“Washington tiene alta capacidad científica y biológica. Ha habido
también otros intentos de atentado contra la vida de Chávez en los
últimos años”, afirmó la escritora Eva Golinger.
EE.UU. cuenta con un largo historial de desarrollo y uso de
bioterrorismo, armas químicas, campañas sostenidas de ataques
mediáticos, invasiones, guerras económicas, para intentar derribar a
gobiernos elegidos democráticamente, que han desafiado la hegemonía del
imperialismo norteamericano. Sin duda, los yanquis cuentan con la
tecnología necesaria para inocular un cáncer agresivo como el que acabó
con la vida del presidente venezolano Hugo Chávez.
Actualmente,
en Venezuela, la Agencia Central de Inteligencia (CIA), aliada con la
derecha opositora, ha emprendido una campaña de desestabilización a
través del saboteo económico, mediático y eléctrico, e incluso contra la
vida del presidente Nicolás Maduro. El gobierno bolivariano ha
denunciado reiteradamente los planes de desestabilización y magnicidio,
que la derecha pretende ridiculizar y hacer pasar por actitudes de
locura y paranoia.
Lo cierto es que la CIA ha eliminado
físicamente a particulares líderes políticos o ha atacado a naciones
enteras bajo premisas injustificadas; hasta 1987, la cifra fue estimada
en seis millones de personas por la Asociación para el Disenso
Responsable.
Ya lo advería Chávez: “No es que vamos a andar
ahora con una obsesión o una manía persecutoria, pero es verdad, el
asesinato ha sido utilizado por el Imperio desde hace mucho tiempo como
política de Estado”.
Según la abogada y escritora, Eva Golinger,
el aumento de la popularidad de Hugo Chávez, en Venezuela, Latinoamérica
y a nivel mundial, lo convirtió en uno de los “principales adversarios”
de EE.UU. Y en este sentido, afirmó que “el hecho de no poder
confrontarlo y derrocarlo, habría sido la manera empleando el uso de un
arma biológica para atacar al presidente Chávez”. Afirmó que fueron
varios los intentos de atentado contra la vida de Chávez en los últimos
años.
Washington tiene alta capacidad científica y biológica, y
existen evidencias de ello, aunque el Pentágono, los medios de
comunicación y otros aliados han intentado encubrir la capacidad
científica y biológica del imperio y tratar a quienes lo denuncian como
si fueran locos o paranoicos.
Impactantes declaraciones claves de la guerra biológica
Judith
Bauer, investigadora estadounidense que se dedicó al estudio del
cáncer, reveló que desde su época de estudiante universitaria,
colaboraba con proyectos relacionados con el posible uso del cáncer como
arma biológica. Uno de sus mentores fue el doctor Alton Ochsner,
especialista en cáncer y anticomunista, que trabajaba para el Ejército y
el Gobierno.
La investigadora gringa reveló que “el objetivo era
tratar de enfermar a Castro y hacer que muriera por causas naturales,
en este caso cáncer (…) El plan de los doctores era atractivo porque
hasta ese momento se había intentado asesinar a Castro pensando en
métodos que implicaban el uso de algún tipo de violencia pero con los
que se podía incriminar a algún individuo o algún país en particular y
provocar una guerra, si Rusia intervenía”.
Y hasta reconoció que
para ella “era un experimento noble, un noble intento de deshacerse de
Castro sin que se inculpara a alguien ya que se trataba de un método
biomédico”.
El Dr. Len Horowitz, investigador de la guerra
biológica de la CIA, también ha registrado en un documental (In Lies We
Trust: The CIA, Hollywood, and Bioterrorism, estrenado el año 2007) el
testimonio del Dr. Maurice Hilleman, prestigioso investigador en vacunas
de los Laboratorios Merck, quien reveló que sus laboratorios produjeron
vacunas contaminadas con leucemia y virus de cáncer en la década de los
setenta, y fueron administradas deliberadamente a ciudadanos
soviéticos.
Antecedentes clave de la guerra biológica o bacteriológica del imperio estadounidense
De
los laboratorios de Estados Unidos han salido el napalm, el agente
naranja, la cepa del ántrax, la gripe AH1N1, la gripe porcina, así como
otros virus letales como el VIH y el ébola.
En 1943 empezaron un
programa de desarrollo de armas biológicas y cerraron este programa
entre 1969 y 1973, pero lo remplazaron por otro que ahora llaman “de
defensa biológica”, ubicado sobre un terreno de 490 hectáreas en Fort
Detrick, en el estado de Maryland. En esta instalación hay una sección
especial dentro del Departamento Virus del Centro para la Investigación
de Guerra Biológica, conocida como "Instalaciones Fredrick para la
Investigación del Cáncer".
Este laboratorio desarrolló
investigaciones hasta hace poco ultra secretas, encaminadas a
desarrollar un programa especial de virus del cáncer, sumamente agresivo
y letal, para el que existe inmunidad y fue identificado como Virus
Humano de la célula T de Leucemia (HTLV).
Además también se
conoce que estos laboratorios investigaron, a lo largo de más de cuatro
décadas, los mecanismos para elaborar artificialmente células malignas o
cancerígenas, sumamente invasivas y capaces de propagarse en el
organismo desarrollando una metástasis incontenible.
Los trabajos
de investigación favorecían la alteración del material genético de las
células humanas que provocan el cáncer por vía artificial en estos
espacios, como base de esta arma desarrollada con el apoyo del gobierno
norteamericano. Para ello se elaboran células madres o stem cells,
mediante mutaciones monitoreadas y preconcebidas, convirtiéndolas en un
fenotipo maligno más heterogéneo de rápido desarrollo.
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