Europa redobla la presión para lograr un acuerdo ambicioso en el G-20

Bernardo de Miguel - Londres - 02/04/2009

Obama y el resto de miembros del G-20, entre ellos, José Luis Rodríguez Zapatero, disfrutaron ayer en Londres de una intensa luz primaveral más propicia para un pic-nic en Hyde Park que para un drama diplomático como el que hervía en torno a Downing Street o para las manifestaciones de rabia contra la crisis que cercaron al Banco de Inglaterra y destrozaron alguna sucursal bancaria.

La tensión fue creciendo, tanto en las calles de la capital británica como en los pasillos de cancillerías y ministerios, a medida que se acercaba la primera cita oficial del G-20, una recepción en el Palacio de Buckingham.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se reunieron poco antes de acudir a Palacio para dejar claro al resto de invitados que ninguno de los dos se conformaría con los actos protocolarios.

'Es necesario que tomemos decisiones muy firmes', señaló tajante Merkel tras al encuentro con Sarkozy. Y el presidente francés recordó que en Washington, durante la primera reunión del G-20 sobre la reforma financiera celebrada el pasado el 15 de noviembre, 'se pactaron los principios y en Londres queremos resultados'. Sarkozy incluso ha amenazado con levantarse de la silla, una actitud muy degaullesca, si al final del G-20 (previsto hoy a las cuatro y media de la tarde, hora española) sólo se consigue 'un falso compromiso, que no resuelva los problemas que nos ocupan'.

Berlín y París trazaron como líneas rojas para no romper la negociación la necesidad de regular los hedge funds, reformar las agencias de calificación, controlar los mecanismos salariales en el sector financiero y acabar con los paraísos fiscales. En este terreno, Pekín es el principal obstáculo para publicar una lista de los países que no cumplen los criterios de transparencia elaborados por la OCDE (organización a la que no pertenece China).

A pesar del caldeado ambiente, el anfitrión de la reunión, el primer ministro británico Gordon Brown, mostró con humor su esperanza de que 'Sarkozy no se quede sólo para el primer plato de la cena'. El menú (salmón, de entrada, y cordero acompañado con los primeros espárragos de la temporada), preparado por el popular cocinero Jamie Oliver, parecía atractivo como para que incluso un francés aguantase hasta el final la cena de trabajo en el 10 de Downing Street. Pero durante el desayuno y el almuerzo de trabajo de hoy en el centro de convenciones Excel, al este de la City, a Brown no le bastará con subcontratar las artes culinarias para lograr que cuaje un acuerdo entre intereses tan diversos como los de la Unión Europea y Rusia, o los de China y EE UU.

Los países emergentes reclaman una distribución más equitativa del poder en las instituciones como el FMI. Y quieren evitar que las potencias del siglo XX sigan dictando la agenda económica del planeta. Obama, recibido en Londres junto a sus esposa con una expectación propia de estrellas cinematográficas, intentó ayer relajar la tensión con su balsámica imperturbabilidad.

'He venido a exponer nuestras ideas, pero también a escuchar y no a dar lecciones', señaló el presidente estadounidense tras reunirse con Gordon Brown. Incluso aceptó que EE UU tiene parte de responsabilidad en la crisis porque 'teníamos un sistema regulador inadecuado para los enormes cambios que ha habido en el sistema financiero mundial'. Ni EE UU ni el resto de países desarrollados del G-20, sin embargo, quieren embarcarse en una trifulca sobre el origen de la debacle financiera. 'Estamos de acuerdo en que no debemos reescribir la historia, sino escribir los próximos capítulos', dice uno de los representantes de la UE en la negociación del borrador de conclusiones que cerrarán hoy los líderes del G-20.

Obama señaló que esos próximos capítulos sólo serán satisfactorios si todos los países cooperan, como hasta ahora, para recuperar la desfallecida economía del planeta. Y el presidente estadounidense consideró 'exageradas' las diferencias que algunos observadores aprecian sobre el volumen del esfuerzo presupuestario y fiscal realizado por los distintos miembros del G-20.

'La realidad', añadió Obama, 'es que casi todos los países asistentes se han comprometido a un estímulo fiscal'. Y si alguno no lo ha hecho, como precisó Merkel, es 'porque no tienen recursos para hacerlo'. Brown también se sumó a las tesis de Obama sobre las posibilidades de superar hoy todas las diferencias. 'Estamos a unas horas de un acuerdo sobre la reforma económica', anunció un primer ministro que, últimamente, no destaca por el acierto de sus apuestas.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que llegó poco antes de la recepción ofrecida por la reina Isabel, conversó por primera vez con Barack Obama. Ambos coincidieron en la necesidad del consenso para salir de la crisis. Obama comentó a Zapatero su interés en visitar España aunque matizó que dicha visita se podría preparar con tranquilidad más adelante.

Obama y Medvedev. Vía para reducir las armas nucleares

La cumbre de Londres cosechó ayer su primer éxito, aunque al margen de la agenda del G-20. El presidente de EE UU, Barack Obama, y el de Rusia, Dimitry Medvedev, acordaron durante un encuentro bilateral iniciar las negociaciones para un nuevo tratado de reducción de armas estratégicas con el objetivo final, según las dos partes, 'de lograr un mundo libre de armamento nuclear'.

Obama tiende así la mano hacia Moscú después de que, según indicó ayer, 'durante los últimos años se hubiera permitido que la relación entre nuestros dos países estuviese a la deriva'. El presidente estadounidense también se reunió con el primer ministro chino, Hu Jintao, señal clara de otra de sus prioridades en política exterior. 'En 70 días de mandato, usted ha cambiado la relación de EE UU con el mundo', le elogió el británico Gordon Brown.

Expertos del Cesifo. Creación de un fondo de garantías europeo

'Después de la crisis de liquidez, hemos pasado a la de solvencia'. Así definió ayer en Madrid la situación del sistema financiero mundial el profesor del IESE y colaborador de la Fundación BBVA Xavier Vives durante la presentación del Informe Cesifo sobre la economía europea. Los autores de este estudio recomiendan que Europa acuerde un sistema de regulación común que aplique las normas ya vigentes para bancos comerciales a los bancos de inversión y a los intermediarios financieros. Esta medida debería ir acompañada de la creación de un fondo asegurador de depósitos (similar al FGD de España) bajo la supervisión del BCE. En este sentido, el profesor Vives se mostró partidario de las 'intervenciones preventivas' en bancos y cajas antes de que su continuidad sea inviable y pronosticó que en España habrá más tras la recién decretada en Caja Castilla-La Mancha.
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