Al-Yazira en el medio (III)


Desde su creación, en 1996, la cadena de televisión al-Yazira ha crecido vertiginosamente en audiencia, influencia y prestigio. En consecuencia, no le han faltado enemigos y detractores, muchos de ellos en importantes centros del poder mundial. Se le acusa de colaborar con grupos terroristas, de "antisionista”, “antiamercana”, “antiárabe", la lista sería interminable, aunque las acusaciones rara vez provienen de los profesionales o estudiosos de la comunicación.


ALTERANDO LA POLARIDAD


Se pueden archivar los debates sobre el flujo este-oeste y/o norte-sur de la información y proceder a considerar las repercusiones de un modelo autogestionado desde el Sur. (Cristopher D. Tulloch)

Hasta el momento, lo expuesto sobre al-Yazira puede llevar a pensar en ella como una anomalía dentro de un modelo esencialmente uniforme. Y sin ser del todo falso, tampoco es justo con la realidad. Son muchos los autores que de manera más o menos rotunda apuntan a un nuevo organigrama de los flujos comunicativos mundiales. Actores mediáticos de proyección internacional como Telesur, la Televisión Central China, la estatal rusa RTR Planeta o, por supuesto, al-Yazira son, para estos autores y para nosotros mismos, artífices de ese cambio que está dejando atrás unas dinámicas informativas fundamentalmente imperialistas. El profesor Cristopher D. Tulloch, responsable de la cita que inicia este epígrafe, explica en ese mismo artículo lo siguiente

"Los países del sur estaban completamente desinformados de la vida sociopolítica de sus vecinos. Por ejemplo, una noticia generada en Buenos Aires viajaba primero a París y una vez tratada allí volvía a Santiago de Chile, Lima o Montevideo para su divulgación, un sistema circulatorio que obviamente restringía la difusión informativa en la región y llevó a que los hispanoamericanos tuvieran que conocerse a través de los medios europeos"

El ejemplo evidencia una situación que no respondía a criterios informativos, sociológicos o culturales y que sólo se justificaba desde una perspectiva económica y de poder. Es la confirmación de que los problemas desglosados en el informe McBride sobre el Orden Mundial de la Información y la Comunicación han persitido. Esos problemas irresueltos, están siendo afrontados autónomamente por los países del sur. Desde este punto de vista, en ellos está el origen de al-Yazira más allá de la casuística particular relatada.

Esta perspectiva amplia debe llevarnos a estudiar al-Yazira a través de sus relaciones y puntos de encuentro con otros medios representativos del fenómeno, cuestión para la cual se hace especialmente interesante el caso de Telesur. La cadena suramericana nació declarada y deliberadamente inspirada en su homóloga árabe y pronto emprendió junto a esta un marco de colaboración en materia de contenidos, equipos y capacitación de personal que se nos antoja simbólico, no del nacimiento de un medio de comunicación sino de un polo comunicativo.

Por supuesto, la alianza ha recibido tantos ataques como la propia al-Yazira, especialmente del gobierno estadounidense que a través del congresista Connie Mack VI manifestó que "esta nueva alianza entre Al-Jazeera y Telesur tiene el efecto de crear una cadena de televisión global para terroristas y otros enemigos de la libertad". Además son numerosas las voces que se alzan contra el caracter público del medio suramericano al que a menudo se refieren como “Tele Chávez”. En efecto Telesur es una iniciativa del gobierno venezolano, que aporta el 70% del capital del medio, pero cuenta con el respaldo de otros seis gobiernos suramericanos. Concretamente, los de Argentina, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Cuba y Uruguay.

Telesur es una televisión de titularidad pública pero no debemos olvidar a este propósito el espectacular crecimiento que vivieron los canales públicos europeos durante los años 90. Canales como BBC World, RAI Internacional o TVE Internacional se lanzaron a la expansión mundial vía satélite para difundir su cultura, proyectar su imagen y aspirar a incidir en la opinión pública de terceros países en asuntos de actualidad internacional.

