| Javier Parra
París sin combustible, todas las refinerías paradas, las jornadas de huelgas, paros y protestas se suceden, los franceses se suman de forma cada vez más masiva a las movilizaciones, el gobierno empieza a titubear y la mecha prendida amenaza con hacer saltar por los aires un polvorín de rabia acumulada contra las medidas de Sarkozy.
No es Mayo del 68, ni se le parece – al menos de momento -, pero el ADN de la clase obrera francesa y de los estudiantes en rebelión sigue siendo el mismo. Francia tampoco es España ni la conciencia de la clase obrera española se le parece, pero con lecciones como las que está dando el pueblo francés cualquier obrero de cualquier país sería capaz de entender la necesidad de la lucha para defender o mantener derechos conquistados.
Habrá quienes me acusen de idealizar a Francia, a sus trabajadores, y a sus sindicatos. Nada más lejos de la realidad, pero uno no deja de sentir una envida sana al mirar al vecino del norte y ver a un pueblo y a unos sindicatos dispuestos a parar el país el tiempo que haga falta si con ello consigue poner de rodillas a Sarkozy y a sus medidas neoliberales.
España vivió una Huelga General el pasado 29 de Septiembre, con un resultado mejor del previsto a priori pero lejos de suponer ni el más mínimo sobresalto para el Gobierno de Zapatero, que no tiene la menor intención de dar marcha atrás, mucho más cuando el decretazo que supone el mayor recorte de derechos laborales en 30 años ya había sido aprobado. Al día siguiente de la Huelga los sindicatos amenzaron con nuevas movilizaciones. ¿Y qué? Ya debería estar convocada la siguiente Huelga General. Y habrá también quien diga que no es tan fácil hacer una Huelga contra la derecha del PP que contra la presunta izquierda del PSOE. “¡Que viene la derecha!”, nos alertan, sin que nos digan que la derecha ya está gobernando.
Otra Huelga General en España tendrá el mismo aceptable pero no amenazante resultado que la del 29-S si no se convoca contra el verdadero adversario – o mejor dicho enemigo -, el sistema económico reinante, tutelado desde los más putrefactos, miserables y delincuentes organismos internacionales.
Francia alumbra el camino. El de la movilización permanente, el de la protesta sostenida que implique a todos los sectores de la sociedad, a obreros, estudiantes y jubilados. El combate es a cara de perro contra un enemigo que quiere seguir arrebatándonos los sagrados derechos conquistados, y en el que sólo uno puede quedar vivo.
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