En la vida hay que siempre saber distinguir entre las tinieblas y las luces (Jorge Luis Borges (1899-1986)
VICKY PELAEZ – La violencia que se desató en Venezuela el Día de
la Juventud promovida por la oposición a partir del 12 de febrero
pasado, con miras a un golpe de Estado, tiene una larga historia que
vale la pena revisar y así entender lo que está pasando en la República
Bolivariana.
Igual como en otras situaciones parecidas que tuvieron lugar en
diferentes partes del planeta, todo comenzó con un simple gesto del que
pretende ser “master del universo”, el presidente de los Estados Unidos,
Barack Obama al no reconocer la elección en 2013 de Nicolás Maduro como
el presidente de Venezuela. Fue una señal clara para la oposición de
que ya llegó la hora de poner en marcha su proyecto de destrucción de
la revolución bolivariana y el cambio drástico de régimen.
El primero en entender el gesto de Obama fue el capital especulativo
que intensificó su presión financiera y política sobre Caracas. Mientras
tanto los oligarcas, las corporaciones nacionales y las trasnacionales
que ya estaban envueltas desde hace más de un año en un encubierto
sabotaje provocando la escasez de los productos de primera necesidad,
apretaron la situación con el propósito de producir el descontento y las
protestas populares. A la vez, la prensa globaliza con todos los medios
a su disposición hizo más fuerte su guerra mediática para desacreditar
el gobierno bolivariano, tal es así que hasta los más mediocres
programas cómicos en Perú, para dar un ejemplo, se lanzaron en contra
del gobierno venezolano. Los medios de comunicación venezolanos, que en
más de un 80 por ciento están en las manos privadas, lanzaron una
campaña de desinformación llenando sus espacios informativos con
denuncias de escándalos gubernamentales, de corrupción, abusos del poder
y de los derechos humanos por las entidades estatales, inmediatamente
sus acólitos en el mundo hicieron eco de las más absurdas mentiras, sin
dar un mínimo de espacio a la otra parte.
Ya en 1973 Salvador Allende hizo advertencia a los chilenos y a todos
los latinoamericanos que “la derecha no vacila en recurrir a las
prácticas fascistas”. Y así sucedió en Venezuela cuando tres dirigentes
de la extrema derecha de la opositora Mesa de la Unidad Democrática
(MUD): el ex candidato presidencial Leopoldo López, el alcalde mayor de
Caracas, Antonio Ledesma y la diputada de la MUD, María Corina Machado
en compañía del ex embajador en Colombia Fernando Gervasi y el
vicealmirante en retiro Mario Iván Carratú después de recibir el visto
bueno de Washington, lanzaron una campaña de vandalismo y asesinatos en
el país. El 12 de febrero pasado organizaron un ataque contra la
delegación cubana de beisbol en la Isla Margarita. Después arremetieron
contra la casa del gobernador de Tachira, José Gregorio Velma Mora.
Posteriormente, la violencia bajo la consigna “La Salida” lanzada por
el líder de esta asonada, Leopoldo López se extendió prácticamente por
todo el país. Aparentemente los protagonistas de la violencia son
estudiantes de las universidades privadas ayudados por delincuentes y
los paramilitares colombianos. El dinero corre en abundancia pues año
tras año Washington está financiando a la oposición igual como lo hace o
estaba haciendo en los países cuyos gobiernos se atrevían oponerse a
las directivas norteamericanas. No es secreto y es de conocimiento
público que para este año se destinaron cinco millones de dólares para
la oposición venezolana del presupuesto federal norteamericano y se
calcula que en estos 15 años del gobierno bolivariano Washington gastó
más de 200 millones de dólares para poner fin a lo que inició Hugo
Chávez.
Lo que está sucediendo actualmente en Venezuela es un golpe de Estado
en desarrollo. Los supuestos “manifestantes pacíficos” con capuchas,
bandanas, palos, piedras, cóctel molotov y armas de fuego han estado
produciendo destrozos a su paso buscando confrontación con la Guardia
Nacional y clamando a gritos … “Y va a caer, y va caer, este gobierno va
a caer”. En el momento cuando se escribe este artículo ya han pasado
10 días de disturbios que arrojaron un trágico saldo de unos ocho
muertos y unos 100 heridos, siendo 37 de ellos miembros de la fuerza de
seguridad. Por supuesto, que la prensa globalizada, siguiendo
instrucciones de Washington atribuye la violencia solamente al gobierno
de Maduro tildándolo de ser dictatorial, corrupto y asesino. Llegaron a
tal extremo que publicaron las fotos de los policías rusos vestidos de
invierno con sus clásicos gorros deteniendo a un delincuente bajo el
título de la Brutalidad de la Policía Venezolana como si Rusia fuese
Venezuela. Basta entrar en la publicación Global Research que denunció
el fraude informativo mostrando decenas de estas imágenes trucadas.