Idéntica asimetría encontramos en los años ochenta respecto a la creación de ALASEI (Agencia Latino Americana de Servicios Especiales Informativos) que provocó la reacción internacional porque se consideraba que podía distorsionar la información al ser financiado por los gobiernos latinoamericanos mientras que la mayor parte de las grandes agencias de información internacionales estaban controladas por los estados. En algunos casos como el de la francesa AFP, el estado está oculto tras un estatus legal sui generis de la empresa que, sin ser de titularidad pública en el sentido estricto del término, si tiene en el gobierno francés su cliente y sustentador mayoritario. La crítica por tanto, más o menos justificada, parece arbitraria en vista de las prácticas desarrolladas en el polo hasta ahora hegemónico de la comunicación mundial.

A la luz de la historia y el contexto internacional parece justificada la existencia de al-Yazira y Telesur, pero esas condiciones preexistentes requerían de una oportunidad para culminar en nuevas soluciones. En el caso de Telesur la oportunidad se concreta en una remesa de políticos suramericanos que han obtenido éxitos electorales con planteamientos intervencionistas y cierta recuperación de sentimientos nacionalistas y regionalistas frente al modelo globalizador de la idiosincrasia estadounidense propia de la etapa más liberalista del continente.

Encontramos así un lazo entre el panarabismo potencial que supo explotar al-Yazira con la renaciente identidad suramericana a la que contribuye TeleSur. Pero podemos ir más allá y encontrar en el mismo lugar el respaldo económico de estos medios, en el control gubernamental de los recursos petrolíferos. Es un dato más pero no un dato cualquiera si tenemos en cuenta la inviabilidad, en el modelo imperante, de medios no comerciales y la consiguiente necesidad de un respaldo financiero abundante y estable.

Su caracter no comercial marca profundamente las políticas de estos medios que comparten, asimismo, la calificación "copyleft" de muchos de sus materiales. Al-Yazira dispone, en este sentido, de una amplia videoteca a disposición del usuario, no sólo para su consumo sino también para su reelaboración. Por su parte, TeleSur ofrece todos los contenidos de su página web bajo una licencia de Creative Commons que reconoce el derecho del lector a copiarlos, distribuirlos y comunicarlos públicamente.

Por último cabe mencionar el origen profesional de Andrés Izarra presidente de TeleSur, que antes de ocupar el cargo ejerció en la televisión privada Caracas TV y en las internacionales estadounidenses NBC y CNN. De nuevo son profesionales formados mediáticamente en los países del norte los que impulsan las iniciativas mediáticas en el sur.

Queda por tanto expresada la proximidad entre ambos medios y las características de la realidad subyacente de la que han emergido. Esta realidad, o mejor, el cambio operado en ella se recoge sintéticamente en el lema de TeleSur que reza en una evidente declaración de intenciones "Nuestro norte es el sur".

EL COSTE

Para que el funcionamiento de al-Yazira fuera independiente del gobierno qatarí, en 1996, el Emir Hamad Bin Khalifa Al Thani realizó una donación al canal de TV de 500 millones de riales qataríes (unos 137 millones de dolares). Se esperaba que en el plazo de cinco años el canal fuera económicamente independiente. Se estimaba que los ingresos percibidos por la publicidad serían suficientes como para hacerla funcionar de manera autónoma. Sin embargo, no fue así y al-Yazira continúo necesitando la ayuda económica de su gobierno.

Como el resto de los canales de TV árabes, al-Yazira mantiene muy en secreto su presupuesto. A falta de estadísticas oficiales, sólo se puede tratar de valorar el coste de su emisión. Jon Alterman, en su libro “New media, new politics”(1998) estima que el precio que paga al-Yazira por los servicios de los satélites de emisión es de unos 4 millones de dólares. Por otro lado, dispone de delegaciones y corresponsalías por todo el mundo; cuenta con medio millar de periodistas, locutores y personal de mantenimiento contratados. El coste total de lo mencionado no puede ser inferior a 40 millones dólares anuales.

