Oposición venezolana protesta y guarimbea en zonas “Hi” de las principales ciudades. |
En una interesante crónica publicada en la edición del periódico para el que trabaja, Weisbrot se fue distanciando de la percepción que traía desde su país, modelada por “los medios de comunicación privados”.
Luego de estar varias semanas en Venezuela y haber recorrido las calles de Caracas en transporte público, después de haber investigado en persona, conversando con la gente de distintos sectores populares, regresó a su país con nuevas conclusiones respecto a la situación venezolana: acepta haber sido engañado por las imágenes mediáticas y manifiesta haberse convencido de que las revueltas, en ciertos puntos de las zonas pudientes en las principales ciudades de Venezuela, son financiadas por los ricos, por los grandes propietarios e incitadas por el departamento de Estado norteamericano.
Mark Weisbrot aseveró: “Imágenes forjan la realidad, la concesión de un poder de la televisión e incluso fotografías fijas pueden zambullirse profundamente en la conciencia de la gente sin que ellos lo sepan. Pensé que yo era inmune a las representaciones repetitivas de Venezuela como “un Estado fallido” en medio de una rebelión popular. Pero yo no estaba preparado para lo que vi -en persona- en Caracas durante ese mes: poco de la vida cotidiana parecía estar afectado por las protestas, la normalidad se impuso en la gran mayoría de la ciudad. Yo también había sido engañado por las imágenes mediáticas”, así narra el periodista parte de la crónica titulada “La verdad sobre Venezuela: una revuelta de los ricos, no una campaña de terror”.
La crónica redactada para el periódico The Guardian continúa: “Los medios de comunicación principales ya han informado que los pobres de Venezuela no se han unido a las protestas de la oposición de derecha, pero eso es un eufemismo: no se trata sólo de los pobres que están en abstinencia; en Caracas casi todo el mundo sigue su vida, con excepción de unas pocas áreas ricas como Altamira, donde pequeños grupos de manifestantes participan en batallas nocturnas contra las fuerzas de seguridad, tirando piedras y bombas incendiarias y corriendo por los gases lacrimógenos”.
Weisbrot aterrizó en Carcas en el mes de febrero de 2014, cuando se inició el conflicto tildado de crisis por la prensa del mundo y permaneció allí un par de semanas, recorriendo las calles, subiéndose al transporte público, observando in-situ los movimientos del chavismo y de la oposición de derecha.
“La naturaleza de clase de esta lucha ha sido siempre cruda e ineludible y ahora más que nunca. La multitud, que se presentó el 5 de marzo de 2014 en las ceremonias para conmemorar el aniversario de la muerte de Chávez, era un mar de obreros venezolanos, decenas de miles de ellos. No había allí ropa cara o zapatos de 300 dólares. ¡Qué contraste con las masas descontentas de Los Palos Grandes que llevan jeeps Cherokee de 40.000 dólares con el lema del momento: S.O.S. VENEZUELA” relata el periodista inglés.
Luego indaga en el rol que le asigna a Estados Unidos en el asunto. “La retórica ‘campaña de terror’ de Kerry es igualmente divorciada de la realidad; aquí está la verdad sobre los cargos de Kerry: desde que comenzaron las protestas en Venezuela, parece que más personas han muerto a manos de los manifestantes que a manos de las fuerzas de seguridad. Las muertes han sido reportadas por CEPR en el último mes, además de los que murieron por tratar de eliminar las barricadas -incluyendo un motociclista decapitado por un cable se extendía a través de la carretera- y cinco agentes de la Guardia Nacional que han sido asesinados” relató Weisbrot.
El periodista también se explaya sobre la realidad económica en Venezuela: “Quizás Kerry cree que la economía venezolana va a colapsar y que traerá algunos de los no ricos venezolanos a las calles en contra del gobierno. Pero la situación económica se estabiliza en realidad (…) el gobierno está introduciendo un nuevo tipo de cambio basado en el mercado”.
