El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas de Egipto negó este sábado que haya dado órdenes a la Policía Militar para agredir a los manifestantes en Tahrir y calificó los incidentes ocurridos en la céntrica plaza cairota de "roces no intencionados". La junta militar, que gobierna el país desde que el presidente Hosni Mubarak renunció el 11 de febrero pasado, hizo el anuncio en un breve comunicado difundido en su página de Facebook.
La nota se conoce después de que la policía desalojara con violencia a centenares de manifestares que pretendían acampar en la noche del viernes en la Plaza de la Liberación. El lugar, epicentro de las protestas políticas que terminaron con el régimen de Mubarak, había quedado libre después del derrocamiento del presidente. Sin embargo, el viernes decenas de miles de personas protestaron en la plaza pidiendo cambios políticos más rápidos y acusando a los militares de no mantener sus promesas. Algunos de ellos pretendían volver a acampar en ese lugar.
Ashraf Omar, un manifestante, dijo que los soldados usaron sus bastones contra los activistas. "Creí que las cosas cambiarían. Quería dar al Gobierno una oportunidad, pero no hay esperanza con este régimen", declaró.
"El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas reitera a los jóvenes de la Revolución del 25 de Enero el interés en cumplir los nobles objetivos de la revolución, y lo que sucedió ayer durante la manifestación fue resultado de roces no intencionados entre la Policía Militar y los revolucionarios", indica la nota de la junta. En ese sentido, subraya que no ha dado ni dará órdenes para agredir al pueblo.
Piedras y botellas
En una nota posterior, el Consejo anunció "la liberación inmediata" de todos los jóvenes detenidos y expresó sus temores de que en los recientes incidentes haya "elementos infiltrados" interesados en generar "divisiones" entre la revolución y el Ejército. "Estos elementos agredieron a las Fuerzas Armadas con piedras y botellas, y estamos convencidos de que esa no es la conducta de la revolución, que se caracteriza por una conciencia patriótica", agregó la junta.
Mientras manejan asuntos domésticos por primera vez en décadas, los militares también desean que los egipcios regresen al trabajo para revivir una economía afectada por semanas de disturbios. La junta ha prometido cambios constitucionales que deberán llevar a elecciones libres y justas dentro de seis meses. El Consejo Judicial que debe redactar las reformas constitucionales tendrá que anunciar las propuestas pronto.
Sin embargo, el pueblo tiene prisa. Los manifestantes volvieron el viernes a Tahrir para exigir el reemplazo del primer ministro Ahmed Shafiq, quien fue nombrado por Mubarak en las últimas semanas de su mandato y trabajó por mucho tiempo para su Gobierno. Una remodelación parcial del gabinete no satisfizo a las fuerzas opositoras. Varios activistas mostraban carteles que decían: "El Ejército traicionó al pueblo". Este sábado unas 2.000 personas permanecían en Tahrir, porque "la revolución no se ha acabado".
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