En el año 2000, al-Yazira seguía siendo económicamente dependiente del emir de Qatar. El director de administración, el Jeque Hamad Bin Thamir Al-Thani, estipulaba que para el 2004 al-Yazira sería independiente. Tampoco se descartaba que cuando alcanzase la independencia económica se lanzara a bolsa, pero en 2010 aún no lo ha hecho. Esto, a pesar de las presiones recibidas en 2005 por parte del gobierno estadounidense para que la cadena diera el salto al mercado bursatil.

Al-Yazira está, aparentemente, encontrando dificultades para obtener ingresos, carece de grandes contratos de publicidad y no pertenece a ningún grupo importante de la macroestructura económica mundial. Sin embargo la cadena no ha dejado de crecer y aumentar el número de canales temáticos. Las inversiones del emir qatarí parecen empleadas en su crecimiento y no tanto en la supervivencia de al-Yazira. Actualmente se compone de nueve canales de deportes, uno de retransmisiones de interés político y público, uno para niños, uno de documentales, uno de divulgación lingüística y dos de información 24 horas, uno de ellos en inglés.

En Oriente Medio, la capacidad de atraer publicidad está estrechamente relacionada con la satisfacción de los gobiernos regionales, que son los principales anunciantes en la televisión por satélite. Consecuentemente, al-Yazira tiene menos publicidad que otros canales de la zona, como la libanesa LBC, MBC o al-Mustaqbil TV.

La mayor parte de la publicidad televisiva en el golfo Pérsico procede del gobierno saudí y está destinada a tener un impacto en las poblaciones de los países del CCEAG (Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo), de otros países árabes y de las comunidades árabes tanto de Europa como de EE.UU. Para ello, el gobierno saudí apenas acude a al-Yazira, fundamentalmente por la brecha política que existe entre Arabia Saudí y Qatar y la insatisfacción de Arabia Saudí con la libertad de expresión de al-Yazira. No en vano, esta ha emitido numerosos programas en los que los disidentes saudíes e intelectuales árabes atacaban duramente al régimen saudí y a sus dirigentes. Es así que el gobierno saudí opta por patrocinar, con entre 350 y 450 millones de dólares anuales, canales de países aliados como la CNN.

Las relaciones entre al-Yazira y el régimen saudí se deterioraron hasta tal punto que al-Tuhama Advertising Company, la empresa que se encargaba de gestionar la publicidad de la cadena desde que esta comenzase su emisión, canceló su contrato con al-Yazira en febrero de 1999 tras reiteradas presiones desde el gobierno saudí. En enero de 2000 otra empresa se hizo cargo de gestionar la publicidad en el canal de noticias internacional, Gulf Space International, con sede en Dubai y Doha. Además de Arabia Saudí, Kuwait también desaconseja a sus ciudadanos anunciarse en al-Yazira, por razones similares.

Al-Yazira combina la financiación pública directa con los ingresos por las cuotas de abonados y una tercera fuente de financiación que ha resultado extraordinariamente lucrativa, la venta de materiales exclusivos. Este ha sido el caso de su cobertura de la guerra de afganistan, que no pudo ser seguida in situ por ningún otro medio debido a la oposición del régimen talibán. Y probablemente sea esta otra de las causas de los recelos que la cadena inspira en el mundo occidental. Los exiguos ingresos por publicidad se corresponden con los apenas 45 minutos de anuncios que emiten diariamente.

A MODO DE CONCLUSIÓN


Al-Yazira plantea un importante reto para el orden mundial de la información. Ha adquirido un papel protagonista en la producción y distribución de contenidos mediáticos a nivel internacional. Esto pone en cuestión no sólo el orden sino el modo en que se elabora la información, la relación con los actores políticos y económicos y la viabilidad de una prensa privada y de compromiso social.

Quince años después de su fundación al-Yazira ha dejado de ser un elemento herético más para erigirse como una verdadera alternativa para telespectadores de todo el mundo. Del mismo modo, ha recuperado el espíritu del Informe MacBride para los estados del sur allanando un camino que se antojaba intransitable tres décadas atrás.



Puede leer  la primera parte de este reportaje.

Puede leer la segunda parte de este reportaje.

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