Ninguna otra fecha en la historia política reciente de Venezuela, ha tenido tanto tiempo en vilo a todos lo venezolanos y venezolanas, como la de hoy. Porque en días previos, cuando más se intentó esclarecer lo que establece la Constitución con respecto a la juramentación del Presidente, más polémicas se desataron. Y ya son hartos y bien conocidos los argumentos hilados en este debate repentino-decembrino, donde como muchos han dicho, se pone a prueba nuevamente el texto constitucional.
Pero hoy es 10 de enero, y la tensión no se extingue. Y no es porque que la Constitución no se está cumpliendo taxativamente debido a la no juramentación del presidente, puesto que de ser cierto tal hecho, estoy seguro que otro motivo fuese el que originaría la tensión como preludio a la férrea oposición que empezaría al reelecto gobierno. Debo sentenciar de entrada, que el leguleyismo en uso de la oposición durante estos días, es una estrategia política que se ampara en el resguardo de la norma constitucional, lo cual es perfectamente válido dentro de sus esquemas de acción con miras a detentar el poder algún supuesto día negado.
Con su aureola sacra, la oposición se presenta como defensora de la Constitución ante un gobierno que la vulnera al no cumplir para el día de hoy, con la interpretación que ellos hacen de la misma. Aduciendo además que el chavismo antepone sus interese políticos a lo constitucional. ¿Pero es que ellos todavía no se han dado cuenta que la acción política chavista es consustancial con cada uno de los artículos de la Constitución? Además, es que, ¿no recuerdan de donde nace y como nace la Constitución Bolivariana? Esos leguleyos no recuerdan tampoco, como bien debieron aprender en la universidad, que la Constitución, el hecho constitucional, es una abstracción de la forma de ser real, especifica de la cultura y de las relaciones sociales en ella presentes y la manera cómo deben regularse las distintas y diversas actuaciones de los ciudadanos y ciudadanas e instituciones; es decir, que responde a una realidad objetiva presente en el pueblo, quien la modifica según su dinámica.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es hija del pueblo, en quien reside intransferiblemente la soberanía, que por cierto, eligió el siete de octubre a Hugo Chávez para un nuevo mandato, y punto. Esa Constitución conmina a que en su rol protagónico, el pueblo cree y determine las estrategias para la formación del nuevo republicano, que sólo se logrará con la acción política revolucionaria. Y hoy precisamente, estamos convocados y convocadas a serles fieles a nuestra Carta Magna, a tomar sus preceptos movilizándonos en defensa y respaldo de quien libérrimamente fue reelecto como Presidente.
¡Independencia y Patria Socialista!
aquileonarvaez@hotmail.com
Pero hoy es 10 de enero, y la tensión no se extingue. Y no es porque que la Constitución no se está cumpliendo taxativamente debido a la no juramentación del presidente, puesto que de ser cierto tal hecho, estoy seguro que otro motivo fuese el que originaría la tensión como preludio a la férrea oposición que empezaría al reelecto gobierno. Debo sentenciar de entrada, que el leguleyismo en uso de la oposición durante estos días, es una estrategia política que se ampara en el resguardo de la norma constitucional, lo cual es perfectamente válido dentro de sus esquemas de acción con miras a detentar el poder algún supuesto día negado.
Con su aureola sacra, la oposición se presenta como defensora de la Constitución ante un gobierno que la vulnera al no cumplir para el día de hoy, con la interpretación que ellos hacen de la misma. Aduciendo además que el chavismo antepone sus interese políticos a lo constitucional. ¿Pero es que ellos todavía no se han dado cuenta que la acción política chavista es consustancial con cada uno de los artículos de la Constitución? Además, es que, ¿no recuerdan de donde nace y como nace la Constitución Bolivariana? Esos leguleyos no recuerdan tampoco, como bien debieron aprender en la universidad, que la Constitución, el hecho constitucional, es una abstracción de la forma de ser real, especifica de la cultura y de las relaciones sociales en ella presentes y la manera cómo deben regularse las distintas y diversas actuaciones de los ciudadanos y ciudadanas e instituciones; es decir, que responde a una realidad objetiva presente en el pueblo, quien la modifica según su dinámica.
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela es hija del pueblo, en quien reside intransferiblemente la soberanía, que por cierto, eligió el siete de octubre a Hugo Chávez para un nuevo mandato, y punto. Esa Constitución conmina a que en su rol protagónico, el pueblo cree y determine las estrategias para la formación del nuevo republicano, que sólo se logrará con la acción política revolucionaria. Y hoy precisamente, estamos convocados y convocadas a serles fieles a nuestra Carta Magna, a tomar sus preceptos movilizándonos en defensa y respaldo de quien libérrimamente fue reelecto como Presidente.
¡Independencia y Patria Socialista!
aquileonarvaez@hotmail.com
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