Frank Wisner es empleado de un bufete
que trabaja para Mubarak
que trabaja para Mubarak
Por: Robert Fisk (The Independent). La Jornada Mx.
Frank Wisner, enviado del presidente estadunidense Barack Obama a El Cairo, quien enfureció esta semana a la Casa Blanca al instar a Hosni Mubarak a mantenerse en la presidencia de Egipto, trabaja en un despacho de abogados de Nueva York y Washington que tiene entre sus clientes al propio gobierno egipcio.
Las asombrosas declaraciones de Wisner –“es esencial que continúe el liderazgo del presidente Mubarak: es su oportunidad de escribir su legado”– sacudieron a la oposición democrática en Egipto y pusieron en duda el buen juicio de Obama, así como el de la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
El Departamento de Estado y el propio Wisner han asegurado ahora que esos comentarios fueron hechos “a título personal”. Pero no hay nada “personal” en las conexiones del enviado con la firma de litigantes Patton Boggs, que alardea abiertamente de asesorar a “el ejército egipcio y la Agencia Egipcia de Desarrollo”, y de haber “llevado arbitrajes y litigios en nombre del gobierno (de Mubarak) en Europa y Estados Unidos”. Resulta extraño que ningún periodista estadounidense haya mencionado esta extraordinaria conexión con los funcionarios del Departamento de Estado… ni el palmario conflicto de intereses que parece indicar.
Wisner es un diplomático de carrera retirado, con 36 años en el servicio exterior; en otras palabras, no es un designado político. Pero es inconcebible que Hillary Clinton no supiera que está empleado en un bufete que trabaja para el mismo dictador a quien ahora Wisner defiende de cara a una gigantesca oposición democrática en Egipto. ¿Por qué fue enviado a hablar con Mubarak, quien es de hecho cliente de sus patrones actuales?
Patton Boggs afirma que sus abogados “representan a algunas de las más importantes familias comerciales de Egipto y a sus compañías” y que ha “participado en proyectos de infraestructura de gas y telecomunicaciones en su nombre”. Uno de sus socios fue presidente de la Cámara de Comercio EU-Egipto. La firma también ha llevado disputas de contratos en acuerdos de ventas al ejército conforme a la Ley de Ventas Militares al Extranjero de Estados Unidos. Washington otorga alrededor de mil 300 millones de dólares al año a las fuerzas armadas egipcias.
Wisner ingresó a Patton Boggs hace casi dos años, tiempo más que suficiente para que la Casa Blanca y el Departamento de Estado se enteraran de las íntimas relaciones del bufete con el régimen de Mubarak. Nicholas Noe, investigador político estadounidense que ahora reside en Beirut, ha pasado semanas investigando los vínculos de Wisner con Patton Boggs y cuestiona las implicaciones de sus descubrimientos.
“El problema principal de que Wisner sea enviado a El Cairo como representante de Hillary es el conflicto de intereses –señala–. Más allá de eso, otro problema es la idea de que ahora Washington subcontrata o ‘privatiza’ el manejo de la crisis. ¿Será que le faltan diplomáticos?”
“Aun en ejemplos pasados en los que los presidentes han enviado a algún personaje ‘cercano’ a un gobernante extranjero o ‘respetado’ por él para propiciar una salida –añade Noe–, el enviado en cuestión no ha sido alguien que de hecho esté a sueldo del propio político a quien hay que sacar.”
Patton Boggs mantiene una “relación de sociedad” con la firma jurídica de Zaki Hashem, una de las más prominentes de Egipto. Hashem mismo fue ministro del gabinete del predecesor de Mubarak, Anwar el-Sadat, y más tarde encabezó la Sociedad Egipcia de Derecho Internacional. Por una notable ironía, uno de los principales consejeros de Hashem era Nabil al-Araby, uno de los 25 notables que han sido recientemente escogidos por los manifestantes de la plaza Tahrir para exigir la destitución de Mubarak.
Nabil al-Araby, ex miembro de la Comisión de Derecho Internacional de la ONU, me dijo este domingo que terminó su relación con Zaki Hashem hace tres años y que “no tenía idea” de por qué Wisner se había manifestado por la continuación de Mubarak en el poder. A él le parece esencial que Mubarak se retire de manera digna, pero inmediata.
Cuando Frank Wisner entró en Patton Boggs, en marzo de 2009, la firma lo describió como “uno de los diplomáticos más respetados de la nación”, quien brindaría a los clientes “asesoría estratégica global relativa a negocios, política y derecho internacional”. La firma señaló específicamente que la misión del “embajador Wisner” sería aprovechar “su experiencia en Medio Oriente e India para aconsejar a sus clientes estadounidense e internacionales”. Aún no sabemos con exactitud qué “experiencia” compartió con el dictador de Egipto, pero sus comentarios del fin de semana no dejan lugar a dudas de que le aconsejó aferrarse al poder unos meses más. La vasta red de compañías que tienen conexiones familiares con el régimen de Mubarak es, desde luego, uno de los blancos de los manifestantes pro democracia en Egipto.
Un portavoz del Departamento de Estado señaló que “presumía” que Clinton sabía que Wisner era empleado de Patton Boggs y conocía los vínculos del bufete con el gobierno de Mubarak, pero se negó a comentar sobre cualquier conflicto de intereses del enviado. Durante el domingo no fue posible contactar a algún representante de Patton Boggs.
© The Independent
Traducido para La Jornada Mx por Jorge Anaya
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