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“Esta mañana, una vez que el ministro de Defensa ha jurado su cargo, le he dado la orden de que disponga lo necesario a fin de que las tropas españolas destinadas en Irak regresen a casa en el menor tiempo y con la mayor seguridad posibles”. Estas fueron las palabras pronunciadas por José Luis Rodríguez Zapatero el 18 de abril de 2004, sólo un día después de asumir la Presidencia. Cumplía así su promesa hecha un año antes.
El 12 de Octubre de 2003, cuando aún era candidato, Rodríguez Zapatero no se levantó de su silla, como hicieron los demás ministros, políticos, militares y diplomáticos, al paso de la bandera estadounidense, durante el desfile por el tradicional Día de la Hispanidad. Pero Washington no creía entonces que ese “subversivo” socialista pudiera destronar del poder al fiel José María Aznar. Pero lo destronó, en las elecciones del 14 de marzo de 2004, tres días después de aquel fatídico 11-M.
Sólo un mes antes, el 13 de febrero, el entonces embajador estadounidense en Madrid, George L.Argyros, enviaba un mensaje a sus superiores en el Departamento de Estado --revelado recientemente por Wikileasks[1]-- en el que daba cuenta pormenorizada de las encuestas y probabilidades del PP y el PSOE en las urnas. En él estimaba que, a pesar de que millones de españoles se habían manifestado un año antes en la calle contra la guerra, ese no sería un factor importante en los comicios, “a menos que España sufra importantes bajas entre los 1.300 efectivos que tienen en Irak”.[2].
El embajador Argyros mantuvo hasta último momento su esperanza de que el líder socialista no cumpliera su promesa si sucedía algo que le permitiera lavar la cara, si la ONU pasaba a jugar un papel importante en Irak, como demandaba Zapatero. Así lo expresaba Argyros en otro cable del 18 de marzo de 2004.[3]
La retirada de las tropas fue el momento más crítico de las relaciones diplomáticas entre España y EEUU desde el Pacto de Madrid firmado en 1953 entre el dictador Francisco Franco y el presidente estadounidense Dwight Eisenhower.
Para Manuel Azcárate, dichos acuerdos supusieron un apoyo abierto al régimen de Franco, que distanció a Washington de aliados importantes, como Londres y París.[4]
Carlos Alfonso Zaldívar analizaba por su parte años atrás que aquel Pacto de Madrid hizo que EEUU fuera visto por la opinión pública española como “el principal apoyo al régimen de Franco”.
“Durante más de dos décadas”, añadía Zaldívar, “esta percepción penetró hondamente en la mentalidad de los españoles, dando lugar a un proceso de inversión del panorama del siglo XIX: los franquistas -herederos de una derecha históricamente antiestadounidense- aparecen como los amigos de Estados Unidos; y los liberales y demócratas españoles -cuyos antepasados habían asumido en España la defensa de los valores de la Constitución de Estados Unidos- se sienten abandonados o traicionados por unos Estados Unidos que pactan con el dictador que los persigue”.[5]
Los acuerdos entre los dos países llegaban, como decía Zaldívar, “Tras un siglo de enemistad abierta, seguido por tendencias al olvido”.
Desde la firma del Pacto, Washington no había experimentado un desaire semejante al que protagonizaría Rodríguez Zapatero. Fue el momento más tenso en la relación de los dos países en más de medio siglo.
EEUU confiaba inicialmente que Rodríguez Zapatero siguiera los pasos de Felipe González, recordando que éste, si bien como candidato presidencial abogó a inicios de los 80 por el “OTAN no, bases fuera”, una vez en el poder, terminaría teniendo a uno de sus principales colaboradores, a Javier Solana, como primer socialista secretario general de la OTAN. La expectativa a que ese precedente se repitiera se comprueba en el cable del embajador Argyros.antes citado.[6]
A pesar ello, Rodríguez Zapatero no esperaría a la llegada de un demócrata a la Casa Blanca para intentar recomponer las relaciones. El presidente español buscó rápidamente hacerse perdonar por Bush.
