JAVIER PARRA | DIRECTOR DE LA REPÚBLICA
* (Conferencia en la Semana Republicana de l´Eliana)
Es un verdadero honor participar en este acto con Alejandra Soler, que no sólo son la memoria viva de lo que somos, sino el faro que nos ilumina en la lucha por la Tercera República, que es al fin y al cabo por lo que estamos hoy aquí. Alejandra Soler. Camarada Alejandra Soler, cuarenta años de exilio y una juventud dedicada a la lucha por modernizar la enseñanza, por traer la República y luego por defenderla. Es un verdadero orgullo estar en este acto contigo.
Estamos aquí para hablar de la República, más como algo a conquistar en el futuro que como algo arrebatado del pasado, pero es importante saber de dónde venimos para saber hacia donde vamos, o podemos encontrarnos en una España republicana que no se parezca al país con el que soñamos.
Desde hace varios años, cuando he participado en un acto como éste he venido diciendo lo que diré hoy aquí: que la República está cerca, que está casi a la vuelta de la esquina. Que desde hace varios años se han empezado a desatar todas las fuerzas que estaban aprisionadas desde hace años y que la Monarquía tiene los años contados, lo cual no significa que una vez caiga tengamos en este país una República siquiera parecida a la que se proclamó en España en 1931.
Por eso en mi intervención quiero hacer énfasis en tres cuestiones fundamentales:
La Primera que estamos a las puertas de un cambio inevitable de régimen político y económico, y que nos encontramos en un periodo pre-revolucionario que guarda muchas similitudes con periodos anteriores de la Historia de España y del mundo.
La Segunda que no es suficiente plantear la disyuntiva “Monarquía o República” sino que es necesario a debatir desde ya qué tipo de República queremos, y cuales irán siendo los pasos para llegar a ella.
Y la Tercera, que no tendremos en nuestro país si no somos capaces de reconquistar un concepto que hace muchos años que nos robaron y que no tiene nada que ver con el que hoy conocemos: el concepto de España.
Revolución Francesa y Segunda República
Empecemos por el principio. ¿Qué similitudes puede haber entre la situación que nos encontramos otras épocas históricas? Por ejemplo la de los años previos a la proclamación de la Segunda República Española, o incluso al periodo anterior a la Revolución Francesa.
En primer lugar que tanto ahora, como en 1789 o en 1931 se produce un desmoronamiento total del sistema de producción y el sistema económico, y también del sistema político.
Analizándolo a grandes rasgos la Revolución Francesa ponía fin al feudalismo y abría paso a un sistema de producción que lo superaba, el capitalismo, lo cual requería remover por completo el sistema político existente, es decir la Monarquía Absolutista e implantar un sistema parlamentario representativo.
A finales del siglo XVIII un sistema se moría y otro nacía y tuvo en la Revolución Francesa un ejemplo que se extendió en todo el mundo y cuyas formas representativas se extienden hasta nuestros días.
¿Y qué pasó en los años 30 del siglo XX? Pues algo parecido. Ese capitalismo ya avanzado entró en crisis, colapsó en el Mundo y por supuesto también en Europa tras el crack del 29 y empezaron a producirse cambios con los que se pretendía superar el capitalismo y transformarlo en un sistema más avanzado, más justo, más democrático… y empezaron a producirse cambios en toda Europa, y también en España, que tuvieron como resultado la proclamación de la Segunda República, con las transformaciones políticas, culturales y sociales ello supuso.
A todo ello ayudó, evidentemente, la Revolución que se había producido en Rusia en 1917 y su influencia en el mundo, que demostró que era posible superar el sistema capitalista y poner rumbo a un sistema nuevo al servicio de los trabajadores y trabajadoras.
Sin embargo, todos esos cambios que se empezaron a producir en Europa, ese proceso de transformación y superación del capitalismo fracasaron, fundamentalmente porque fueron truncados por otro movimiento ascendente: el fascismo y el nazismo, que todos sabemos las consecuencias tuvieron para toda Europa, y especialmente para España.
