Habrá más gasto público contra la crisis, pero ahora se destinará a las economías emergentes más dañadas por la retirada de capitales y a los países que ven amenazada su lucha contra la pobreza. Ése es el acuerdo que pergeñan contrarreloj las delegaciones de los Gobiernos invitados a la segunda cumbre del G-20 contra la recesión mundial, que se celebrará el próximo jueves en Londres.
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"Los países en desarrollo, que han sido el motor del crecimiento mundial reciente, afrontan ahora una situación que amenaza su estabilidad y ponen en riesgo la economía global", dice uno de los últimos borradores que manejan las delegaciones y que servirá de base para el texto final de la cumbre. "Es urgente que el capital siga llegando a esos países", añade el documento, fechado el pasado 26 de marzo y divulgado ayer por la agencia Reuters.
En el borrador se da por hecho que este compromiso saldrá adelante y sólo se deja un espacio vacío: la cantidad de dinero que movilizarán los países ricos y emergentes citados en Londres (España entre ellos) para estas economías a través de los organismos multilaterales.
La iniciativa que prepara el G-20 tendrá dos caras: a los países emergentes apurados por la falta de financiación internacional, como algunas economías latinoamericanas o de Europa oriental, el Fondo Monetario Internacional (FMI) les concederá nuevos créditos. Para garantizar esta vía, el borrador prevé que varios países más (no detalla cuáles) se sumen a la iniciativa de Japón, que ya ha concedido un préstamo de 75.000 millones de euros al Fondo. El director de este organismo, Dominique Strauss-Kahn, que ayer se entrevistó en Madrid con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, plantea captar al menos 180.000 millones en la cumbre de Londres.
Para los países pobres, la financiación vendrá del Banco Mundial y otros bancos regionales, también tras un aumento de la aportación de varios países. Además, el borrador prevé una emisión extraordinaria de derechos especiales de giro por parte del FMI. Estos activos de reserva se distribuirán en función de las cuotas de cada país miembro en el FMI y permitirán a los países en desarrollo intercambiarlos por dólares y euros a un tipo de interés. Por último, el documento recoge la constitución de un fondo para garantizar la financiación a la exportación. El primer ministro británico, Gordon Brown, ha reclamado que llegue a los 100.000 millones.
Los países del G-20 se comprometen a ampliar los incentivos fiscales en su economía si fueran necesarios, lo que descarta una intervención inmediata más allá de la prevista para las economías en desarrollo. Más contundentes son al mostrar su rechazo al proteccionismo. Además de renovar su compromiso de desatascar la ronda de Doha para liberalizar el comercio (un objetivo fallido de la anterior cumbre de Washington), aseguran que "rectificarán cuanto antes" las medidas defensivas que han adoptado en los últimos meses y han contribuido a la restricción del comercio internacional.
Si el borrador sale adelante, los países del G-20 se someterán al escrutinio trimestral del FMI y la Organización Mundial del Comercio (OMC). En ese control incluirán los intentos de ganar ventaja con devaluaciones artificiales de las monedas y, también, si las nacionalizaciones de la banca vulneran la competencia.
El documento, que también insta a un compromiso para rebajar las emisiones contaminantes, prevé una nueva cumbre de mandatarios este año.
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