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Europa está asistiendo a un desfile de nuevas caras en primera línea política y económica. Sin apenas tiempo para familiarizarse con los actores, el público se ha encontrado de frente con los rostros de Mario Draghi, Lucas Papademos y Mario Monti, los nuevos líderes del Banco Central Europeo, el Gobierno griego y el Ejecutivo italiano, respectivamente. Se trata de tres economistas de más de sesenta años, con formación en prestigiosas universidades estadounidenses y con un perfil bajo que facilita el consenso en torno a sus nombramientos. Además, los dos últimos han provocado un fulgurante renacimiento del término “tecnócrata” en conversaciones y artículos de prensa. Ahora bien, ¿tienen alguna otra característica en común? Tal y como pone de manifiesto un artículo de Le Monde, aún podemos añadir otro vínculo más que une a los tres: Goldman Sachs.
En primer lugar, Mario Draghi fue vicepresidente de Goldman para Europa desde 2002 a 2005, ascendido a socio y nombrado responsable de empresas y deuda soberana de los países europeos. Una de sus funciones era vender “swaps”, productos financieros con los que se ocultó una parte de la deuda soberana y que, en consecuencia, permitieron falsear las cuentas de Grecia.
Mario Monti, por su lado, es asesor internacional del banco americano desde 2005. Y en tercer puesto, Lucas Papademos, que fue gobernador del Banco Central griego entre 1994 y 2002, participando en la operación de falsificación de las cuentas del país perpetrada por Goldman Sachs. Ante semejante red de conexiones, Europa ha quedado reducida a personajes de Ionesco, repitiendo una y otra vez: “¡Qué curioso! ¡Qué extraña coincidencia!”, pero estos lazos entre los poderosos no pertenecen al teatro del absurdo sino todo lo contrario: es fácil encontrar más ejemplos que prueban que el guión tiene mucho sentido.
Además de los mencionados, otros dos pesos pesados han jugado un papel importante en la crisis actual del euro. Por un lado, Otmar Issing, ex economista jefe del Bundesbank y consejero internacional de Goldman Sachs. Por el otro, Jim O’Neill, el hombre que inventó el término “BRICS”, acrónimo que designa a los mercados emergentes con alto potencial de crecimiento (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y Primer Ejecutivo del área de gestión de activos del banco americano.
Es interesante resaltar que el irlandés Peter Sutherland desempeñó un papel clave en el rescate de su país, especialmente porque es el expresidente de Goldman Sachs Internacional y continúa siendo miembro de su Consejo de Administración. Y no está de más mencionar que Paul Deighton trabajó durante 22 años en el banco y ahora es el Director General del Comité de Organización de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Sin embargo, más allá de las apariencias, esta red de influencias ya no es tan eficaz como solía ser. El tejido de complicidades que mantenían los antiguos responsables de los Bancos Centrales de los distintos países ya no sirve tanto para controlar las decisiones, toda vez que los políticos son cada vez más conscientes de la impopularidad de los profesionales del mundo financiero. Allí donde Goldman Sachs pudo actuar con entera libertad (Grecia, especulación contra el euro, el “caso Abacus”…) se produjeron una serie de escándalos que provocaron enfrentamientos con los poderes públicos.
Y es que entre los votantes ha calado la idea de que a los responsables de la crisis hay que buscarlos en el mundo financiero, hasta el punto de que las acusaciones se reparten por igual entre políticos y banqueros, cuando tradicionalmente los segundos no solían estar en el foco público. La repentina llegada al poder de Monti y Papademos en Italia y Grecia y la impresión de que el proceso sigue en marcha, no ha hecho sino aumentar una cierta sensación entre la población de que se está tratando de convertir a los pirómanos en bomberos. Y mientras se discute si un Estado puede dirigirse como una empresa, en España han surgido iniciativas como la denominada “Vota en Banco – Cajero Electoral”, que presenta a los principales bancos del país como si fueran partidos.
Dr. Golman y Mr. Sachs
Así pues, el mayor obstáculo para la efectividad de las conexiones de Goldman es la creciente preocupación de empresarios y políticos por la imagen y la transparencia a la hora de tratar con sus hombres, a los que el banco procura situar siempre de forma subrepticia. Es por eso que sus antiguos responsables actúan como una suerte de Dr. Goldman y Mr. Sachs, ocultando sus vínculos con el banco cuando los entrevistan o cuando se les encomienda una misión oficial; tal y como ocurrió con Monti, a quien José Manuel Barroso, presidente de la Comisión, encargó en 2010 un estudio sobre el mercado único europeo.
Cuando se le pregunta, Mario Draghi no duda en afirmar que él no tuvo nada que ver con la falsificación de la contabilidad griega organizada por Goldman Sachs en el año 2000, dado que tomó posesión de su cargo en 2002 y dimitió en 2005, es decir, un año antes de que el banco procediera a la venta de los “swaps” griegos al National Bank of Greece, en esos momentos el primer banco comercial griego.
Un banco que estaba dirigido por Petros Christodoulos, el hombre actualmente responsable del organismo que gestiona la deuda griega. Y antiguo trader de Goldman Sachs.
