Continúa el avance de la ola ultraderechista en Europa. Tras la victoria de los partidos ultranacionalistas en Italia, Hungría, Holanda, Bélgica, Suecia y Francia, Finlandia ha sido el último país en caer ante el auge de las fuerzas populistas: este pasado fin de semana, el partido de los Verdaderos Finlandeses se ha hecho con el 19% de los votos, convirtiéndose en la tercera potencia política del país.
Aprovechando un discurso político xenófobo y racista en época de crisis económica, la mayoría de los partidos han fomentado la hostilidad hacia los inmigrantes y otros grupos minoritarios para conseguir votos. Aunque en determinados países la entrada de los ultraderechistas en la política nacional viene produciéndose desde hace varios años, en gran parte del continente 2010 y los primeros meses de 2011 han sido clave.
Conquistas en Italia y Hungría
Precisamente hace un año, la Liga Norte logró una tremenda victoria en las elecciones regionales italianas, consiguiendo el apoyo del 50% de los votantes, consolidando su puesto en el Gobierno de Silvio Berlusconi. Uno de sus representantes en el Consejo de Ministros -Roberto Maroni, Interior- ideo la práctica de devolver los barcos llenos de inmigrantes ilegales a Libia, pese a las protestas de la Cruz Roja y algunos obispos católicos cara a la "mano dura" del Gobierno con quienes pedían asilo; sin embargo, el 76% de los italianos se ha mostrado a favor de estas medidas, que otros han tachado de xenófobas.
En torno a la misma época, el Movimiento por una Hungría Mejor -conocido como 'Jobbik'- logró convertirse en la tercera fuerza política de Hungría cuando los votantes decidieron 'castigar' al Gobierno socialista del país. Partido claramente ultraderechista, Jobbik destaca por sus posiciones políticas antisemíticas y ataques a los gitanos, los homosexuales y hacia los inmigrantes; varios medios occidentales han tachado al partido de ser fascista. El partido destaca por su ferviente defensa de las minorías húngaras en Estados vecinos -defiende los intentos de los mismos de lograr la autonomía- y su apoyo a la Guardia Magyar, un grupo paramilitar que ha sido comparado con el sturmabteilung hitleriano. Pese a su considerable apoyo, el partido se ha quedado fuera del Gobierno, ya que el partido conservador -Fidesz- disfruta de una mayoría absoluta en el Parlamento.
Avance ultranacionalista en el Benelux
En junio llegó el turno de Holanda y Bélgica, donde los partidos ultranacionalistas también lograron considerables victorias. En los Países Bajos el Partido de la Libertad de Geert Wilders consiguió el 15,5% de los votos. El grupo político de Wilders, un conocido xenófobo, aboga por la registración de los ciudadanos por grupos étnicos, la restricción de los inmigrantes provenientes de los países árabes, la eliminación de apoyo estatal a los programas de lucha en contra el cambio climático, y la instauración de una norma que requiera el poder hablar flamenco para acceder a los servicios estatales. Aunque el partido de Wilders apoya el Gobierno conservador, no forma parte del mismo.
En Bélgica, el partido ultranacionalista 'tradicional' del país, el Vlaams Belang, logró el 7,8% de los votos. Aunque los resultados supusieron un reverso para el partido -que logró el 12% de los votos en 2007-, el descenso de su popularidad no tiene que ver con una liberalización de la ciudadanía belga, sino de la radicalización de los otros partidos independentistas que, al adoptar muchas de sus políticas, terminaron por robarle a muchos de sus votantes. El VB exige la independencia de las regiones flamencas del país y la imposición de estrictos límites sobre la inmigración. Todo inmigrante aceptado tendría que asumir la cultura y el lenguaje flamenco; se rechaza por completo el concepto de multiculturalismo.
Suecia y Francia, también populistas
En septiembre el partido de los Demócratas de Suecia consiguió entrar en el Parlamento por primera vez, con 5.7% de los votos. El partido, conocido por sus propuestas xenófobas, provocó un escándalo durante la campaña electoral al emitir un anuncio en el que un anciano sueco se veía incapaz de competir en una carrera con una señora vestida con un burka.
Los Demócratas destacan por su rechazo de multiculturalismo y aseguran que todos los problemas de Suecia -y la crisis económica, en particular- son culpa de los inmigrantes. De manera paradójica, el partido ha, no obstante, logrado conseguir votantes musulmanes al apelar a la hostilidad de los mismos hacia los homosexuales. Los Demócratas también han atacado a la minoría indígena de los Sami, asegurando que los privilegios especiales concedidos al grupo son contrarios a los principios democráticos del país. Pese a su entrada en el Parlamento, el Gobierno conservador ha rechazado el apoyo del grupo.
En Francia, las elecciones cantonales de marzo han dado un gran apoyo a Marine Le Pen y su Frente Nacional. Aunque la participación no llegó al 37%, su grupo ultranacionalista se hizo con el 10,01% del voto. Más escandaloso es el hecho de que la presidenta del partido esté por delante de Nicolas Sarkozy en las preferencias de los franceses.
Le Pen mantiene los principios del partido más o menos iguales a los que fijó su padre, Jean Marie, al fundar el grupo político. El Frente Nacional exige un "retorno a los valores tradicionales" -limitar el acceso al aborto, facilitar el apoyo económico a las amas de casa-, el distanciamiento de la Unión Europea y la promoción de una política económica proteccionista. Pide, igualmente, prohibir la inmigración de personas del norte de África y los países árabes, y la "repatriación" de los ciudadanos franceses de origen extranjero.
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