Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios para superar la crisis de la deuda en la zona euro, según informa Der Spiegel. En once páginas, Olli Rehn pide a los Estados miembros que reformen sus mercados de trabajo y recorten los gastos sociales. Pero el núcleo del documento está dedicado a diseñar una reforma del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.

La Comisión Europea desea que el FEEF disponga realmente de los 440.000 millones que los gobiernos pusieron sobre la mesa el pasado mes de mayo. Dado que sólo algunos países disponen de la calificación AAA otorgada por las agencias de calificación, el FEEF ha debido pagar hasta el momento importantes garantías por sus préstamos y sólo puede movilizar 250.000 millones para sostener a los Estados con problemas. Por ello se pide a los Estados que gozan de mejor calificación, con Alemania a la cabeza, que sean los que más contribuyan al FEEF, y por ello Berlín se opone a un incremento de los fondos.

La Comisión propone también que el FEEF esté en condiciones de comprar obligaciones de los Estados con problemas para rebajar la presión sobre el Banco Central Europeo, y ayudar a los países que quieren recomprar obligaciones con tasas de interés demasiado elevadas para aliviar su deuda. Por último, los “intereses de penalización” se verían reducidos cuando un país recurriera al dinero del FEEF.

“Si la Comisión impone sus planes, el resultado es evidente”, escribe Der Spiegel: “Los países implicados estarán menos endeudados ante los inversores nacionales e internacionales, pero más ante sus socios” de la zona euro.

Las mismas medidas de rescate deberían aplicarse a los bancos con problemas. Los gobiernos sólo tienen hasta principios de febrero para introducir enmiendas a las propuestas de Olli Rehn.

http://www.presseurop.eu/es/content/article/468541-duelo-de-egos-en-la-eurozona

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