Un equipo internacional de científicos acaba de presentar en Nueva York el ancestro más primitivo de los humanos y todos los primates modernos que se ha descubierto hasta ahora. Se trata de un prosimio relacionado con los antropoides, similar a lo lémures actuales, que vivió hace 47 millones de años en Grube Messel, cerca de Darmstadt (Alemania).
Los investigadores localizaron el 95% el esqueleto fosilizado de esta especie, 20 veces más antiguo que la mayoría de los restos relacionados con la evolución humana. En honor a Darwin, de cuyo nacimiento se cumplen este año dos siglos, y al lugar donde fue descubierto el fósil, la especie ha sido bautizada como 'Darwinius masillae'.
El descubrimiento ha sido descrito por sus descubridores como "la octava maravilla del mundo", y consideran que su impacto en el mundo de la paleontología será algo así como "un asteroide caído en la Tierra" al considerar que se ha completado la búsqueda de una conexión directa entre los humanos y el resto del reino animal que inició Darwin con su Teoría del Origen de las Especies.
Según ha declarado el famoso naturalista y divulgador británico sir David Attenborough, Darwin "se habría emocionado" de haber visto el fósil porque expresa lo que el ser humano es y de dónde procede. "Esta pequeña criatura va a enseñarnos nuestra conexión con el resto de los mamíferos. Es el único que nos conecta directamente con ellos", añadió. "El eslabón que faltaba por fin se ha encontrado".
Gracias a lo completo que se encuentra, ha sido posible analizar y comprender la paleobiología de los primates del Eoceno como nunca se había conseguido hasta ahora. Los resultados de la investigación se acaban de publicar en la revista PLoS ONE.
Ida, como ha sido bautizado este primitivo prosimio europeo, fue descubierto en 1983 por coleccionistas privados que fueron vendiéndolo en partes. Finalmente, pudieron recuperarse los restos y se inició la restauración, que se ha terminado ahora.
Su análisis ha revelado que se trataba de una hembra joven. Por sus manos y sus pies, y la disposición de los dedos, se sabe que era un primate. También se ha podido averiguar, por su tripa, que era un herbívoro que comía frutas, semillas y hojas. Cuando murió, Ida no tenía más de nueve meses.
Los investigadores, dirigidos por Jens L. Franzen, explican en su artículo que en el Eoceno, después de la extinción de los dinosaurios, comenzó a establecerse el modelo de mamíferos modernos que hoy conocemos, como los caballos, las ballenas y, cómo no, los primeros primates, que disfrutaban de un clima subtropical en Europa y buena parte de todo el planeta.
Ida carece de dos características anatómicas predominantes en los lemures: una especie de garra en formación en el segundo dígito del pie y una fila fundida de dientes en mitad de su quijada inferior. Además, el revestimiento de sus ojos es como el nuestro, por lo que quizás podían ver en tres dimensiones.
Como todos los primates, también tenía cinco dedos en cada mano, lo que era muy útil para subir a los árboles y recoger fruta, y unos brazos flexibles y cortos, como las piernas, y también como nuestra propia especie. Las radiografías han revelado que tenía una muñeca rota, fractura que pudo llevarla a una muerte temprana. En aquella época, el lago Messel se cubría a menudo de un gas de dióxido de carbono de origen volcánico, lo que hizo más difícil su supervivencia con un hueso roto.
Finalmente, se hundió en el agua, quedando atrapada en su parte inferior, donde unas condiciones únicas permitieron que sus restos se preservaran a lo largo de 47 millones de años.
"Este fósil va a obligarnos a reescribir nuestros conocimientos sobre la evolución temprana de los primates", ha asegurado el paleontólogo Jörg Habersetzer, del Instituto Senckenberg de Frankfurt (Alemania).
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