Humala se convierte en el candidato a batir en Perú

 - ABC.es

El ultranacionalista y ex militar Ollanta Moíses Humala, de 48 años, ganó ayer la primera vuelta de las elecciones en Perú. El candidato de la alianza de izquierda «Gana Perú», no logró la mitad más uno de los votos necesarios para evitar una segunda vuelta. Los resultados provisionales de un pequeño número de mesas electorales representativas en todo el país daban la victoria a Ollanta Humala, con un 31,5% de los votos. Keiko Fujimori (Fuerza 2011) sería, según estos datos provisionales, su contrincante, con un 23,7% de los sufragios, seguida a corta distancia por Pedro Pablo Kuczynski (Alianza por el Gran Cambio), con el 18,9%. El expresidente Alejandro Toledo se quedaría con el 15,5% de las papeletas.

Estos resultados provisionales coincidían también con los sondeos a pie de urna. Sin embargo, el escrutinio dejaba en incertidumbre quién será el rival de Humala en la segunda vuelta. Con el 43% de los votos, Humala obtenía el 26,99%, Kuczynski el 23,60% y Keiko Fujimori, el 21,84%.

Tras conocer estos resultados, Humala quiso agradecer la confianza de los electores. «Nos comprometemos a seguir con el desarrollo. Gracias a todo el Perú. Nuestro compromiso es con el pueblo peruano. Lucharemos para derrotar a la corrupción y al narcotráfico».

El líder del PPK, Kuczynski, no quiso reconocer su derrota durante los primeros minutos de recuento a pesar de que Keiko compareció ante los medios junto a su familia para celebrar su segundo puesto. «Estamos ya en segunda vuelta. Lo puedo decir con tranquilidad. Gracias a mi padre, ya que por él todos ustedes están aqui aplaudiendo. Vamos a trabajar con respeto a la democracia, a la libertad de prensa y a los derechos humanos», dijo la candidata de Fuerza 2011.

Alejandro Toledo, el otro gran derrotado de la noche, dio las gracias a sus votantes. «Estoy en deuda con ustedes, miremos el futuro con esperanza. No podemos perder lo que juntos hemos logrado. Sigamos vigilando y protegiendo la democracia».

Cinco años más tarde la historia se parece a sí misma. Humala vuelve a ser el favorito del electorado y, de nuevo, el país se echa a temblar. El triunfador de las elecciones genera enorme desconfianza en Perú pese a su descomunal esfuerzo en tratar de convencer a su país y al universo de que ha cambiado «porque Perú y el mundo ha cambiado. Nuestras propuestas son distintas. He aprendido tocando el pulso al país», insiste.

Asesoramiento brasileño

Asesorado por leales del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, Humala ha puesto distancia con Chávez, su antiguo padrino: «Estoy más cerca de Brasil», repite en cuanto tiene cerca un micrófono después de aclarar que el modelo de Venezuela o cualquier otro no tiene porque servir para Perú que debe tener proyecto e identidad propia.

«El éxito de Humala es el fracaso de la clase dirigente y de los políticos», observa el economista Miguel Santillana. «Perú celebra la fiesta del crecimiento económico desde hace 10 años pero se olvidó de invitar a los pobres». Mientras el país acumulaba reservas que superan los 44.000 millones de dólares, controlaba una inflación —la más baja en 70 años— y presumía de crecer a un ritmo sostenido del 7%, el 35% de la población continuaba sumido en la pobreza y en torno al 18% en la miseria.

Los empresarios, los políticos, el Gobierno… En definitiva, los que tienen el poder se lavan las manos para no ensuciarse con los miserables del Perú. Lo han hecho siempre y no lo han remediado en los últimos cinco años pese a verle las orejas al lobo de Ollanta Humala cuando se enfrentó con Alán García en 2006.

Mientras los demás se dedicaban a sus cosas él abonaba el campo de los votos entre los sectores más desfavorecidos. «Dicen que soy el candidato antisistema pero si eso significa reivindicar la justicia social y empezar a distribuir la riqueza, pues sí, soy antisistema», reflexionaba con la prensa extranjera.«Tenemos credenciales democráticas» observa. Como muestra insiste en «no hacer diferencias entre inversiones extranjeras y peruanas», «respetar la libertad de expresión y de prensa» aunque advirtió que no permitiría que en su Gobierno «los medios de comunicación marquen la agenda y publiquen falsedades».

En ese escenario el nuevo Ollanta Humala defiende un patrón conocido. La reforma de la Constitución. —¿Qué es lo que no le gusta de ésta? Preguntó, al paso, ABC.

—Son tantas cosas que necesitaría demasiado tiempo para explicarla.

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