Finalmente el periodista de The Guardian lanza una sentencia luego de su estadía en Caracas: “Su estrategia insurreccional actual (la de la oposición) no está ayudando a su propia causa: parece haber dividido a la oposición y unido a los chavistas. El único lugar donde la oposición parece estar obteniendo un amplio apoyo es Washington”, culmina la crónica.
Esta experiencia del periodista extranjero podría repetirse casi como un “copia y pega” en la vida de cualquier reportero que venga -con vena de investigador- a cubrir las protestas violentas de la oposición que se han realizado durante más de cuarentas días -en abril y mayo del año 2017- y que han culminado, en su mayoría, en actos terroristas con un lamentable saldo de 38 personas fallecidas y más de 700 heridos hasta el momento.
Es una recomendación que los reporteros gráficos y demás comunicadores que vengan al país traten de calcular el precio en dólares de los costosísimos equipos que utiliza actualmente la oposición venezolana en sus marchas y concentraciones: máscaras antigás, lentes, cascos, escudos, cámaras GoPro y hasta modernas armas largas desfilan como herramientas de choque.
Es evidente que la clase social que agrupa a los grandes propietarios de Venezuela le ha declarado la guerra (económica, política y cuerpo a cuerpo) a la clase social compuesta por los trabajadores que sólo dependen del ingreso que reciben a cambio de su fuerza de trabajo.
Nuevamente las zonas “Hi” de Caracas, Maracaibo, Valencia, San Cristóbal, Margarita y Barquisimeto han presenciado los focos terroristas de la derecha venezolana en esta nueva “cruzada” que muchos están llamado “la rebelión de los ricos” o “la revuelta de los del este del este”. La única diferencia: mayor carga de violencia, de odio y de fascismo y la presencia de agentes paramilitares y/o sicarios tarifados que intentan extender y generalizar la pataleta de los niños y niñas malcriados de Venezuela. De lo contrario, lo ocurrido en algunas zonas de “El Valle” se hubiese extendido como pólvora a toda la ciudad capital.
Zonas de los ricos en rebelión
Una solución urgente para ampliar el muro de contención que debe detener esta situación de 2014 -repetida en 2017- es continuar protegiendo a la clase obrera y trabajadora, congelando los precios en el país para blindar integralmente el salario de los venezolanos además de los aumentos de sueldo anunciados por el Presidente Maduro.
El empresario Lorenzo Mendoza, dueño de empresas Polar, principal agente que articula la guerra económica contra Venezuela.
El antichavismo debe ser desnudado ante el mundo permanentemente como una clase que detesta a los pobres, a los trabajadores -su ascenso y estabilidad social- y que busca oprimir a la clase media trasladando todo el producto de su esfuerzo a los bolsillos de los grandes propietarios.
Además la oposición venezolana tiene un nuevo financiamiento aprobado por el gobierno estadounidense por un monto correspondiente a 20 millones de dólares que ya está llegando por diferentes vías y mecanismos a los dirigentes antichavistas para seguir financiando los actos terroristas.
Dirigencia opositora recibe en 2017 cerca de 20 millones de dólares del gobierno de EE.UU.
Basta con revisar la procedencia de los apellidos de las familias de los dirigentes opositores y hacer un gran árbol genealógico familiar para entender por qué estas personas le han declarado la guerra a los gobiernos de Chávez y Maduro.
El departamento de Estado norteamericano no pierde tiempo coordinando un ataque global contra Venezuela. Todas las fuerzas reaccionarias locales y externas se han juntado en una ofensiva frontal económica, financiera, psicológica, mediática, ideológica contra la Revolución Bolivariana y todo lo que ella significa.
Ojalá más Mark Weisbrot vinieran a patear las calles de las ciudades este 2017 para redescubrir lo que intenta ocultar el imaginario creado y disparado -como misiles de guerra- por las grandes corporaciones de comunicación en el mundo contra Venezuela.
Fuente: insurgente.org
0 Comentarios
DEJA UN COMENTARIO