En mitad de un conflicto abierto desde hace casi un mes entre los alumnos de Secundaria y las autoridades locales (los estudiantes reclaman las mejoras y el mantenimiento que consideran que merecen los edificios donde estudian), la ciudad de Buenos Aires ha recibido a los ministros de Educación iberoamericanos. Hoy se disponen a aprobar -los jefes de Gobierno lo harán definitivamente el próximo diciembre- el documento final de las Metas Educativas 2021, un compromiso para movilizar durante la próxima década los 104.000 millones de dólares (alrededor de 78.000 millones de euros) que hacen falta para acabar con los enormes retrasos educativos que arrastra la zona con más desigualdades del planeta.
El analfabetismo afecta aún a 32 millones de personas
Se debe reforzar la inversión en I+D para poder competir
Se trata, probablemente, de un hito en la educación iberoamericana, entre otras cosas, por lo que supone de proyecto común de toda la región. Sin embargo, en un momento así es inevitable pensar en todas las promesas que se quedaron en nada o en mucho menos de lo que se pretendía, sobre todo teniendo en cuenta la envergadura de esta: terminar con el analfabetismo que afecta aún a 32 millones de personas (la población de América del Sur y el Caribe ronda los 600 millones de habitantes), escolarizar a los 15 millones de chavales de tres a seis años que no lo están, mejorar la calidad de la enseñanza y apoyar a los sectores más desfavorecidos para que más jóvenes estudien más tiempo, alcancen la Universidad o accedan a unos sistemas fuertes de formación profesional. Y, al mismo tiempo, reforzar la inversión en I+D para poder competir en la sociedad del conocimiento.
"Creo que hemos superado entre todos los países el primer gran reto: planificar la educación a medio plazo, calcular los costos del proyecto y asumir su financiación. Ahora vienen los siguientes: cumplir los compromisos y mantener la coherencia de las políticas y de la gestión. Por eso sería tan importante un acuerdo político en cada país para la ejecución del proyecto, aunque luego el partido ganador le diera su impronta ideológica", explica Álvaro Marchesi, secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), que ayer fue reelegido en el cargo para otros cuatro años.
Sobre las metas, las dificultades salvadas y las que quedan por delante se discutirá los próximos tres días en Buenos Aires en el Congreso Iberoamericano de Educación, en el que participarán más de 3.000 personas en paralelo al encuentro de ministros y al primer Foro Iberoamericano de Periodismo Educativo, organizado por la OEI, la Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid / EL PAÍS y la Cátedra de Estudios Iberoamericanos Jesús de Polanco.
De momento, lo que ya está hecho, el texto final de las metas educativas, es, según dice por correo electrónico el especialista chileno José Joaquín Brunner, "el documento más interesante, y mejor desde el punto de vista del análisis y las recomendaciones que se ha producido en Iberoamérica sobre educación".
Durante más de dos años de trabajo, la OEI ha diseñado, junto a la Secretaría General Iberoamericana y los países de la región, 11 metas generales que se concretan en 27 metas específicas y en 38 indicadores de seguimiento (por ejemplo, que en 2021 todos los niños de tres a seis años estén escolarizados, el 90% termine Primaria y entre el 60% y el 90% Secundaria) y 10 programas de acción compartida que intentarán hacer a cada país partícipe del proyecto común (entre otros, para apoyar y asesorar en la mejora de la atención a la primera infancia o la calidad de la educación).
Después, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de la ONU calculó los costes de todo ello y más tarde cada país los ha ajustado a su realidad y posibilidades (la idea fue en todo momento hacer compatible el plan con la diversidad de los países de la zona). Así, los 104.000 millones de dólares saldrán de un esfuerzo presupuestario sostenido y de un Fondo Solidario de unos 5.000 millones de dólares (unos 3.900 millones de euros) para ayudar a los países con más dificultades a conseguir los objetivos, como la República Dominicana, Nicaragua, Guatemala, Salvador, Honduras y Paraguay. Ese fondo se establecerá con dinero que aportarán los Gobiernos iberoamericanos con mayor desarrollo (unos 940 millones de euros); empresas y fundaciones (otros 1.500 millones que se inician con 314 millones que aporta el BBVA), y agencias europeas de cooperación, organismos internacionales, cooperación americana y donaciones diversas (más de 780 millones). Además, el Bando Interamericano del Desarrollo (BID) ha incluido las metas en sus objetivos estratégicos, explica la OEI, que está intentando que haga lo mismo el Banco Mundial.
Del resto de países, los hay, como Argentina, a los que les bastará mantener el esfuerzo presupuestario actual, es decir, aplicar a la educación el aumento del producto interior bruto (PIB) para conseguir las metas propuestas. Y otros, como Brasil, México, Colombia o Perú, que necesitarán incrementar el 0,1% anual del PIB algunos años o toda la década. De hecho, Brasil ha aumentado los compromisos presupuestarios sobre los que la Cepal calculó. En los próximos meses se irán publicando los documentos de planificación de cada país. Ahora, para hacer el seguimiento de los avances, se constituirá un Instituto de Seguimiento y Evaluación de las Metas Educativas que redactará un informe anual sobre los progresos y obstáculos de los objetivos; y un Consejo Asesor de la Educación Iberoamericana en el que participan representantes de todos los países y sectores educativos.
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