¿Y qué está pasando ahora? Pues que de nuevo el capitalismo ha entrado en crisis, en la mayor crisis de su historia y empiezan a producirse cambios y movimientos para superarlo con un sistema más justo y más solidario, pero también se empiezan a producir movimientos involucionistas. Si en los años 30 fue el proceso revolucionario en Rusia el que inspiró e impulsó a Europa, de alguna manera en nuestros días es Latinoamérica la que nos inspira, o al menos la que nos precede, ya que vivieron la situación que hoy vivimos nosotros hace una década. Hoy empiezan a producirse movimientos constituyentes en todos los países de Europa. En Francia el movimiento a favor de la Sexta República gana fuerza, en Islandia se ha llevado a cabo un proceso constituyente que ha frenado los pies al capitalismo financiero, en Grecia se libra una de las mayores batallas ideológicas de los últimos años en Europa. En España empiezan a notarse los síntomas de un descontento generalizado con todo el sistema político y económico. Pero también tenemos la otra cara de la moneda: la ultraderecha disparándose en Francia, como hace durante los últimos años ha sucedido en Italia, o como está pasando en Grecia. O sin ir más lejos con todo lo que está pasando en España, donde estamos perdiendo derechos y libertades a pasos agigantados.
Es en este momento en el que la lucha de clases empieza a agudizarse al máximo. En el que frente a un movimiento constituyente y transformador de progreso se contrapone un movimiento represivo, de recorte de derechos y de libertades para cerrarle el paso. En los años 30 del siglo pasado se enfrentaron en Europa dos concepciones distintas del mundo: el fascismo y el comunismo. Hoy, en la segunda década del siglo XXI, vuelven a enfrentarse dos concepciones del mundo. Quizá no podamos ponerles nombre aún, pero su origen es el mismo, y lo que está claro es que empiezan a confrontar un movimiento reaccionario frente a un movimiento de progreso, y ambos irán radicalizando sus posiciones.
Y es en ese contexto en el que nos encontramos hoy, aquí y ahora, en España. Y es en ese contexto en el que tenemos que plantearnos como afrontar las tareas que tenemos por delante.
Acoso y derribo de la Monarquía
Una de ellas por supuesto es la de la crítica sin cuartel al régimen neoliberal-borbónico, a ese que desahucia a cientos de miles de familias de sus casas, a ese que carga sobre los hombros de los de abajo los desmanes y los robos de los de arriba, a ese que le da a los bancos lo que le quita a los ciudadanos, a ese que le da a la patronal lo que le quita a los trabajadores. A ese cuyo máximo representante se dedica a cazar elefantes y a vivir a cuerpo de Borbón a costa de todos nosotros.
Dijo el otro día el Borbón cuando salía del hospital que lo sentía mucho, que se había equivocado y que no volvería a ocurrir. Lo que no dijo es qué es lo que sentía. ¿cazar elefantes? ¿pagar 40.000 euros por cazarlos? ¿que lo invitasen a la cacería? ¿irse a Botswana? ¿que lo pillasen? ¿Alguien sabe qué es lo que sentía? Porque yo no.
Nadie lo sabe pero parece que a los portavoces en Madrid del PP y del PSOE les gustó la respuesta. Decían que “se ha equivocado, pero que lleva cuarenta años haciéndolo bien”.Desde luego que sí. Lleva cuarenta años haciéndolo todo bien: viviendo bien, comiendo bien, bebiendo bien, pasándolo bien… en definitiva, montándoselo bien. Todo lo contrario que el pueblo español, que poco a poco ha ido pasando de tener que apretarse el cinturón a que le terminen poniendo la soga al cuello.
Sé que hay muchos militantes, muchos simpatizantes, muchos votantes del PSOE que son republicanos, que quieren una República, pero desde luego que algunos de sus dirigentes dejan bastante que desear. Dicen algunos que eso de Monarquía o República no preocupa a los españoles y rechazan la posibilidad de siquiera celebrar un referéndum para que los ciudadanos opinen, pero lo que no comprenden es que la sociedad española está harta de todo, de todos, y también del rey como máximo representante de la casta política dominante.
Y por cierto, resulta curioso cómo durante años se ha venido diciendo que Juan Carlos I era el “elefante blanco” del Golpe de Estado del 23F, aquella puesta en escena que legitimó el juancarlismo, y ha tenido que ser otro elefante, el que mató en Boswana, el que ha llevado a la Monarquía a sus cotas más bajos de popularidad desde su restauración.
