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El ministro de fomento, el señor Blanco, que no nació en el Ferrol del Caudillo, pero casi, ex estudiante de derecho, se ha hecho íntimo de los controladores aéreos, a los que descalifica continuamente ante la ciudadanía en base a sus emolumentos, como si el ejerciera de ministro sin ánimo de lucro y todo ello sin rendir cuentas de su gestión, norma general, dicho sin segundas, en el gobierno del que forma parte.
Los controladores aéreos hace tiempo que vienen denunciando las condiciones sociales precarias en las que vienen ejerciendo su trabajo, dejando claro ante todos los que han querido oírlos que no es salario lo que reivindican sino una reducción en su horario de trabajo, que ellos también tienen derecho a vivir y a disfrutar de la vida. O lo que es lo mismo: que la actual plantilla no puede atender las demandas del tráfico aéreo en el estado español.
Los aeropuertos canarios son de los pocos rentables que gestiona España (20.4 millones de euros en 2009). Probablemente por eso y porque el gobierno colonialista del medieval reino de España necesita paliar el déficit del aeropuerto de Madrid-Barajas (300 millones de € en 2009 y más de seis mil millones de déficit acumulado) a costa de la seguridad de los viajeros y de la demonización de los controladores aéreos, contra los que el ministro de fomento, que cada vez queda más claro lo que fomenta, ha declarado una guerra con cuartel, están experimentando en Canarias, que para eso están las colonias, el sistema Automated Fingerprint Identification System (AFIS) y cuya mejor definición procede de un ex comandante de aviación para el que dicho sistema se usa en aeródromos particulares, fundamentalmente para el aterrizaje de avionetas, cuyo piloto lleva un walki-tolki para comunicar con su mujer cuando va a aterrizar y la misma le da el visto bueno si no hay gallinas en la pista.
La muy limitada y falsa autonomía de Canarias ni siquiera tiene competencias en transporte aéreo, que se gestiona desde la lejana España, obviamente en función de sus intereses, que desgraciadamente no son los de Canarias. Y fue precisamente el incompetente, con ambos significados, consejero de Obras Públicas y Transporte del Gobierno de Canarias, Juan Ramón Hernández, de Coalición Canaria, quien comunicó en el también doblemente incompetente parlamento autonómico de Canarias, que el AFIS entraría en funcionamiento en dos meses, todo ello sin ponerse colorado y sin que se le desmelenara ni un solo cabello de su engominada cabellera, que si podría sucederle con el AFIS si no fuera que no viaja precisamente ni al Hierro ni a la Gomera, ni probablemente a los restantes aeropuertos españoles en los que se pretende implantar el citado sistema automático de aterrizaje.
La que si se desmelenó, dicho sea respetuosamente, fue la parlamentaria herreña Isabel Allende, que calificó el experimento con los canarios y canarias, así como con nuestros visitantes de experimentos con gaseosa, a lo que hay que objetar que no es con gaseosa, sino con personas.
La plantada de los controladores en el día de hoy es la excusa perfecta para lanzar un dardo envenenado a los trabajadores, militarizando las torres de control e irrumpiendo la policía nacional y la guardia civil en la asamblea de trabajadores de control aéreo, para lo cual una vez más se demonizó a los sufridos controladores ante los viajeros y sus familiares en particular y ante la ciudadanía en general mediante los medios de control de masas a su disposición y la megafonía de AENA que continuamente comunicaba el “cierre del espacio aéreo en Baleares, Madrid, Barcelona y Canarias por el abandono masivo de los controladores de sus puestos de trabajo”. También sin ponerse colorados y sin temblarles la voz (a los de AENA, claro) ¿o si?
La huelga general y la salida masiva a la calle es la única respuesta para evitar el triunfo del golpe de estado.
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