Bronca en el Congreso por la aprobación de la reforma constitucional sin consenso

 - elConfidencial.com

Espectáculo y bronca en el pleno del Congreso que esta mañana ha aprobado la reforma constitucional. El debate fue un mero trámite en el que todos los grupos, salvo UPN, manifestaron su rechazo a la misma, como ya hicieron el pasado martes, cuando se aprobó su admisión a trámite. El auténtico debate fue la negociación que socialistas y populares mantuvieron con CiU hasta el instante previo a la votación para sumar a los convergentes al consenso. Negociación de la que el presidente Rodríguez Zapatero, hierático en su escaño, fue un convidado de piedra pese a ser el promotor y principal defensor de la reforma.


Las intervenciones de los portavoces de los grupos parlamentarios que se oponían a la reforma fue seguida con absoluto desinterés por PSOE y PP, que no estaban dispuestos a aceptar ninguna de las enmiendas presentadas al articulado. Un murmullo de charlas acompañó los discursos de los “disidentes”. Sólo cuando Sánchez Lliure, en representación de CiU, tomó la palabra se hizo el silencio, a la espera de que el convergente hiciera, por fin, público el sentido del voto de su formación. No lo hizo.

Lliure se limitó a reconocer que durante las 48 horas precedentes habían hablado, que no negociado, con PSOE y PP para que aceptaran sus enmiendas, pero que no había habido acuerdo, y apeló a su responsabilidad para no excluirles de la Constitución.

José Antonio Alonso, el portavoz socialista, le dio la réplica, desveló que les habían ofrecido cinco enmiendas transaccionales para intentar llegar a un acuerdo, y devolvió la llamada a la responsabilidad a los convergentes.

Lo mejor empezó cuando José Bono, presidente de la Cámara, interrumpió la sesión durante minutos antes de votar las enmiendas y la reforma propuesta por los dos partidos mayotarios. En ese momento comenzó un ir y venir de diputados socialistas y populares de unas bancadas a otras para intentar consensuar las nuevas enmiendas transaccionales que fueran del agrado de CiU. Elena Salgado, ministra de Economía, el candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, Fernando Fernández Marugán (que participó en el pacto con el PP) se reunieron con Cristóbal Montoro, responsable de economía de los populares, José Luis Ayllón y Soraya Sáenz de Santamaría para pactar una oferta a los convergentes. Rajoy no se movió de su escaño hasta que Elena Salgado se dirigió hacia él. Se intercambiaron papeles y los viajes a los escaños de CiU fueron constantes, aunque los rostros y los gestos delataban que el acuerdo era muy complicado. Era el último intento por reformar la constitución, inalterable durante 33 años, en cinco minutos.

Veinte minutos después, Bono pidió a todos que ocuparan sus escaños para empezar la votación y anunció que los diputados que tuvieran intención de ausentarse de la misma lo hicieran en ese momento, porque los ujieres iban a cerrar las puertas del hemiciclo y no dejarían salir a nadie. Bronca, intervenciones interrumpidas por Bono y, finalmente, los diputados de ERC, BNG, IC y NaBai abandonaron la sala.

Gaspar Llamazares, que había anunciado que se ausentaría de la votación, permaneció en un escaño con un solo objetivo: vetar las dos enmiendas transaccionales que PSOE y PP presentaron en un último intento de conseguir el voto de CiU. Al haber sido presentadas en el pleno es preceptivo que todos los presentes acepten que sean votadas, y Llamazares se negó. Acto seguido, abandonó su escaño entre abucheos. Duran i Lleida, muy enfadado, le reclamó que explicara si esa decisión era solo de IU o también de ERC, pero no hubo lugar a la aclaración. Tampoco el líder convergente aclaró si su grupo iba a votarlas, cosa poco probable por su contenido, que no recogía las reivindicaciones de autonomía financiera para Cataluña y un concierto económico.

Pese a la tensión, también hubo tiempo hasta para el humor, cuando Bono anunció a sus señoría que una de las enmiendas tenía un error gramatical con una preposición, “con” en lugar de “a”, que había consultado con la Real Academía de la Lengua. Pidió al pleno que aceptara la modificación. ¡Con la que estaba cayendo!

Finalmente, la votación de conjunto arrojó 316 votos a favor de la reforma (PSOE, PP y UPN) y 5 en contra (CC, UPyD y dos diputados del PSOE). Uno de ellos era de Antonio Gutiérrez, que lo había anunciado previamente, pero el otro resultaba una sorpresa. Eduardo Madina, secretario del Grupo Parlamentario socialista, explicó en los pasillos que se trabata de un diputado de Baleares que había apretado el botón del “no” por error. Ni PNV ni CiU votaron.

El Pleno discurrió con la Carrera de San Jerónimo cortada al tráfico de vehículos y de pers en previsión de incidentes. Lo nunca visto cuando en el Parlamento se dirimía una modificación de la Carta Magna que ha recibido numerosas críticas por la forma en que se ha tramitado, por su contenido y por haberse hurtado la opinión de los ciudadanos en referéndum.

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