"Si uno mezcla las oscilaciones en los precios (de los alimentos) con los elevados costes del combustible obtiene un brebaje tóxico que causa verdadero sufrimiento y contribuye a la inestabilidad social", afirmó el presidente del BM, Robert Zoellick. En una rueda de prensa en el marco de la reunión conjunta de primavera del BM y el FMI, Zoellick subrayó que los precios de los alimentos han subido un 36% en el último año y han arrastrado a la pobreza a 44 millones de personas más desde mediados de junio.
Tenemos que tener cuidado con la complacencia y necesitamos acciones urgentes
Según el organismo, una subida del 10% podría hacer que otros 10 millones de personas caigan por debajo de la línea de la pobreza extrema, que agrupa a los que viven con menos de 1,25 dólares diarios. El BM estima que hay unos 1.200 millones de personas en esa situación. En los niveles actuales los precios se encuentran ya próximos a donde estaban en el 2008, cuando el encarecimiento del precio de los alimentos provocó revueltas en numerosos países en desarrollo.
Un informe publicado este jueves por el BM señala que la subida del precio de los alimentos es superior al 1% en Egipto y Siria y recuerda que productos básicos como el maíz han subido un 74%, mientras que el trigo se ha encarecido un 69% y la soja un 36%. Para amortiguar el impacto de esa escalada, el BM instó a diseñar programas de nutrición para los más sectores más pobres de la población, así como a eliminar las restricciones a las exportaciones, aumentar las inversiones agrícolas y mejorar las predicciones meteorológicas entre otras medidas.
Desde el FMI, el director gerente, Dominique Strauss-Kahn, ha hablado de una recuperación que sigue afianzándose pero que no es la recuperación deseada porque no crea "suficientes trabajos". Recordó, en una rueda de prensa posterior a la de Zoellick, que la teoría generalizada hasta ahora había sido "que si hay crecimiento, hay trabajos". Pero las cosas no son "tan fáciles". "Por supuesto es necesario tener crecimiento, no hay dudas al respecto", explicó, para añadir que, además, es necesario tener políticas laborales adecuadas que involucren programas educativos, formación y ayuda por desempleo.
Crecimiento sin empleo
De no poner esas medidas en marcha, uno se arriesga a tener crecimiento sin empleo, un crecimiento del que muchos queden excluidos con el potencial riesgo de inestabilidad que quedó de manifiesto en Egipto, insistió. Subrayó que los datos macroeconómicos no significan nada si la gente no siente una mejora en su nivel de vida. Puso como ejemplo a Egipto y Túnez, "donde las cifras macroeconómicas no son malas pero la gente no nota ningún cambio en su situación". Aseguró, por lo demás, que la recuperación es "desequilibrada" y la incertidumbre "muy alta" e hizo hincapié en que lo más importante es no sucumbir a la autocomplacencia.
Para los países desarrollados el principal desafío es el elevado desempleo, así como los retos en el terreno fiscal y financiero. Los países en desarrollo, por su parte, afrontan el riesgo de sobrecalentamiento, mientras que las naciones de ingresos bajos tienen que lidiar con el incremento de las materias primas, que podría hacer que vuelvan a vivir "alto tan importante y difícil como lo que tuvieron en el 2008".
"O sea que tenemos que tener cuidado con la complacencia y necesitamos acciones urgentes", insistió. Los países ricos necesitan, dijo, reparar y reformar su sector financiero y adentrarse a medio plazo en un camino fiscal sostenible. Los emergentes necesitan, siempre que tengan espacio para ello, ajustar su política monetaria, retirar todas las medidas de estímulo puestas en marcha durante la crisis e impulsar la demanda doméstica.
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