Menos de 48 horas, la Unión Europea ha vuelto a demostrar que es campeona en hacer el ridículo ante sus socios internacionales.
El fingido enojo mayúsculo de los europeos tras descubrir el espionaje masivo y sistemático de Estados Unidos a instituciones y embajadas de los Estados miembros ha quedado diluido como un azucarillo en cuanto se ha tenido que hablar de dinero y había que tomar medidas prácticas.
Una vez más, el Parlamento Europeo quedará solo clamando en el desierto al aprobar este jueves una resolución conjunta de los grupos políticos en la que pide a la Comisión, al Consejo y a los Estados miembros que consideren "todos los instrumentos a su disposición" para aclarar lo ocurrido, incluyendo la posible suspensión de las negociaciones sobre el Tratado de Libre Comercio Trasatlántico que arrancan el lunes.
Pero la decisión ya está tomada. La Comisión Europea ha decidido lo contrario. Mirará para otro lado y se dedicará en cuerpo y alma, a partir de la próxima semana, a este acuerdo, que podría añadir a la economía de la Unión Europea ingresos por valor de 119.000 millones de euros al año, el equivalente a un extra de 545 euros por hogar medio de la UE.
El asunto tomó ayer cariz de comedia cuando París, después de reclamar la suspensión del Tratado supuestamente por el espionaje (cuando en realidad le preocupa su excepción cultural), vetó el aterrizaje del avión del presidente de Bolivia, Evo Morales, por sospechar que en él viajaba el responsable de que se conozca precisamente el escándalo que tanto le indigna, Edward Snowden.
Lo cierto es que el aparato en el que viajaba Morales se vio forzado a aterrizar en Austria después de que Francia, Italia y Portugal cancelaran abruptamente los permisos para que el avión sobrevolara su espacio aéreo tras partir de Moscú el martes, por temor a encontrarse con la 'patata caliente' del exagente de inteligencia estadounidense en su territorio.
¿Ya lo sabían?
Por tanto, paradójicamente, las capitales europeas están indignadas (¿o no tanto porque ya lo sabían?) por haber sido espiadas, pero no lo suficiente como para renunciar al pastel comercial, ni para buscarse complicaciones con Washington, ante el peligro de que Snowden se presente en su territorio pidiendo asilo.
Y todo ello, pese a que los eurodiputados de los grupos popular, socialista, liberal, verde e Izquierda Unitaria Europea consideran que, de confirmarse, los hechos supondrían "una violación seria de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas".
La Eurocámara, que pide "una aclaración inmediata de las autoridades estadounidenses sobre este asunto", ha encargado además a la Comisión de Libertades Civiles de la Eurocámara que lleve a cabo "una investigación en profundidad".
Mucho tendrían que haber cambiado las cosas desde los años noventa, cuando una comisión similar sobre el sistema de escuchas Echelon terminó en aguas de borrajas y una vez más las autoridades europeas se apuntaron al laissez faire, laissez passer, como ha ocurrido ahora.
elEconomista
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