Este tipo de información nauseabunda no es nada nuevo, y ya en 1845
Karl Marx lo describió en “Las Tesis sobre Feuerbach”: “Se trata de
modificar la conducta de las personas a través de la persuasión. Y uno
de los principales medios para ejercer influencia en la gente y obtener
este fin es la mentira. La mentira como arma”. La fuerza de los
globalizadores se nutre y se renueva cada día a base de desinformación
programada y controlada, al parecer tienen un ejército de periodistas
cuyo pago depende del grado de influencia de la mentira propagada sobre
la sociedad. La escritora rusa Nadezhda Teffi escribió al comienzo del
siglo pasado un cuento: “La Carrera de Esсipio Africanus” donde
describió cómo el periodista Escipio sacaba de apuros al editor de un
periódico inventando noticias, dichos y desmentidas de los dichos. Ahora
el mundo de la prensa globalizada está lleno de Esсipios que ya no
inventan las noticias usando su fantasía e imaginación, sino de acuerdo a
lo que les indican sus amos corporativos.
Sin embargo, cada noticia programada necesita un protagonista capaz
de ponerla en marcha. Para esto existen servicios de inteligencia que
seleccionan a las personas con cualidades de líder que tienen
condiciones para dar vida, el sabor a la noticia-mentira. Así en
Venezuela apareció la figura de Leopoldo López Mendoza y de su partido
Voluntad Popular de una orientación abiertamente fascista. Hijo de una
familia próspera y abiertamente adoradora de Norteamérica, Leopoldo fue
enviado a la edad de 18 años al exclusivo Kenyon College en el estado de
Ohio famoso por sus enlaces con la CIA que selecciona allí a los
posibles candidatos para la “compañía”. El periodista canadiense
Jean-Guy Allard escribió con detalles sobre Leopoldo López y esta
práctica de la CIA afirmando que Kenyon College ocupa el número dos de
la “compañía”.
El segundo paso para los “seleccionados” es la Kennedy School of
Government de la Universidad de Harvard donde Leopoldo López obtuvo en
1996 una Maestría en Políticas Públicas. Al retornar a Venezuela comenzó
a trabajar en la petrolera estatal PDVSA como asesor económico. En
aquellos tiempos otra organización con los estrechos vínculos a la CIA,
the International Republican Institute (IRI- el think-tank republicano)
puso sus ojos en Leopoldo López y se convirtió en su auspiciador y
financista. Durante el golpe de Estado del 11 de abril 2002 ese
egresado de Harvard encabezó la marcha de la oposición al Palacio de
Miraflores y fue uno de los 400 firmantes del llamado Decreto de Carmona
que disolvía el gobierno de Hugo Chávez y entregaba el poder a Pedro
Carmona. Los detalles de aquel golpe de Estado en el que participaron
también terroristas cubanos están descritos en el libro de Pedro
Carmona, “Mi testimonio ante la Historia”.
En los años siguientes desde su puesto de alcalde de Chacao
(2000-2008) intensificó su labor para hacer todo lo posible y poner fin
al chavismo usando provocaciones, mentiras, organizando “redes sociales
de resistencia” y formando finalmente su propio partido Voluntad
Popular. En 2008 fue inhabilitado por la Contraloría para ejercer cargos
públicos en el país pero la Corte Interamericana de Derechos Humanos
revocó esta decisión en 2011, desde entonces López con nuevas fuerzas
retomó la lucha contra el gobierno bolivariano. La actual violencia
desatada en Venezuela es el resultado del proyecto de la toma del poder
que organizó Leopoldo López. Hace varios días después de que un tribunal
de Caracas emitió una orden de captura, López se entregó a las
autoridades, convirtiendo su entrega en un show publicitario para
proyectar su imagen a nivel de héroe y un mártir a la vez. Desde la
cárcel no dejó de llamar a sus partidarios a intensificar la lucha
contra el gobierno de Maduro.
