Había que tomar la medida: solo quedaba en manos del Banco Central de Venezuela (Bcv) el 5% de los billetes de cien bolívares, los de más alta denominación. Una semana después de la decisión de sacarlos de circulación, se volvió a tomar control del 70% de los mismos. Se recuperaron 4 mil 994 millones de billetes, un valor monetario de 494 mil millones de bolívares. El Estado se estaba quedando sin dinero: lo habían escondido en Colombia y Europa, para la guerra financiera y la fabricación de monedas falsas.
Estábamos a las puertas de un posible shock financiero. Ya se veían las señales desde semanas anteriores: la dificultad para conseguir dinero, traducido en largas colas para retirar cuanto se pudiera de los cajeros, y el ataque a la plataforma de pago por tarjetas, ocurrida a principio de mes. La soga se cerraba, y, ante la posibilidad del ahorcamiento había que tomar una acción contundente.
Esa fue la razón central de lo hecho. La gravedad de la situación ameritaba la puesta en marcha de una jugada de alto impacto, aun sabiendo las posibles consecuencias que traería para millones de personas. Era una movida de ficha para sorprender al enemigo, en particular las grandes mafias, y lograr una repatriación de billetes que de otra manera hubiera sido imposible. Y les dolió: el dólar paralelo bajo en una semana de 4.500 bolívares a 2.500.
Antes de continuar es importante subrayar que la revolución bolivariana se encuentra enfrentada a una guerra no convencional. Se trata de un proceso de desestabilización que tiene como características golpear simultáneamente sobre todos los flancos -financiero, callejero, geopolítico, comunicacional etc.- sin que nunca nadie asuma la responsabilidad. Es un enemigo invisible, que pega y no se muestra, en particular en lo económico. Hace menos de dos meses, la Asamblea Nacional, en manos de la derecha, había declarado el intento de destituir al presidente y dos poderes del Estado. La crisis de los billetes debe ser comprendida dentro de ese marco.
Saboteos y consecuencias
La decisión enfrentó varios saboteos. El primero, denunciado públicamente, fue el ataque internacional que frenó la llegada de los nuevos billetes -de 500, 10.000 y 20.000 bolívares- del cono monetario. Eso hubiera permitido que el plan se desarrollara como planificado: quite del billete de 100 durante lunes, martes y miércoles, y entrada de los nuevos el jueves. La información del retraso fue dada no solamente por el Gobierno, sino por el editor de Bloomberg -portal de noticias financieras- para América Latina, Daniel Cancel, quien informó el viernes que “ese avión lleno de billetes de 500 bolívares impresos por Crane Currency todavía no ha despegado de Suecia para la entrega en Venezuela”.
¿Por qué el avión que debía llegar el jueves seguía en Suecia el viernes? ¿La empresa sueca, que provee exclusivamente de dólares al Departamento del Tesoro, tendría un retraso de tres días por azares? Los ataques financieros contra Venezuela fueron parte central de las asfixias de este año, y entre sus principales protagonistas estuvieron las calificadoras de riesgo norteamericanas, el Departamento del Tesoro, y los operadores del Fondo Monetario Internacional. ¿Este destiempo sería una casualidad, mala suerte?
La situación generó una situación de incertidumbre en miles. El dinero en efectivo se achicó, la información acerca de la validez -y su interpretación según cada comerciante- de los billetes de cien no resultó clara, y la tensión creció con el paso de las horas. En ese marco la derecha volvió a repetir los planes ejecutados durante el primer semestre: los intentos de saqueos organizados. Así, el día viernes, prendieron focos de violencias en varias localidades del país, con saqueos y fuego sobre bancos, supermercados, camiones, autobuses. Al comenzar el fin de semana el panorama era complejo: sin nuevos billetes, sin efectivo en las calles, con incendios programados en algunos pueblos, y largas colas en las puertas del Bcv para canjear. Las consecuencias no previstas comenzaron a predominar sobre los efectos positivos de la medida.
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No todo puede ser atribuido al enemigo externo. Existieron errores propios. Por ejemplo: ¿la desmonetización del Bcv no pudo ser prevista con anticipación? La medida fue ante un cuadro crítico, ¿cómo se llegó al 5%? Otro, fue que durante el día jueves algunos cajeros entregaban todavía billetes de 100, lo que significaba que luego de horas de cola para depositar los billetes, y luego de más espera para retirar dinero, las personas se encontraban con los mismos billetes entregados.
¿Existió saboteo interno? Podría ser. No sería la primera vez ante una decisión tomada por el presidente Nicolás Maduro.
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El sábado por la noche llegó el último anuncio del presidente: la prórroga en la validez de los billetes de 100, y del cierre de las fronteras con Colombia y Brasil, hasta el 2 de enero. Junto a eso llegó el domingo por la tarde el primer avión con los nuevos billetes provenientes de Suecia. Las aguas bajaron, la razón de la acción del presidente quedó clara.
¿Pero para cuántos? ¿Qué cantidad de la población comprendió la sucesión de hechos, actores involucrados, etc.? ¿Para cuántos esta medida no quedó como una muestra de improvisación, incapacidad de Gobierno, un error más de Nicolás Maduro quien acusa de todo al imperialismo norteamericano? Muchas veces no gana quien tiene razón sino quien sabe convencer. Y en eso, no es una novedad, la comunicación del chavismo se encuentra por detrás de su política, padece de renguera crónica.
Es temprano para pronosticar el resultado final en términos de saldo político, si lo sucedido quedará como una de las decisiones más radicales y necesarias tomadas por el presidente desde el inicio de su Gobierno -así lo creo-, o un error ridículo, como siempre quiere convencer la propaganda de la derecha. La disputa por el sentido está abierta.
En cuando al saldo económico el balance es claro: descenso del dólar ilegal, recuperación del control sobre los billetes, golpe a las mafias. ¿Cómo se hará para evitar que suceda con los billetes de 500 lo que sucedía con los de 100? Esa pregunta, tal vez la más importante, será -espero- contestada en los próximos días. Por el momento se salió de un golpe que podía tirarnos al piso, y se ganó tiempo. Eso, en una guerra, puede ser decisivo.
Telesur
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