En este episodio de 'Keiser Report', Max y Stacy hablan de los esclavos de la deuda, más obedientes y serviles cuantas más tienen, mientras los que se dedican a emitirla no dejan de enriquecerse. En la segunda parte, Max entrevista a Andy Johnson, de ClearChat.com, con el que conversa sobre el cifrado y la autenticación en un mundo post-Snowden. Comentan el medio billón de dólares 'robados' a las empresas anualmente a través de la piratería y cómo su firma puede impedirlo.
"'Liberé a mil esclavos, y pude haber liberado a mil más si ellos mismos hubieran sabido que eran esclavos'. Eso decía Harriet Tubman", comienza diciendo Max Keiser. "Somos esclavos de este sistema de deuda", añade Stacy Herbert antes de mostrar varios titulares de medios que secundan esta afirmación.
Keiser afirma que "los motivos por los que la gente odia a [alcalde de Londres] Boris Johnson, a [canciller británico del Tesoro] George Osborne o a [primer ministro británico] David Cameron son consecuencia de la deuda". "Osborne ha duplicado la deuda británica, que actualmente se sitúa alrededor de 1,6 billones de libras. Y tanto las universidades de mala calidad que cobran tasas desorbitadas como los médicos júnior de la sanidad pública que han decidido ir a la huelga como el desplome de los medios de transporte del Reino Unido obedecen a un mismo problema: la imperiosa necesidad de pagar una deuda que Osborne no deja de aumentar", indica el copresentador.
"El Reino Unido está dispuesto a destruir su tejido social para alimentar la deuda pública, que sigue creciendo", lamenta Keiser. "Pretenden fomentar que haya más deuda todavía, porque cuantas más deudas tiene una persona, más obediente y servil se vuelve", denuncia Herbert. "Se llama 'neofeudalismo'. Eso es lo que mejor se les da a los británicos; el feudalismo. Lo de la Segunda Guerra Mundial fue una excepción", bromea Keiser.
Asimismo, ambos presentadores comentan la situación en EE.UU. donde, apunta Herbert, "la crisis financiera estalló como consecuencia de la crisis de las hipotecas basura, que curiosamente continúa siendo un problema". Según Keiser, Goldman Sachs diseñó "toda esa catástrofe": "No solo vendió hipotecas fraudulentas a sus propios clientes, sino que además apostó contra ellos para beneficiarse de su ruina y mintió descaradamente a los organismos reguladores".
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