El 15 de enero de 2005, el embajador Argyros escribe un mensaje clasificado en el que detalla los ingentes esfuerzos de Rodríguez Zapatero para recomponer las relaciones con EEUU.[7]. Entre los esfuerzos que destacaba el embajador figuraban el aporte de España de 20 millones de dólares para las elecciones iraquíes y su gestión ante países árabes para incitar a los suníes a participar en los comicios; el ofrecimiento español de entrenar personal de seguridad iraquí en España; el aumento de tropas y asunción de mayores responsabilidades en Afganistán; el discurso del rey Juan Carlos en EEUU resaltando la importancia de las relaciones entre ambos países, y un largo etcétera.
El Gobierno Zapatero aceptó también las presiones de Washington para que el Banco Santander y el Sabadell cerraran sus oficinas en Teherán y que Repsol abandonara un gran proyecto gasístico en Irán.[8] .La batalla para aislar a Irán afectó entre 2004 y 2008 también los intereses de Iberia, Repsol, Telstar y Unión Fenosa. [9]
Rodríguez Zapatero hizo también, antes de la llegada de Obama al poder, otros “gestos” con la Administración Bush, que supusieron lisa y llanamente una complicidad con las violaciones de los derechos humanos de EEUU bajo el paraguas de la “guerra contra el terror”.
Es el caso de la actitud asumida por el Gobierno frente a las tres causas judiciales abiertas en España que implicaban directamente a militares estadounidenses en asesinatos –el “caso Couso”-- , secuestros y torturas – el “caso de los vuelos de la CIA”, cuyos aviones siguieron haciendo escala en diez aeropuertos españoles hasta 2007, tal como lo venían haciendo desde 2002 con Aznar—y el “caso Guantánamo”, por las torturas y detención ilegal, entre otros cientos, de prisioneros españoles.
La complicidad del PP y el PSOE en ocultar estos trapos sucios de sus respectivos gobiernos ya era evidente, pero los cables de la embajada estadounidense revelados por Wikileaks aportan las pruebas y los nombres de la sumisión de las autoridades españolas ante EEUU. Estos cables, que van desde 2005 hasta 2010 – muestran cómo prometen al embajador estadounidense hacer todo lo posible para que se archiven esas causas, desde el propio fiscal general del EstadoA español, Cándido Conde-Pumpido y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, pasando por la ex vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, el entonces ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, y su directora de Relaciones Internacionales, Cristina Latorre; el ex titular de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, Bernardino León, secretario general de la Oficina del Presidente –“el chico de oro del Ejecutivo”, según el embajador Solomont- y muchos otros altos funcionarios de Zapatero.
En los cables de la embajada estadounidense en Madrid filtrados por Wikileaks hasta ahora, fundamentalmente los del periodo 2005-2008, mientras la legación diplomática estuvo en manos del embajador cubanoamericano Eduardo Aguirre, quedan retratados todos ellos de una manera indiscutible y vergonzosa. “De la Vega subrayó que España no tiene reparos a los vuelos de inteligencia a través del territorio español”, dice en un cable del 9 de junio de 2006 el embajador Aguirre. “Zaragoza tiene una estrategia para torcer el brazo a Garzón en el ‘caso Guantánamo”, se leer en un cable del 4 de mayo de 2009, cuando ya Aguirre había sido sustituido por el actual embajador, Alan Solomont.
Conde-Pumpido firmó en abril de 2010 con su homólogo estadounidense Eric Holder, el Memorando de Entendimiento entre ambas fiscalías, que ampara en los hechos actos de sumisión como los descritos.
LA LLEGADA DE OBAMA A LA CASA BLANCA
Los cables de Wikileaks muestran cómo en esas tres causas judiciales abiertas en España que molestaban a EEUU, las presiones del Gobierno Obama sobre el de Zapatero fueron similares a las que ya venía ejerciendo la Administración Bush.
