- Libertad Digital
Miedo, mucho miedo. Éste es el término que define el sentimiento de los inversores y las autoridades comunitarias en caso de que España precise acudir al Fondo de Estabilidad Financiera aprobado el pasado mayo para evitar la quiebra. La prensa alemana no es la única que destaca el pánico relacionado con la quiebra de España, también las principales cabeceras de EEUU, como The New York Times o Washington Post, analizan el "potencial desatre" que implicaría esta situación.
De hecho, hasta el propio vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de la Competencia, Joaquín Almunia, ha ratificado este jueves las dudas sobre la solvencia española: "Dudas en torno a España sin duda las hay. Lo estamos viendo en cómo reaccionan los mercados ante la deuda pública española o la deuda privada de empresas o entidades españolas. Y la duda, por un lado, está en si España va a ser capaz de aplicar lo que ha decidido que hay que hacer, y esa duda hay que despejarla cuanto antes diciendo que hay determinación de aplicar todos los compromisos establecidos. Y la segunda duda es si España tiene algo más, aparte de lo que ya está encima de la mesa".
Ante tal panorama, las autoridades internacionales debaten varias opciones que ya están encima de la mesa: ampliar el actual Fondo e, incluso, aprobar créditos bilaterales; que el BCE monetice de forma masiva las emisiones de deuda pública de España y otros países miembros en problemas; o, finalmente, dejar caer al país con la puesta en marcha del plan de "quiebras ordenadas" ideado por el Gobierno germano, consistente en aplicar quitas a los tenedores de bonos y aplazar pagos.
Tras Portugal... ¿España?
El dilema que se plantea es el siguiente: tras el rescate griego e irlandés, los inversores ya están descontando la quiebra y consiguiente salvamento de Portugal; el siguiente sería España, según refleja el mercado de credit default swaps (CDS), un seguro para cubrir pérdidas derivadas de impagos (default), en caso de que el Gobierno socialista no cumpla las promesas anunciadas en mayo, no aplique nuevos recortes y no ponga en marcha las serias y profundas reformas estructurales de liberalización precisas para impulsar el crecimiento. Por el momento, la ministra de Economía, Elena Salgado, insiste en que no son necesarias nuevas medidas, de ahí la creciente tensión que vive últimamente la deuda pública española; y tras España se sitúa Italia, completando así las lista de los denominados (PIIGS), los países periféricos, los más débiles de la zona euro.
El Banco Central Europeo (BCE) acaba de admitir el temor existente en el mercado. Si "España es demasiado grande para ser rescatada", ¿qué hacer llegado el caso? Y es que el Fondo de 750.000 millones de euros es insuficiente apara asistir al Gobierno socialista en caso de necesidad.
El actual Fondo de rescate asciende a un total de 750.000 millones de euros: los países de la zona euro aportarían 440.000 millones, que se completarían con otros 60.000 millones procedentes del presupuesto comunitario y, finalmente, 250.000 millones del Fondo Monetario Internacional (FMI)
La factura de Grecia (110.000 millones), Irlanda (en principio, 85.000 millones) y Portugal (unos 51.500 millones de euros) sumarían un total de 250.000 millones de euros, aproximadamente. Irlanda ha sido el primer país en acudir al Fondo, ya que Grecia fue rescatada pocos días antes de su creación.
En todo caso, se trata de una cantidad pequeña en comparación con los cerca de 350.000 millones de euros que precisaría España (siete veces mayor que la de Portugal) para cubrir sus necesidades financieras (déficits presupuestarios previstos y pagar la deuda que va venciendo) durante los tres próximos años, tal y como indica Rafael Pampillón, profesor del Instituto de Empresa (IE).
El rescate de España "pondría a prueba la capacidad financiera de la UE y del FMI. De ahí que España sea muy grande para caer y hay que evitar que caiga", advierte. Y todo esto es debido a que, en realidad, la capacidad de financiación del Fondo es muy inferior a esos 750.000 millones de euros anunciados por tres motivos:
1. El Fondo cuenta con la máxima nota crediticia (triple A) de las principales agencias de rating internacional, al contar con el respaldo de grandes potencias (Alemania y Francia) y gobiernos solventes (nórdicos) de la zona euro. Estos países pueden emitir, por el momento, deuda pública de máxima calidad para nutrir de dinero al Fondo, hasta un total de 440.000 millones de euros.
