El emir de Kuwait ha aceptado finalmente la dimisión de su gabinete en bloque por la presión de las protestas de la oposición y de la calle, que llegaron a ocupar hace semanas la sede del parlamento.
El movimiento de oposición -en el que se unen liberales favorables a una monarquía constitucional e islamistas partidarios de un régimen integrista- usó como bandera las acusaciones de corrupción contra muchos de los ministros del gobierno, vinculados en varios casos a la familia reinante, los Sabah.
La decisión del emir fue recibida hoy con una manifestación de júbilo en Kuwait City. Según los organizadores, más de 90.000 kuwaitíes se echaron a la calle para celebrar la caída del gobierno, en un país que cuenta apenas con 1,2 millones de ciudadanos. Los manifestantes reclamaron también la disolución del parlamento y nuevas elecciones.
Aunque la oposición a los Sabah viene de lejos, la presión interna en Kuwait se ha agudizado desde que comenzara la Primavera Árabe en enero de este año. El importante país productor de petróleo cuenta con el parlamento más activo de todo el Golfo Pérsico.
La inestabilidad que parece inaugurar Kuwait se produce precisamente cuando Estados Unidos está a punto de ampliar su presencia militar en el emirato, con el que cuenta como gran base en la región tras la inminente salida de sus tropas de Irak.
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