Washington no esperó mucho para condenar por medio de Barack Obama y
de su secretario de Estado, John Kerry la violencia supuestamente
desatada por el gobierno de Maduro. John Kerry declaró que “el uso de la
fuerza por parte del gobierno y la intimidación judicial contra las
personas que están ejerciendo su legítimo derecho a protestar es
inaceptable y sólo condicionará a incrementar las probabilidades de más
violencia”. El senador republicano por Arizona, John McCain llamó
inclusive a iniciar una intervención militar afirmando que “hay que
estar preparados con una fuerza militar para entrar y dar paz a
Venezuela y sobre todo garantizar y proteger el flujo petrolero hacia
Estados Unidos, cuidando esos recursos estratégicos y velando por
nuestros intereses globales”. Esta es la realidad detrás de todas las
maniobras y mentiras de Washington y de la prensa globalizada
corporativa.
Lo que está sucediendo en Venezuela no es un caso aislado sino lo
mismo lo que está pasando en Ucrania y Tailandia actualmente, se podría
decir que es casi un calco sacado de un manual de golpe de estado al
estilo norteamericano. Se está usando la misma táctica de provocar una
situación caótica que facilita un golpe de Estado fascista. Los medios
de comunicación globalizados y las organizaciones de los Derechos
Humanos politizados como Human Rightas Watch o Human Rights Foundation
que acusan a los gobiernos de la violencia y exigen diálogos con los
autores reales del vandalismo fascista. Para eso utilizan sus huestes
bien pagadas y alimentadas. Y a tontos útiles por eso surge una
pregunta, ¿qué sabe el ajedrecista Garry Kasparov, que resulta ser el
líder de la Human Right Foundation íntimamente ligada a la CIA, para
clamar que “Venezuela no necesita de un verdugo (Nicolás Maduro)
dispuesto de matar a la mitad de su país”?
Estamos actualmente frente a una nueva cruzada geopolítica y
geoeconómica orquestada por el poder de las trasnacionales en Siria,
Ucrania, Tailandia y Venezuela para no permitir ningún proyecto de
desarrollo nacional independiente de la voluntad y aspiraciones del
poder globalizado. Entonces hay que destruir a todos estos países
atrevidos utilizando las mismas estrategia y táctica para que ningún
pueblo en el futuro se atreva a decir su rotundo No a los globalizadores
“iluminados”. En Venezuela el pueblo y las autoridades tienen que
analizar cómo desde 2006 las supuestas Autodefensas Ucranianas con el
conocimiento del gobierno estaban recibiendo el entrenamiento en una de
las bases de la OTAN en Estonia en terrorismo, fabricación y uso de los
explosivos, tiro. Nadie prestó atención a todo esto, como tampoco a las
visitas de los especialistas en revoluciones de colores a Kiev y Lvov
de los exlíderes de Otpor (Serbia), Khmara (Georgia), Zubr (Bielorussia)
y de los locales de Pora ucraniana. Los muertos y heridos son
resultados de este asesoramiento.
Resulta que en Venezuela, según uno de los cables de WikiLeaks, en
una de las reuniones de los estudiantes con los representantes de la
USAID en 2008, coordinada por el politólogo Carlos Ponce, el grupo de
estudiantes solicitó fondos para recibir la asesoría de parte de otros
movimientos, en particular de Europa del Este, y también para llevar a
cabo seminarios sobre la “promoción de la democracia”. Con esto ya no se
necesitan más comentarios. Las llamadas al diálogo del presidente
Maduro estarán ignoradas tanto por la oposición como por los gobernantes
de los Estados Unidos o de la Unión Europea. Leopoldo López lo sabe
perfectamente por eso proclama desde la cárcel: “Seguiremos hasta que
acabemos con la revolución”.
El escritor y periodista Andre Vltchek es el autor del ensayo “How
the West Manufactures Opposition” donde advierte que “el presidente de
Indonesia Sukarno cayó en 1965, igual como el presidente de Chile
Salvador Allende en 1973 porque pensaron que a pesar de todo, a pesar de
asesinatos de millones de personas en todas partes del mundo
organizados por el Occidente, esta vez en años y días nuevos el cambio
del régimen no sería tan brutal y no afectaría ciudades como Jakarta y
Santiago de Chile. Cuando entendieron que se equivocaron era demasiado
tarde, demasiado tarde para luchar”.
Al final del ensayo Andre Vltchek hace una llamada al presidente de
Venezuela Nicolás Maduro: ”¡Señor presidente, No permita que esto suceda
en Venezuela!”
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