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Este sábado, Berlín se sumirá en un minuto de silencio, en recuerdo de los 28 años de división que marcaron Alemania. Se cumplen 50 años.
El golpe fue secreto, imprevisto, veloz: en la madrugada del 13 de agosto de 1961, soldados armados recorrieron Berlín bloqueando calles con barricadas, alambre de púa y columnas de cemento. Así nacía hace 50 años el muro que dividiría una ciudad y el mundo durante casi tres décadas.
Las fotos tomadas en diversos puntos de Berlín en esa mañana algo nublada de domingo siguen transmitiendo hoy la perplejidad y el pánico de quienes despertaron con una pared frente a la puerta de su casa, separados de familiares, vecinos, lugares de trabajo.
"Fue el día más trágico en la historia de Berlín desde el fin de la Segunda Guerra Mundial", sostuvo recientemente el alcalde de la capital alemana, el socialdemócrata Klaus Wowereit. "El Muro fue y sigue siendo símbolo de una política inhumana y dictatorial".
Los testimonios le dan la razón: "Estuve una hora mirando a los que lo construían, sin atreverme a hablarles", recordó Stefan Heyde, hoy de 64 años y entonces símbolo involuntario de la historia, al quedar retratado de niño en una famosa foto mirando la incipiente pared. "Tuve la sensación de que comenzábamos a vivir en una gran prisión".
El "Muro de la vergüenza", como se empezó a denominar en occidente, o el "Muro de contención antifascista", como prefirió llamarlo la cúpula del régimen satélite de Moscú, fue el último eslabón en una cadena de medidas desesperadas para frenar la imparable huida de los habitantes de la República Democrática Alemana (RDA).
Desde su fundación en octubre de 1949, más de dos millones y medio de personas habían emigrado buscando un futuro mejor en el oeste. Sólo en 1960, alrededor de 199.000 ciudadanos huyeron a la Alemania occidental. Y casi todos lo hacían pasando por Berlín.
A principios de 1961, el presidente de la RDA y jefe del Partido Socialista Unificado (SED), Walter Ulbricht, acordó un posible "refuerzo de la frontera" hacia la Alemania occidental y hacia Berlín oeste y en marzo pidió "una lucha decidida contra la emigración de la RDA".
'Nadie tiene la intención de levantar un muro'
Pese a esos indicios, nadie podía imaginar lo que terminó ocurriendo el 13 de agosto. Sobre todo porque apenas dos meses antes, el 15 de junio, Ulbricht lanzó en una conferencia de prensa con medios internacionales una de las frases más famosas en la historia alemana: "Nadie tiene la intención de levantar un muro".
Su construcción empezó en la emblemática calle Bernauer, en pleno centro de la ciudad. Para acelerar el trabajo y ahorrar parte del vallado, en esa zona se tapiaron rápidamente las ventanas de algunos edificios que miraban al Berlín occidental.
En la retina de todos los alemanes quedaron grabadas las imágenes de cómo muchos vecinos se tiraban por las ventanas al vacío, en una alocada carrera contra soldados y albañiles, adivinando que en el oeste les esperaba un porvenir más esperanzador.
Con los años, esas precarias formas de división terminaron en una compleja y mortífera maquinaria infranqueable, formada por un kilométrico bloque de hormigón de 3,6 metros de altura y resguardado por 302 torres de vigilancia, 11.500 soldados, una valla metálica, una cerca de púas, cientos de perros adiestrados y protecciones antitanque.
Los soldados tenían además orden de disparar contra todo el que tratara de fugarse. Al menos 136 personas perdieron la vida, según el Centro de Investigación Histórica de Potsdam, aunque sigue habiendo discusiones sobre la cifra real de víctimas.
Desde la construcción del Muro hasta su caída, el 9 de noviembre de 1989, más de 100.000 personas intentaron huir. Sólo 5.075 lo lograron y al menos 70.000 fueron duramente perseguidas por la Justicia de la RDA.
Nada de esto importó al régimen, que el mismo 13 de agosto de 1961 celebró la división de la ciudad.
Mientras los políticos occidentales reaccionaban con tímidas protestas ante la aparición del nuevo Muro, el este se consideraba vencedor de la jornada y su cúpula festejaba con una gala en el mítico teatro Volksbühne.
El recuerdo
El próximo 13 de agosto, medio siglo después, Berlín también recordará esa fecha, pero de un modo muy diferente.
El alcalde Wowereit, la canciller Angela Merkel y el presidente, Christian Wulff, encabezarán el acto principal, una ceremonia solemne de conmemoración en la calle Bernauer.
A lo largo del día, en diversos puntos de la ciudad habrá cine al aire libre, lectura de las biografías de las víctimas del Muro y visitas guiadas para adultos y para niños.
Todo ello con un objetivo común: aprender del pasado y honrar a quienes se dejaron la vida en su lucha por la libertad.
"Recordar a las víctimas y recordar quiénes fueron responsables por los muertos del Muro", explicó Wowereit. "No puede haber espacio para la nostalgia ni para la comprensión".
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