Qué penoso es que el primer aniversario de un verdadero movimiento árabe por la democracia en el Golfo Pérsico –implacablemente reprimido– caiga el 14 de febrero, cuando celebran el Día de San Valentín en Occidente. Un romance condenado al fracaso.
¿Y cómo honora Washington ese trágico romance? Reanudando las ventas de armas a la represiva dinastía suní al-Khalifa en el poder en Bahréin.
Solo para recapitular: El presidente Barack Obama de EE.UU. dijo al presidente de Siria Bashar al-Asad que “renuncie y permita que una transición democrática tenga lugar inmediatamente” mientras el rey Hamad al-Khalifa obtiene más juguetes para reprimir a sus súbditos subversivamente pro democracia.
¿Es un caso de disonancia cognitiva? Claro que no, después de todo Siria es apoyada por Rusia y China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas mientras Bahréin alberga a la Quinta Flota de EE.UU. – defensor del “mundo libre” contra esos malignos iraníes que quieren cerrar el Estrecho de Ormuz.
Hace un año, la abrumadora mayoría de la población de Bahréin –en su mayoría chiíes pobres, desatendidos, tratados como ciudadanos de tercera clase, pero también suníes educados – salió a las calles a exigir que los gobernantes al-Khalifas permitan un mínimo de democracia.
Como en Túnez y Egipto –y a diferencia de Libia y Siria– el movimiento por la democracia en Bahréin es legítimo, no violento y no contaminado por la infiltración occidental o del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
La reacción fue una enérgica represión y una invasión saudí por la carretera elevada a Manama. Fue el resultado tácito de un trato entre la Casa de Saud y Washington: os daremos una resolución árabe que os permita ir a la ONU y luego lanzar el bombardeo humanitario de la OTAN contra Libia; nos dejáis solos para que aplastemos esa insensatez de la Primavera Árabe (Vea: “Revelado el acuerdo entre EE.UU. y Arabia Saudí”, http://www.lahaine.org/index.php?p=53040 2 de abril de 2011.)
El gobierno de Obama no tardó en adelantarse a la “celebración” de la represión de la democracia en Bahréin enviando a un mandamás del Departamento de Estado a ese país.
Como informa Gulf Daily News, la así llamada “Voz de Bahréin”, más bien la voz de los al-Khalifas, el secretario adjunto de Estado para Asuntos de Medio Oriente de EE.UU.,
Jeffrey Feltman, elogió ampliamente los pasos del rey Hamad para “disipar tensiones” –como ser “la liberación de prisioneros políticos, una reestructuración parcial del gabinete y el retiro de fuerzas de seguridad”.
Los informantes de Feltman deben haber sido catatónicos, porque los prisioneros políticos siguen en la cárcel, la reestructuración del gabinete es cosmética y la represión por las fuerzas de seguridad funciona a toda marcha.
Feltman dijo que Washington destaca el “diálogo nacional”, soluciones “hechas en Bahréin” y la “no interferencia de Estados extranjeros en el proceso”. ¿Debieran seguir los bahreiníes el modelo OTANCCG como se aplica en Siria?
También dijo: “Los bahreiníes pueden contar con el apoyo de EE.UU. para respaldar un consenso bahreiní sobre el camino a seguir” y elogió la “sinceridad” del príncipe heredero Salman, también comandante supremo adjunto y conductor del diálogo nacional. Con amigos semejantes, el movimiento pro democracia en Bahréin verdaderamente no necesita enemigos.
Este, por lo tanto, es en pocas palabras el mensaje de Washington: haced que la gente deje de hacer ruidos y mantendremos nuestra base para defenderos y a vuestros primos contra masas mugrientas.
Si asustan a las mujeres, llamad a la invasión
La vida real en Bahréin es algo completamente diferente. Lo que los medios corporativos de EE.UU. califican de “tenso emirato” sigue todavía bajo una ley marcial de facto. Los manifestantes pro democracia “liberados” –cientos de ellos– siguen en la cárcel. Human Rights Watch, dicho sea a su favor, pero basándose todavía en eufemismos, dice: “Existe poco rendimiento de cuentas por la tortura y los asesinatos – crímenes en los cuales está implicada la Fuerza de Defensa de Bahréin”. Ningún rendimiento de cuentas – de hecho.
Anticipando más represiones relacionadas con el primer aniversario de la revuelta, el Ministerio de Salud ha ordenado a los hospitales privados que informen al aparato de seguridad sobre cada persona herida; cientos de doctores y enfermeras acusados de tratar a manifestantes heridos han sido arrestados en los últimos meses.
El ejército colocó alambradas de púas en todas las áreas cerca de la rotonda Pearl –donde el monumento Pearl fue echado por tierra; la máxima metáfora gráfica de la democracia, arrasada. Dos ciudadanos estadounidenses, Huwaida Arraf y Radhika Sainath, fueron recientemente arrestados en Manama durante una protesta pacífica no violenta. Ayat al-Qormozi fue encarcelada porque leyó un poema criticando al rey Hamad en la rotonda Pearl.
En noviembre pasado, la Comisión Independiente de Investigación de Bahréin acusó a los al-Khalifas de utilizar “fuerza excesiva, incluida la extracción de confesiones forzosas, contra los detenidos”. A fines de enero, Amnistía Internacional los llamó a “investigar y responsabilizar por los informes de más de una docena de muertes resultantes del uso de gas lacrimógeno” y llamó a Washington a “suspender el envío de gas lacrimógena y de otro equipo de control de disturbios a las autoridades bahreiníes”.
El servicio local de seguridad, respaldado por los saudíes, se basa fuertemente en policías paquistaníes de control de disturbios – para no hablar de gas lacrimógeno y granadas de concusión hechos en EE.UU. utilizado para dispersar toda manifestación pacífica contra el gobierno. Numerosos ciudadanos mayores y niños han muerto de asfixia después que tropas del régimen dispararon gas lacrimógeno en áreas residenciales e incluso dentro de casas. La represión respaldada por los saudíes llegó a afectar a asistentes pacíficos a procesiones funerarias de manifestantes muertos por el aparato de seguridad de al-Khalifa.
¿Cuál es el problema? Todo forma parte del “diálogo nacional” del príncipe heredero
Sin embargo, a pesar de la continua represión, las manifestaciones que exigen la partida de los al-Khalifa suceden casi a diario. No era una demanda inicial del movimiento pro democracia; se convirtió en una después de la invasión saudí.
Y para probar definitivamente que vivimos en un mundo como en el Sentido de la vida de Monty Python, basta con leer la entrevista del rey Hamad publicada por el semanario alemán Der Spiegel [1].
El rey dice que pidió al CCG que invadiera el país en marzo de 2011 para proteger las “instalaciones estratégicas” de Bahréin – “en caso de que Irán fuera más agresivo”. Teherán no tuvo absolutamente nada que ver con las protestas – causadas por una monarquía que trata a la mayoría absoluta de sus súbditos indígenas tal como los Emiratos Árabes Unidos tratan a sus trabajadores extranjeros surasiáticos.
El rey también dijo que “nuestras mujeres están muy asustadas y es el deber de un caballero proteger a las mujeres”. Tal vez, en lugar de una invasión, tortura, asesinatos y represión ininterrumpida, el rey podría haber calmado a sus “mujeres asustadas” con un reparto de carteras Louis Vuitton auspiciado por el Estado.
YBV
0 Comentarios
DEJA UN COMENTARIO