Por Alfredo Serrano Mancilla *
Más tarde superó un golpe de Estado y el paro petrolero del 2002.
Más allá de lo que suceda con su salud, hay algo muy contundente en lo político que podría resumirse en el lema-canción de la última campaña electoral: “¡Uh ah Chávez no se va!”. Chávez se despide, pero no se va. El chavismo vino para quedarse. Chávez es un político capaz de iniciar y sostener esta transformación de época en América latina que habla de socialismo de siglo XXI, que recupera orgullosamente a la patria emancipada y que representa a las mayorías a costa de ser maltratado por la minoría. Es capaz de rechazar el proyecto del ALCA a favor de los beneficios de las empresas estadounidenses. Revive a Cuba poscaída del Muro. Y muy satisfactoriamente concilia en la práctica la compleja relación entre la soberanía nacional e integración regional. El chavismo es ya un nuevo eje interno en Venezuela, y fue detonante, y aún más, constructor de una nueva hegemonía externa regional posneoliberal. Chávez desplazó el campo político, el económico, el cultural, el social. El campo de las palabras, de los signos, del lenguaje, de lo espontáneo, de los nuevos líderes alejado de las escuelas de marketing político y de los presidentes sin partidocracia; todo esto ha cambiado con Chávez. El chavismo reinventa nuevas formas simbólicas para comunicarse en lo político, proyecta nuevos imaginarios socialistas, encuentra fórmulas democráticas más vivas y transforma la política económica y social en una herramienta cercana, propia y popular.
Los próximos días serán propios de los rumores, disputas interpretativas y vacilaciones forzadas. Todos querrán sacar tajada en este escenario de incertidumbre. La oposición venezolana deseosa de pescar en río revuelto lo que no pudo obtener en la democracia de Chávez; la derecha regional ansiosa de un punto de inflexión que gire la tendencia ganadora de las fuerzas progresistas; el orden dominante mundial con ganas de nuevos e iraquíes contratos petroleros. Lo que no entiende esta minoría hiper mediatizada es que Chávez, recuperado o no, de regreso o no, Chávez no se va, porque el pueblo venezolano no permitirá, como ha demostrado en tantas otras vicisitudes, que se vaya. Aunque Chávez esté ahora afuera, adentro se queda una Venezuela con chavismo, con un proceso de transformación suficientemente Maduro. Que valga el juego de palabras.
* Doctor en Economía; coordinador América latina CEPS.
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