Lo que no se cuenta de la fusión Popular-Pastor

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El viernes Popular anunció la absorción del 100% del Banco Pastor en una operación valorada en 1.362 millones de euros. Una transacción en papelitos, amistosa, que contaba de antemano con el respaldo del 50,1% del capital de la absorbida. Un núcleo duro que, además, se aseguraba presencia en los órganos de administración de la absorbente y el mantenimiento de su marca en el ámbito regional gallego. Morgan Stanley, como asesor del comprado, negaba el viernes a quien le quisiera escuchar cualquier injerencia del supervisor en un proceso iniciado meses antes, beauty contest cuyo desenlace final se acabada de conocer. Oiga, la joya de la corona. El entorno de los compradores, sabedor de lo que el aumento de la exposición a España te puede penalizar hoy día como entidad, metía al Banco de España de rondón en la negociación, con grados de involucración diversos en función de los interlocutores. Escuche, más convencimiento ajeno que convicción propia.


Había, sin embargo, un elemento que parecía dar el pan a los primeros y negar la sal a los segundos, a saber: en la ecuación de canje anunciada Popular ofrecía una prima superior al 30%, tanto por las acciones ordinarias como por las obligaciones convertibles del Pastor. Tal sobreprecio, en un entorno de aparente necesidad urgente de recursos por parte de la firma con sede en a Coruña, no cuadraba bien con los argumentos empleados por los intervencionistas cuya valoración se aproximaba más a las irrisorias ratios sobre book value propias de la debacle cajista. Un argumento demoledor sobre el que merece la pena profundizar ya que es ahí donde radican buena parte de las claves de un acuerdo que, sin duda, tiene segunda derivada, razón que permite a la institución madrileña abordarlo con la tranquilidad de que el camino que se atisba en el horizonte es más cómodo de lo que puede parecer a primera vista.

Uno sobrepaga por un activo por tres motivos. Primero, por alcance estratégico. Evidentemente no es el caso. El ranking nacional del banco presidido por Ángel Ron no cambia al calor de esta adquisición. Más bien al contrario, añade más dimensión a su estigma operativo España, especialmente al aumentar presencia en segmentos complicados como el del crédito promotor nacional. No busquen por ahí la justificación. No es un deal transformacional. Segundo, porque hay unas sinergias de ingresos y gastos que justifican con creces tal desembolso adicional. Puede que sea el caso. Desde luego no por el lado del margen de intereses, donde cabe pensar que uno más uno no van a llegar a dos, pero sí por lo que a los costes respecta, donde la capacidad de maniobrar es importante. El hecho de que puedan llevar saneamientos contra reservas y no contra resultados puede ayudar a acelerar el proceso aun con el riesgo de recapitalización que tal opción conlleva. Es una alternativa válida para legitimar la prima, pero no la única.

Y es que existe una tercera razón: el saber de antemano que parte del pago excesivo que se hace va a recuperarse a través de la colocación a otro interesado de carteras de activos o grupos de sucursales a una valoración superior a lo abonado. Porque en toda esta ecuación nada se ha hablado del papel que puede desempeñar Credit Mutuel, el hada madrina que en junio del año pasado puso guapa a la Cenicienta Popular a través de un acuerdo de compra de 123 sucursales a nada más y nada menos que 2’4 veces valor en libros 2010, un 400% de los niveles por los que transita la mejor banca patria en la actualidad (VA, A la Cenicienta del Popular se le aparece el Hada Madrina, 29/06/2010). Que compró ya en noviembre el 5% del capital de la española al que se había comprometido. Y que acudió, en mayo y agosto de este curso, a sendas ampliaciones que le han permitido ampliar su participación por encima de dicho umbral. No se trata de una comparsa sino de una de las entidades no cotizadas más solventes de Europa y probablemente tiene mucho que decir sobre el futuro de la integrada.

Y es que, yendo a las cifras más gruesas, Popular está pagando apenas 2’3 millones de euros por cada sucursal del Pastor frente a los 5,5 a los que se cerró la adquisición por parte de los franceses del centenar y pico de oficinas de las filiales regionales de la primera hace 15 meses. Probablemente una exageración derivada de la rentabilidad y solvencia del paquete transmitido. El hecho de que solo 176 de los 588 locales de la gallega se encuentren en Galicia pone de manifiesto una dispersión geográfica que puede ayudar a operaciones de reventa como las aquí sugeridas. A nada que las pongan un poquito bonitas puede tratarse de un negocio redondo de amplios márgenes y fácil recuperación de parte de lo invertido. De ahí el sobre precio. Tercer factor complementario a la presión exterior y la mejora operativa interior. Un hecho que no impedirá cierres, despidos y provisiones a mansalva pero que, sin duda, ayudará a dibujar un futuro mucho menos traumático de lo que inicialmente podría parecer para los que se temen lo peor. O no.

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