España, muy cerca de la intervención

  • «Las cifras macroeconómicas y la falta de solvencia de algunas entidades invita a pensar que el Gobierno podría obligar a restringir la retirada de fondos bancarios»
La última semana ha encendido todas las alarmas, que se iniciaron ya a finales de 2011, sobre la posibilidad de una intervención por parte de la UE, BCE o FMI, ante lo que parece ser ya la irreversibilidad de un sistema financiero, salvo las grandes entidades, inviable. La evolución de la cotización en bolsa del sistema financiero, agravada por la nacionalización de Bankia, es una señal de que los inversores internacionales desconfían de la economía española.

Esto se está traduciendo en órdenes vendedoras masivas tanto de deuda soberana como de futuros sobre el IBEX y, en general, de todo lo que se esté emitiendo desde España. Los resultados inmediatos son claros. La prima de riesgo alcanzó ayer el valor máximo desde la entrada en el euro, 477pb, en parte por compras masivas de deuda alemana, lo que se denomina “fly to quality”,
y la  Bolsa cerró en niveles de 2003. Esta impotencia se pudo ver en el rostro del ministro De Guindos a la entrada de la reunión del Eurogrupo, en la que declaró que ya no se puede hacer nada más, intuyendo que España estaría pidiendo o sugiriendo una petición de ayuda financiera, especialmente para el sistema financiero.
De Guindos escucha Juncker, presidente del Eurogrupo, durante la reunión de ayer en Bruselas. / Olivier Hoslet (Efe)
Esta situación corrobora mi apuesta de que la entelequia de la confianza, un intangible que nadie sabe cómo medir, se ha demostrado que no se correlaciona ni con el color político, ni con las medidas de control del déficit, más o menos acertadas. La realidad es que los inversores extranjeros, con un simple ejercicio de probabilidad de impago, han decidido huir de la economía española, con una salida de capitales que no se conocía desde la entrada en el euro. Gráficamente, esto lo podemos ver en el cuadro siguiente:

Evolución de la inversión financiera externa desde 1995. / Gráfico: Banco de España
Así, se puede apreciar que desde el pasado verano se acumula una salida neta de 128.000 millones de euros. Y en el último mes conocido, febrero, la situación es aún peor, más de 25.000 millones de euros. De estos, más de la mitad corresponden a residentes nacionales que han deslocalizado sus inversiones financieras. Si esto es relevante, también lo es cómo los extranjeros han dejado de invertir en deuda española. El porcentaje de tenencia en manos foráneas ha descendido desde casi el 50% a principios de 2010 hasta el 37%, es decir, los niveles de 2003.
Este conjunto de factores financieros se mezclan con las cifras macroeconómicas, una reducción del crecimiento en el primer trimestre de 2012 a tasas del 1,2% anualizado y una tasa de paro del 24,4%, con expectativas de que el año puede acabar cerca del 26%. Este coctel es absolutamente explosivo, y además va a afectar al balance de la Seguridad Social, que podría acabar el año, con un déficit en el entorno del 1%. Por tanto, sin ingresos públicos suficientes, con un déficit público que se acercará al 7%, las tensiones financieras van a ser realmente difíciles de controlar, lo que acabará provocando que se necesite ayuda financiera para poder cumplir con los vencimientos de deuda del Tesoro que vendrán después del verano.
Problemas añadidos son la situación de Grecia y el hecho de que los inversores ya estén descontando que Grecia pueda salir del euro, algo que jurídicamente es inviable, sin salir de la UE, lo que obligará a una revolución en dicho país, que pasaría a volver a ser un país en vías de desarrollo y perdería las grandes ventajas de la Unión Aduanera, y también monetaria. España, con las cifras de crecimiento, déficit público e insolvencia de algunas entidades financieras, será la siguiente apuesta, lo que podría obligar a restringir una salida masiva de fondos bancarios, algo que, como ya se ha puesto de manifiesto en este artículo, está empezando a producirse.
En resumen, España se ha asomado al abismo, fruto de una pésima gestión de los problemas de la banca, con unas decisiones de concentración suicidas, respondiendo más a clientelismo político, en el que han participado el Banco de España y los dos gobiernos del Estado, junto a las Comunidades Autónomas. El excesivo endeudamiento privado, la política fiscal procíclica de la UE y la ausencia de instituciones comunes en la UE pueden hacer fracasar el proyecto del euro y de la propia UE. De momento, el riesgo financiero podría llevar a muchos ahorradores a tener que sacar precipitadamente sus ahorros, máxime si sigue la sangría del desempleo.
(*) Alejandro Inurrieta es economista y director ejecutivo de Inurrieta Consultoría Integral.
Fuente: cuartopoder.es

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Venezuela y el nacimiento del Consejo de Seguridad de Defensa Sudamericano en el marco de la UNASUR.
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