Continúan las manifestaciones en Túnez contra el "nuevo" Gobierno integrado por el partido del dictador Ben Ali


Tal como pasó en Venezuela en 1989 y en Grecia en 2010, las políticas que el FMI impone a los gobiernos de la oligarquía alrededor del mundo, han agotado la paciencia del pueblo tunecino, que se ha echado a la calle desde la semana pasada protestando contra los altos sueldos y privilegios de los políticos, empresarios y banqueros mientras la ciudadanía convive junto a la pobreza, hambre, paro y marginación.

Las revueltas de los ciudadanos hicieron huir al dictador de Túnez, Ben Alí, hacia Arabia Saudí. Sin embargo, la posibilidad de establecer un gobierno que represente los intereses del pueblo que salió a las calles a protestar no se ha dado aún. Los mismos cargos que dirigían el régimen de Ben Ali son los que dirigen el estado aún hoy, con el total apoyo de los EEUU y la Unión Europea.

Fouad Mebazaa (فؤاد المبزع) era el presidente del poder legislativo, hoy es el nuevo presidente de Túnez. Mohamed Ghannouchi (محمد الغنوشي) era primer ministro en la dictadura de Ben Ali y actualmente lo sigue siendo. Ambos militaron en el partido de Ben Ali hasta que éste huyó hacia Arabia Saudí, momento en el que ambos salieron de la agrupación política para poder mantener sus cargos, expresando que eran "independientes" e intentando marcar diferencias con el recién derrocado.

El partido que abandonaron y al que pertenece Ben Ali es el llamado Agrupación Constitucional Democrática (ACD), hermanado con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) mediante su pertenencia a la Internacional Socialista (IS). Esta misma organización de partidos "socialistas" expulsó a Ben Ali el día en que fue derrocado, habiéndole apoyado los anteriores 23 años en los que el dictador tunecino se mantuvo en el poder. Ali, llegó al poder certificando la invalidez del anterior "presidente vitalicio" tunecino. Años después comenzó a convocar elecciones de las cuales ganó las tres primeras con un 99,9% de los votos, ya que no existía oposición.

En las dos últimas elecciones ganó con porcentajes superiores o iguales al 90%, en unas jornadas electorales sin observadores internacionales y en un clima de represión contra cualquier atisbo de oposición.

Sorprende ver como todos los que apoyaban al dictador derrocado sin denunciar los crímenes de su régimen represor ahora cargan contra él. Los altos funcionarios de su gobierno, cómplices y ejecutores de las políticas del régimen tunecino ahora piden a interpol que le ayude a buscarlo para que sea juzgado por delitos de enriquecimiento ilícito, sin embargo antes de la rebelión popular apoyaban ese enriquecimiento personal del dictador.

Periódicos como El País, que antes calificaba a Ben Alí de "presidente", se ha puesto al día llamándolo últimamente "dictador". Sin embargo los medios de comunicación de masas publican contenidos que lavan la imagen de los funcionarios de la dictadura, de los cuales dicen que están llevando a cabo una transición hacia la democracia.

Las democracias occidentales que antes sólo tenían palabras de apoyo para Ben Alí ahora han salido a apoyar la transición ejecutada por los mismos que apoyaron la dictadura. El Gobierno español siempre lo ha tratado de "presidente" en las buenas relaciones bilaterales entre los dos países. Incluso sobre las últimas medidas que tomó Alí el Ministerio español de Asuntos Exteriores expresó que "saluda las medidas recientemente anunciadas por el presidente tunecino (...) cree que marcan la línea adecuada, en la que debe profundizarse, para restablecer la normalidad y contribuir a un futuro mejor".

Todo responde a una estrategia para cambiar la imagen de la dictadura y calmar al pueblo, para mantener a los antiguos valedores del dictador Alí y sus políticas neoliberales, buenas para las empresas privadas y los bancos europeos que se beneficiarán, por ejemplo, de los Tratados de Libre Comercio que el gobierno de España impulsa bajo el nombre de "Proceso de Barcelona: Unión por el Mediterráneo".

Sin embargo, aunque esta estrategia está siendo muy apoyada por los EEUU -incluso altos funcionarios del gobierno norteamericano han viajado a Túnez para respaldar al nuevo gobierno"-, la Unión Europea y los grandes medios de comunicación; los ciudadanos tunecinos siguen saliendo masivamente a la calle pese a la represión que se ha cobrado varias decenas de muertos, para exigir que ninguno de los cargos del nuevo gobierno sean del partido de Ben Alí, además de un cambio en las políticas que favorezcan sus intereses.

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