Sin embargo, para mantener esa triple A, su capacidad real de financiación apenas se estima en 350.000 millones de euros. Como resultado, "mientras que el Fondo podría ayudar a un pequeño prestatario como Irlanda o Portugal, plantea dudas en el caso de que la demanda proceda de un emisor de deuda más grande como España. Italia está fuera de su alcance", según los cálculos del banco HSBC.
2. Además, según las actuales reglas de funcionamiento del Fondo, si son más de tres los países que reciben ayuda al mismo tiempo, el fondo perdería la calificación AAA, con la que se financia en el mercado, "lo que pondría en una fuerte presión bajista al euro y al mercado de renta variable", según Saxo Bank.
3. Por último, según crezca el número de países que precisan ayuda, aumenta de forma muy sustancial la carga financiera (más deuda pública) para el resto de gobiernos que presten dinero. La aportación inicial de la zona euro (440.000), en realidad, no llega a 400.000 millones tras el rescate de Grecia e Irlanda, y las reticencias a seguir prestando dinero de Austria, Finlandia y Eslovaquia. Si España cae tampoco aportará todo el dinero comprometido, con lo que el Fondo apenas rondaría los 340.000 millones de euros.
Es decir, según vayan cayendo países, la factura será mayor para el resto de gobiernos solventes, con la consiguiente presión añadida para su rating soberano, así como para la máxima calidad crediticia del propio Fondo (punto esencial para poder prestar dinero a tipos próximos al 5% a los países necesitados).
De este modo, según las estimaciones que maneja el FMI, para que el Fondo mantenga la triple A, la capacidad financiera real de la UE apenas se sitúa en 300.000 millones de euros frente a los 500.000 anunciados (440.000 de la zona euro y 60.000 del presupuesto comunitario). Una cuantía que sumada a la del FMI (250.000 millones) proporcionaría un total de 550.000 millones de euros, muy justo para rescatar a España. Y es que, en tal caso, el salvamento de Grecia, Irlanda, Portugal y España rondaría en principio los 600.000 millones.
Las opciones
Las autoridades ya contemplan esta posibilidad y se han puesto manos a la obra. El presidente del Bundesbank y miembro del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE), Axel Weber, ha reconocido este jueves la posibilidad de ampliar la aportación de los países de la eurozona al Fondo en el caso de que fuera necesario. Los gobiernos de la zona euro "harán aquello que sea necesario para defender al euro". Es decir, Weber parece indicar que el Gobierno germano estaría dispuesto a incrementar su aportación al Fondo.
Sin embargo, sus declaraciones chocan frontalmente con la posición que venía defendiendo hasta el momento. De hecho, contradice la estrategia de la canciller alemana, Angela Merkel, consistente en permitir una "quiebra ordenada" de países, con quitas y reestructuración de deuda para los tenedores de bonos. Es más, Merkel solicitó ayer a los líderes europeos el "coraje" necesario para empezar a aplicar este plan a partir de 2011 frente al 2013 previsto inicialmente. Así pues, parece más bien un intento de Weber para tranquilizar a los mercados a la vista de la posición que hasta el momento ha mantenido Alemania.
Otra posibilidad que se plantea en el posible rescate de España consistiría en ampliar los fondos aportados por el FMI. El organismo ya ha señalado que en caso de necesidad podría inyectar un 50% adicional a los países periféricos, incrementando su participación en el Fondo de rescate europeo desde los 250.000 actuales hasta una cifra próxima a los 375.000 millones de euros.
También existe la opción de conceder préstamos bilaterales. "El Fondo no tiene la magnitud requerida para ayudar a España, por lo que necesitaría firmar acuerdos de préstamos bilaterales con los principales países, como Alemania o Francia, para terminar de garantizar su solvencia", según Saxo Bank. De hecho, esta medida ya se ha aplicado en el caso de Irlanda con los créditos de Gran Bretaña y Suecia.
Por otro lado, siempre cabe la posibilidad de monetizar deuda pública de los PIIGS mediante compras masivas por parte del BCE, tal y como ha solicitado esta semana la Eurocámara, y, posiblemente, la creación de eurobonos (un Tesoro único europeo). Por último, Merkel insiste en la necesidad de aplicar la "quiebra ordenada" de países en 2011.
Todas estas medidas alternativas conforman el Plan B que manejas las autoridades en caso de que, finalmente, España precise ser rescatada. Las "dudas", tal y como admite Almunia, existen, pese a los reiterados mensajes de "confianza" del Gobierno.
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