Europa está asistiendo a un desfile de nuevas caras en primera línea política y económica. Sin apenas tiempo para familiarizarse con los actores, el público se ha encontrado de frente con los rostros de Mario Draghi, Lucas Papademos y Mario Monti, los nuevos líderes del Banco Central Europeo, el Gobierno griego y el Ejecutivo italiano, respectivamente. Se trata de tres economistas de más de sesenta años, con formación en prestigiosas universidades estadounidenses y con un perfil bajo que facilita el consenso en torno a sus nombramientos. Además, los dos últimos han provocado un fulgurante renacimiento del término “tecnócrata” en conversaciones y artículos de prensa. Ahora bien, ¿tienen alguna otra característica en común? Tal y como pone de manifiesto un artículo de Le Monde, aún podemos añadir otro vínculo más que une a los tres: Goldman Sachs.
En primer lugar, Mario Draghi fue vicepresidente de Goldman para Europa desde 2002 a 2005, ascendido a socio y nombrado responsable de empresas y deuda soberana de los países europeos. Una de sus funciones era vender “swaps”, productos financieros con los que se ocultó una parte de la deuda soberana y que, en consecuencia, permitieron falsear las cuentas de Grecia.
Mario Monti, por su lado, es asesor internacional del banco americano desde 2005. Y en tercer puesto, Lucas Papademos, que fue gobernador del Banco Central griego entre 1994 y 2002, participando en la operación de falsificación de las cuentas del país perpetrada por Goldman Sachs. Ante semejante red de conexiones, Europa ha quedado reducida a personajes de Ionesco, repitiendo una y otra vez: “¡Qué curioso! ¡Qué extraña coincidencia!”, pero estos lazos entre los poderosos no pertenecen al teatro del absurdo sino todo lo contrario: es fácil encontrar más ejemplos que prueban que el guión tiene mucho sentido.
Además de los mencionados, otros dos pesos pesados han jugado un papel importante en la crisis actual del euro. Por un lado, Otmar Issing, ex economista jefe del Bundesbank y consejero internacional de Goldman Sachs. Por el otro, Jim O’Neill, el hombre que inventó el término “BRICS”, acrónimo que designa a los mercados emergentes con alto potencial de crecimiento (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y Primer Ejecutivo del área de gestión de activos del banco americano.
Es interesante resaltar que el irlandés Peter Sutherland desempeñó un papel clave en el rescate de su país, especialmente porque es el expresidente de Goldman Sachs Internacional y continúa siendo miembro de su Consejo de Administración. Y no está de más mencionar que Paul Deighton trabajó durante 22 años en el banco y ahora es el Director General del Comité de Organización de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
Sin embargo, más allá de las apariencias, esta red de influencias ya no es tan eficaz como solía ser. El tejido de complicidades que mantenían los antiguos responsables de los Bancos Centrales de los distintos países ya no sirve tanto para controlar las decisiones, toda vez que los políticos son cada vez más conscientes de la impopularidad de los profesionales del mundo financiero. Allí donde Goldman Sachs pudo actuar con entera libertad (Grecia, especulación contra el euro, el “caso Abacus”…) se produjeron una serie de escándalos que provocaron enfrentamientos con los poderes públicos.
Y es que entre los votantes ha calado la idea de que a los responsables de la crisis hay que buscarlos en el mundo financiero, hasta el punto de que las acusaciones se reparten por igual entre políticos y banqueros, cuando tradicionalmente los segundos no solían estar en el foco público. La repentina llegada al poder de Monti y Papademos en Italia y Grecia y la impresión de que el proceso sigue en marcha, no ha hecho sino aumentar una cierta sensación entre la población de que se está tratando de convertir a los pirómanos en bomberos. Y mientras se discute si un Estado puede dirigirse como una empresa, en España han surgido iniciativas como la denominada “Vota en Banco – Cajero Electoral”, que presenta a los principales bancos del país como si fueran partidos.
Dr. Golman y Mr. Sachs
Así pues, el mayor obstáculo para la efectividad de las conexiones de Goldman es la creciente preocupación de empresarios y políticos por la imagen y la transparencia a la hora de tratar con sus hombres, a los que el banco procura situar siempre de forma subrepticia. Es por eso que sus antiguos responsables actúan como una suerte de Dr. Goldman y Mr. Sachs, ocultando sus vínculos con el banco cuando los entrevistan o cuando se les encomienda una misión oficial; tal y como ocurrió con Monti, a quien José Manuel Barroso, presidente de la Comisión, encargó en 2010 un estudio sobre el mercado único europeo.
Cuando se le pregunta, Mario Draghi no duda en afirmar que él no tuvo nada que ver con la falsificación de la contabilidad griega organizada por Goldman Sachs en el año 2000, dado que tomó posesión de su cargo en 2002 y dimitió en 2005, es decir, un año antes de que el banco procediera a la venta de los “swaps” griegos al National Bank of Greece, en esos momentos el primer banco comercial griego.
Un banco que estaba dirigido por Petros Christodoulos, el hombre actualmente responsable del organismo que gestiona la deuda griega. Y antiguo trader de Goldman Sachs.
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