Proceso Constituyente
Pero no podemos limitarnos a la mera crítica de la Monarquía, del rey o de la Casa Real si queremos que la Tercera República no sea únicamente el cambio de un monarca por un Presidente. Tenemos que construir. Tenemos que constituir. Es necesario apoyar las iniciativas que vayan en ese sentido y que empoderen a los ciudadanos. Necesitamos apoyar todas y cada una de las iniciativas, que de una manera natural irán confluyendo en un Proceso Constituyente, como el movimiento que se generó tras el 15M del año pasado, o como el movimiento por las Constituyentes que se presento en Cádiz en Marzo. O la conocida Red de Municipios por la Tercera República, que inició un movimiento por el cual hace poco más de cuatro años una decena de Ayuntamientos andaluces declararon agotado el modelo de Estado y pidieron la República. Desde entonces casi 40 municipios de toda España se han sumado a la denominada Red de Municipios por la Tercera República. Ahora son cuarenta los Ayuntamientos de Andalucía, de Madrid, de Navarra y del País Vasco que han se han proclamado republicanos, pero es posible que este año el número se multiplique. Es importante llevar el debate a las instituciones, y sobretodo a los Ayuntamientos. No olvidemos que la Segunda República se proclamó tras unas elecciones municipales.
El movimiento hace un llamamiento al conjunto de los hombres y mujeres para defender la memoria y los valores de la República de los trabajadores y trabajadoras, de la paz, a denunciar y combatir con fuerza las diversas acciones que pretenden denigrar la realidad de lo que fue la II República Española.
Patria
Y como he dicho al principio tenemos otra tarea por delante. Quizá una de las más dificiles, pero es posible que la más necesaria: reconquistar un concepto que hace muchos años que nos robaron y que no tiene nada que ver con el que hoy conocemos: el concepto de España.
Yo, como buen marxista, creo que los obreros no tienen Patria, y después de los sucedido con la Petrolera YPF nacionalizada por Argentina y la consiguiente reacción “patriotera” del Gobierno español para defender a la multinacional, al tiempo que recorta y machaca a los obreros, a uno se le quitan las ganas de tenerla, si es que ese es el concepto de Patria.
Sin embargo, hubo un tiempo en el que el pueblo español – sus obreros – sí tenían Patria. Cierto que una Patria sin fronteras como se suele entender el concepto de Patria. Una Patria que era mucho más que un trapo, que un himno o un crucifijo, que al fin y al cabo a lo que ha quedado reducida esta España de charanga y pandereta.
Hubo un tiempo en el que – y cito palabras de Pasionaria – “de todos los pueblos y de todas las razas vinieron a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República Española se hallaba amenazada, miles de personas de todo el mundo contribuyeron a salvarla con su entusiasmo combativo, y su heroismo y espíritu de sacrificio. Hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros, indondicionalmente”.
Eran palabras de Dolores cuando despedía a quienes lo dieron todo, “su juventud o su madurez; su ciencia o su experiencia; su sangre y su vida; sus esperanzas y sus anhelos… y nada nos pedían”. Eran palabras de despedida a las Brigadas Internacionales.
Hubo un tiempo en el que el pueblo español sí tenía Patria: la de la Humanidad. La que salió de la oscuridad de principios de siglo para alumbrar al mundo y que siguió viva – aunque en el exilio – hasta que una vez muerto el dictador se le dio el tiro de gracia y se la enterró en cal viva para que nunca más viviese. La España de Picasso, de Alberti, de Lorca. La que dibujase Miguel Hernández en sus poemas.
Por eso, si hay una pesadilla que puede atormentar a esos miserables que hoy atormentan nuestras vidas es que el pueblo se lance a recuperar la Patria que un día fue pero que ya no es. La Patria del amor a la Humanidad, de la paz, del progreso, de los pueblos, de la República. Porque esa Patria no es un trapo, un himno o una cruz. Esa tipo de Patria cabe en un cajón, incluso en un bolsillo. La nuestra no tiene fronteras.
Cultura
Y para finalizar, que nunca se nos olvide: la cultura. Cuando un pueblo está ansioso de cultura es un pueblo poderoso, y yo estoy convencido de que todos estos recortes, todos estos ataques a la cultura, a la educación… van a alimentar las ansias del pueblo por ser un pueblo ilustrado. Estoy seguro de que los jóvenes – ya lo demostraron en el Lluis Vives – van a tener un papel crucial en todo este proceso, porque están creciendo en las condiciones más duras, y seguro, seguro, van a estar a la altura de las circunstancias.
¡Muchas gracias y Viva la República!
Fuente: laRepublica.es
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