Cuando llegó Barack Obama al poder algunos analistas predijeron que Rodríguez Zapatero intentaría tener con Obama la excelente relación y simpatía mutua que tuvieron en los años ’90 Felipe González y Bill Clinton, y que permitió, entre otras cosas, la firma en Sevilla de la que se llamó Nueva Agenda Transatlántica. Sin embargo, salvo las formas, un “talante” similar de Obama y Zapatero, nada parece haber variado sustancialmente en las relaciones entre España y EEUU desde el cambio de inquilino en la Casa Blanca.
Tras el primer encuentro entre Zapatero y el embajador Solomont en La Moncloa, en enero de 2010, éste envió un mensaje importante a Washington: “España está abierta a incrementar la presencia de EEUU en la base naval de Rota para que sirva a los objetivos del AFRICOM”.[10] El AFRICOM es el sexto mando militar regional del Pentágono centrado en operaciones en Africa. En realidad, desde 2007 el embajador Aguirre venía negociando la posibilidad de que la base de Rota albergara “un componente del AFRICOM, el centro conjunto de operaciones de inteligencia”.
Moratinos y Alonso se habían mostrado en 2008 entusiasmados con esa posibilidad, según el embajador. En la primavera de 2010 España participaba ya junto a EEUU y varios países del norte de Africa en las maniobras militares antiterroristas Flintlock organizada por el AFRICOM.
Para EEUU, la situación geográfica de España y su relación privilegiada con Marruecos, la convierten en protagonista de primer orden para la lucha antiterrorista y contra el crimen organizado en el Mediterráneo. Máxime cuando cables de la embajada fechados desde 2007 hasta marzo de 2010 ponen la lupa sobre Catalunya, al considerarla “el mayor centro mediterráneo del yihadismo”. Y fue esa razón la que decidió a EEUU a montar en 2008 un centro de espionaje importante en su Consulado de Barcelona.
El único punto importante de fricción con la Administración Obama se produjo poco después de llegar éste al poder, cuando el Gobierno español anunció la retirada de sus tropas de Kosovo. A pesar de que España había adelantado en 2008 esa decisión, el vicepresidente Joseph Biden reprendió a Zapatero. Según un cable de la embajada estadounidense en Chile –el 201269, del 7 de abril de 2009--, país donde ambos se vieron, Biden le recriminó por no haber avisado antes a Washington. Acto seguido, sin embargo, Biden dijo: “La relación bilateral con España supera cualquier desencuentro sobre Kosovo”.
La Administración Obama sintió también un gran alivio cuando el Parlamento español aprobó en 2009 recortar drásticamente el principio de jurisdicción universal, tan valorado por los defensores de los derechos humanos en todo el mundo y que había permitido juzgar a dictaduras de varios países. Era una batalla por la que luchaba la embajada estadounidense, como se ve en varios cables, dado que afectaba directamente a las causas abiertas en España contra militares estadounidenses.
El presidente español parece insistir en su política complaciente con Obama, pese a que esta lo ha llevado hasta ahora no a un trato de igualdad entre ambos países, sino a ceder y ceder ante las presiones de EEUU en todos los terrenos.
Así Obama pidió a Zapatero más tropas para Afganistán y éste las envió sin dudar –en 2006 había 1.500 soldados españoles y hoy 3.000-; lo llamó personalmente en mayo pasado para urgirle a aplicar un plan de ajuste económico y financiero drástico y cuando el presidente español lo llevó adelante lo volvió a llamar para manifestarle su beneplácito. Zapatero no consiguió sin embargo intensificar las relaciones comerciales de España con EEUU, que siempre han sido débiles, ni pudo comprometer a Obama en su Alianza de Civilizaciones, ni ha logrado arrancarle reivindicaciones como la de que EEUU se haga cargo de parte de los costes de limpiar los 50.000 metros contaminados con plutonio en Palomares por el accidente nuclear de 1966.
Pero si es innegable que algo importante une a Zapatero con Obama son sus giros a la derecha, sus respectivas caídas en picado de popularidad y el negro panorama que se les abre para ser reelegidos en las elecciones que tanto EEUU como España celebrarán en 2012.
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