El mundo está conmocionado desde hace días por el secuestro de doscientas y pico niñas nigerianas que están retenidas por un grupo de extremistas islámicos llamado Bok Haram. Las niñas, cuyo único crimen ha sido ir a la escuela para poder tener un futuro digno, son ahora mismo las rehenes de este grupo, extremista y fanático como tantos otros, cuyo única misión en la vida es imponer por la fuerza la ley de la sharia en su país, Nigeria, ley que se basa en los preceptos más extremos e irracionales del Islam.
Nigeria, país más poblado de África, sufre desde hace muchos años de conflictos religiosos y políticos debido a que su población está compuesta por una gran diversidad de personas provenientes de diferentes tribus y cuyas creencias religiosas y de todo tipo difieren enormemente unas de otras.
Las zonas de mayoría cristiana, que desde hace años abogan por la educación igualitaria y progresista para niños y niñas como manera de conseguir el progreso y el avance que necesita el país, llevan mucho tiempo sufriendo los continuos ataques de este grupo extremista ante la pasividad de su gobierno, ese que ahora dice que ha hecho y hace todo lo posible por rescatar a las niñas secuestradas.
Creo que es esperanzador el hecho de que por una vez la Comunidad Internacional, esa que solo actúa cuando ve peligrar sus intereses económicos, haya decidido actuar tras ver la impunidad con la que esos hombres tan "valientes" tienen en su poder a unas pobres niñas para asustarlas, violarlas, venderlas a quienes quieran y amenazarlas de mil maneras posibles. La Comunidad Internacional no puede quedarse de brazos cruzados ante semejante bestialidad, por supuesto, pero por desgracia he de recordar que cosas como ésta llevan pasando muchos años en algunos lugares del mundo sin que ningún organismo con un mínimo de poder haga nada al respecto. Miles de niñas son vendidas, violadas, raptadas, prostituidas y torturadas en nombre de creencias o preceptos extremistas que quieren ser impuestos por la fuerza. EEUU y Reino Unido han ofrecido a Nigeria ayuda y medios de todo tipo para encontrar a unas niñas que, en mi opinión, debido al gran número que son, no pueden ser tan difíciles de localizar.
Probablemente el Gobierno de Nigeria, que hasta ahora ha consentido las violaciones a los derechos humanos perpetradas en su país por no enfrentarse a un grupo al que temen porque amenaza gravemente la estabilidad política y económica de su país ahuyentando a los inversores extranjeros y a las empresas que quieren instalarse en su territorio, no habría dicho nada sobre el rapto de las chicas si los medios de comunicación y la indignación de las familias y de los habitantes de los territorios cristianos no hubieran dado a conocer el suceso a escala mundial. De hecho, la mujer del Presidente de Nigeria hizo que la policía detuviera a la madre de una de las niñas por encabezar las manifestaciones de repulsa al rapto para que se callara la boca y dejara ya de pedir que les devolvieran a las niñas. Estaba haciendo mucho ruido y eso no le convenía a la señora del Presidente.
El hecho de que ella sea madre y que también haya sido niña le importa poco, los derechos de las personas de su país se la traen al pairo. A ella lo que le molesta es el que el mundo ha puesto a su marido y a todo su gabinete en el ojo del huracán por su pasividad ante el rapto de las chicas y por haber permitido que la impunidad sea la norma cuando en su país se habla de crímenes contra los derechos humanos.
Lamentablemente, este hecho es tan solo la punta del iceberg, de un iceberg lleno de raptos, rupturas y montruosidades que se han dado y siguen dándose en algunos países ante la mirada indiferente de sus mandatarios. Creo que es hora de que todos digamos basta ya le pese a quien le pese. Basta ya de tanta barbarie, de tratar a las personas como carne de ganado y de hacer con nuestros semejantes lo que nos viene en gana. Ninguna creencia o dogma puede justificar algo así, y ningún dios merece que nadie sufra por su causa. No dejemos que esto se vuelva a repetir, sigamos pidiendo y pidiendo que las rescaten a todas y que las devuelvan a sus hogares y a sus escuelas, que es donde deben estar.
Sigamos insistiendo en que vayan a por ellas. No permitamos que las olviden como se ha olvidado ya a tantas otras y exijamos el derecho de todos a vivir en libertad.
Fuente: Paperblog
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