La diferencia entre la vida y la muerte de niños y embarazadas no interesa a los grandes medios.
Caimanera es un municipio de Cuba. Iniciando el año 2012, una noticia procedente de ese pequeño poblado pasará inadvertida para muchos. Para los cubanos, porque de tanto escuchar informaciones similares se ha vuelto costumbre y, para el resto del mundo, porque ningún gran medio de prensa la publicará, a pesar de que Caimanera es la localidad más cercana al territorio que Estados Unidos ocupa en la Isla, donde está enclavada la base naval de Guantánamo, célebre por su conversión en cárcel sin ley para los prisioneros capturados por los militares norteamericanos en su “guerra contra el terrorismo”.
El hecho es que, según el sitio en Internet de un canal de televisión local, Caimanera cerró el año 2011 con índice cero en las tasas de defunciones en menores de un año, en las edades preescolar y escolar, al igual que en los fallecimientos maternos. Al mismo tiempo, Afganistán, el país de donde proceden mayoritariamente las personas avecindadas forzozamente por EE.UU. en Guantánamo, es el que posee la mayor tasa de mortalidad infantil en niños menores de un año en todo el mundo, por no hablar de los niños de otras edades que han sido allí víctimas mortales de las acciones de la OTAN.
La nación centroasiática cerró el 2011 con un índice de 149 por cada mil nacidos vivos, ligeramente superior al de 147 que ostentaba el país cuando la OTAN, bajo el liderazgo de Estados Unidos, decidió llevar la democracia allí. En cuanto a los fallecimientos maternos, el único dato que encontré disponible es de 2008 y dice que mueren 1400 madres por cada 100 000 nacimientos.
La mortalidad materna se define como “el número anual de muertes de mujeres por cada 100.000 niños nacidos vivos por cualquier causa relacionada o agravada por el embarazo o su manejo (excluyendo las causas accidentales o incidentales)”, por lo cual en ella no influyen casos como el de la mujer embarazada asesinada por las tropas norteamericanas en la provincia afgana de Paktia el pasado 17 de diciembre, de la que ningún medio de prensa occidental ha aportado el nombre ni entrevistado a su familia.
La organización no gubernamental “Save the children” seleccionó a Cuba entre los mejores países del mundo y el mejor del Sur para ser madre y a Afganistán como el peor. Los índices de mortalidad infantil y materna de un pequeño rincón de la Isla, donde antes de 1959 los marines norteamericanos imponían el vicio y la prostitución, son incluso mejores que los de Washington, la capital de Estados Unidos, en donde se legisla para impedir el acceso de los cubanos a medicinas y tecnologías de la salud. Diecisiete municipios cubanos presentaron en 2011 una mortalidad infantil de cero y la tasa del país es de 4,9, muy por debajo de la de EE.UU. que cerró el año que concluye con un índice de 7.
En nombre de los niños María Amelia Alonso Valdés, de dos años; Damián Hernández Valdés, de cuatro; y Dayán Romayena Lorente, de doce; quienes padecen de tumores del sistema nervioso central y necesitan tratamiento con Temodal, que es norteamericano y al que Cuba no puede acceder, el canciller cubano pidió el pasado octubre a la Asamblea General de la ONU condenar el bloqueo de Estados Unidos a la Isla, y obtuvo el apoyo de 186 países.
Pero al igual que el esfuerzo de Cuba para arrancarle a la muerte las vidas de María Amelia, Damián y Dayán, los niños y las madres de Caimanera están condenados a no ser noticia. El nombre del municipio guantanamero sólo llegaría a los grandes medios si desde allí hablaran personas pagadas por EE.UU. para crear el pretexto que permita convertir a este país en un nuevo Afganistán de la mano de las tropas que a pocos metros ocupan ilegalmente el territorio de la Isla, porque la diferencia entre la vida y la muerte de niños y embarazadas jamás importará a quienes trabajan en complicidad con sus victimarios, ya sea en La Habana o en Kabul. (Publicado en CubAhora)
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