Venezuela, gran falso positivo mundial siglo XXI


De nuevo como en otras oportunidades desde que arribó al poder por elecciones, la revolución bolivariana socialista venezolana de la mano de Hugo Rafael Chávez Frías, nuestro país en el tema del periodismo servil, arrastrado, indigno y desmedido. En todos los frentes imaginables son profusas las descalificaciones, pues somos ejemplo siglo XXI de lo que es el socialismo democrático auténtico. Frente a la realidad venezolana hay palpable evidencia de cómo reacciona el dominio capitalista salvaje, que en el empleo de la comunicación social aplica internacionalmente sus intereses, guiados por los principios de la otrora práctica disimulocrática, y hoy desembozada, aprovechando al comunicador social débil o necesitado de sobrevivencia, para domeñarlo por la hegemonía de intereses que respondan al gran capital, prosternándolos por las amenazas de fuerza de un imperio, y obligándolos a ejercer el periodismo alejado de la dignidad y la ética necesarias en el sacrificio de la sagrada información oportuna, veraz y honesta, para bien de la humanidad.

Asombra ver el cúmulo de fotos falsas sobre Venezuela, en actos de represión que han sucedido en otras latitudes. Las “noticias” de primera plana que son opiniones de políticos o figuras fuera de la política, economistas privados, dueños de grandes corporaciones empresariales, industriales, lobbystas del gran capital en negocios mundiales, presidentes ya retirados, algunos con pasado infeliz de haber sido repudiados al finalizar su mandato, personalidades de la intelectualidad de derecha, artistas, deportistas y personajes que declaran para sobresalir, así sea en concursos de belleza para Miss o Mr. lo que sea…, buceadores de marketing o pescueceadores de fotos y filmaciones para la prensa impresa, el cine, internet y en especial la poderosa TV. Los falsos positivos creados contra la democracia bolivariana venezolana, pasarán en el mundo de la rectitud ciudadana cual indicativo inobjetable de como mentir, mediante el periodismo comprometido embaucador.

| Luis Sánchez Ibarra/aporrea.org

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