A ocho años del golpe de Estado en Honduras



Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

A decir verdad, si algo positivo podríamos resumir del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, es que en ese momento hubo un avivamiento de la conciencia social luego de varios lustros de adormecimiento producto del control que ejercieron las clases dominantes sobre el pueblo hondureño.

El gobierno de Manuel Zelaya Rosales con sus tibias reformas en el sistema predominante, encarna anhelos históricos del pueblo como el de la justicia social y participación política democrática que habían sido postergados por años.

Las contradicciones, que son normales, incluso en las clases hegemónicas, producen un disloque que da como resultado que el cuadro que los sectores de poder deciden que gobierne al país, tome el rumbo menos indicado generando un nerviosismo que encuentran como salida el fatídico golpe de Estado, que con todo sus pro y contras es un hecho histórico que marca al país en un antes y un después de ese acontecimiento.

Sería un error de nuestra parte mirar los hechos como simples acontecimientos sin interiorizar en sus causas y efectos, soslayar y ver los cambios generados en la sociedad como asuntos meramente casuísticos, igual nos ubicaría fuera del contexto histórico.

Por ello podemos afirmar que a partir de ese momento, o sea del golpe de Estado, en Honduras las cosas ya no son las mismas, tenemos un pueblo que aprendió a organizarse en las condiciones más difíciles, adquirió un alto grado de conciencia que le permite dirimir entre los que mienten al decirnos que tenemos un país democrático y constitucional y los que sostenemos que en Honduras se perdió la institucionalidad.

Hoy tenemos un pueblo que sabe valorizar a sus mártires y en nombre de su sangre y gesta heroica levanta banderas de reivindicación para impedir que el país sea otra cuna nefasta de amamantamiento de una dictadura que les niegue los pocos derechos alcanzado como el derecho a la protesta pública y hacer de la calle su trinchera de lucha.

No olvidan que desde la resistencia popular callejera se enfrentó a la dictadura cívico-militar instalada el 28 de junio, sin temor ni claudicaciones y que desde allí se escribieron las mejores y más gloriosas páginas de esa gesta heroica como la constitución de propio instrumento político para la toma del poder, el Partido Libertad y refundación (Libre)

Sin embargo, no podemos dejar fuera de este análisis, el comportamiento traicionero, oportunista y calculador de sectores políticos dentro del movimiento de resistencia popular, que atendiendo su propia conducta de “usuarios del sistema” no les ha importado hacer pactos o alianzas que atentan en contra de los verdaderos principios revolucionarios que impuso desde sus génesis la resistencia.

Fuente: Confidencial

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