- 'Vivimos en un sistema injusto, inestable, infeliz e insostenible'
- ¿El objetivo? Ensanchar el horizonte económico para no repetir errores
- 'Es un contexto inaudito sin marcha atrás'
"Los Gobiernos están totalmente desorientados", certifica Esteban. "Su obsesión consiste en abrocharnos el cinturón para quitárnoslo cuanto antes y volver a las andadas. No se dan cuenta de que estamos en un contexto totalmente inaudito, que no se puede dar marcha atrás. La crisis nos lo está haciendo pasar mal, pero es la ocasión para experimentar con ideas nuevas e intentar encontrar entre todos una salida".
Aniol Esteban estudió Biología en Barcelona, antes de completar un master en Economía Ambiental en la UCL de Londres. Saltó como quien dice de la vieja ecología a la nueva economía, y sintió la necesidad de tender lianas entre dos planetas que hasta ahora trazaban órbitas muy distantes.
"Me preocupa el desdén de la economía convencional hacia los recursos naturales, como si fueran infinitos".
El Happy Planet Index, que mide el índice de felicidad colectiva de las naciones, fue una de las grandes aportaciones del NEF. "Al principio podía sonar como una idea estrafalaria", reconoce Esteban. "Pero el propio David Cameron llegó a abrazar el concepto y a hablar de la necesidad de ir más allá del PIB para medir el auténtico progeso de las sociedades".
El déficit ecológico, la relocalización de las economías, la regeneración de las ciudades o la creación de empleo frente a la acumulación de capital son algunas de las vetas que explora el NEF desde su discreta pero luminosa sede al sur del Támesis. Cuarenta expertos en 'nueva' economía trabajan en el influyente 'think tank', que vive de la viabilidad de sus proyectos más que de las generosas donaciones.
"El malestar social está tocando techo. Tenemos que aspirar al humilde objetivo de cambiar el sistema económico mundial".
'La economía viva', de Paul Ekins, fue el libro-bandera del 'think tank', que desde entonces ha ido bombeando su raudal de ideas, condensado ahora en ese manual llamado 'La Gran Transición'. "Estamos tanteando el terreno para avanzar hacia un modelo nuevo que vaya a la raíz de los graves problemas que están aflorando", asegura Aniol Esteban. "Tenemos el humilde objetivo de cambiar el sistema económico mundial".
Aniol Esteban, que explora la intersección entre economía y ecología, nos lleva a su terreno predilecto a modo de nueva parábola del pan y los peces: "Tenemos dos barcos para pescar bacalao, uno arrastrero y el otro con red fija. El primero es más barato y consigue más pesca, pero a un elevado precio ecológico y social que podemos cuantificar en 'menos 900 euros' por tonelada. El segundo es más caro, pero genera más empleo y tiene un impacto ecológico mucho menor: su 'retorno social' ronda los 'más 1.300 euros'". El sistema que hemos creado, sin embargo, asigna el 97% de las cuotas al sistema que arrasa con los bancos de pesca para obtener el 'botín' inmediato. El método más sostenible y más beneficioso para la sociedad se queda con un raquítico 3%.
"Así ha funcionado en los últimos tiempos la economía mundial y así aspiran ingenuamente que volvamos a funcionar cuando acabe la crisis", advierte Esteban. "Hacen falta políticos capaces de desmitificar esas ideas, de plantarle cara a los poderes financieros y experimentar con otras soluciones. El malestar social está tocando techo. Tenemos que aspirar al humilde objetivo de cambiar el sistema económico mundial".
"Así ha funcionado en los últimos tiempos la economía mundial y así aspiran ingenuamente que volvamos a funcionar cuando acabe la crisis", advierte Esteban. “Hacen falta políticos capaces de desmitificar esas viejas ideas, de plantarle cara a los poderes financieros y experimentar con otras soluciones. Si no lo hacen, el malestar social acabará pasándoles por encima".
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