BBC Mundo -
Desde las ocho de esta mañana y hasta las cinco de la tarde, los brasileños están llamados a las urnas. Tras una campaña con pocos sobresaltos, muchos dan por hecho que la candidata oficialista, Dilma Rousseff, será la vencedora. La cuestión clave es si será precisa una segunda vuelta.
Con pocos rastros de la campaña visibles en las calles de Sao Paulo –donde desde 2007 la ley Ciudad Limpia contra la "contaminación visual" limita el uso de afiches de propaganda electoral- no son muchos los indicios que harían pensar que este domingo es día de elecciones en Brasil.
Sin embargo, desde primera hora de la mañana, cerca de 136 millones de brasileños están convocados a acudir a los colegios electorales de todo el país para cumplir con su derecho –y su obligación- constitucional.
Un proceso electoral complejo en el que Brasil elegirá a los gobernadores y los miembros de las cámaras de los 26 estados y del distrito federal, a los diputados y a dos tercios del Senado.
¿Quién sucederá a Lula?
Para Lula, "el pueblo quiere que el gobierno continúe".
Pero el resultado más esperado de esta jornada es quién presidirá el mayor país de América Latina durante los últimos cuatro años y sucederá a Luiz Inácio Lula da Silva, quien, tras ocho años de gobierno, abandona la presidencia con una popularidad en torno al 80%.
De acuerdo con todas las encuestas, la candidata del oficialista Partido de los Trabajadores, Dilma Rousseff –ex jefa del gabinete de Lula- es la que más probabilidades tiene de ocupar la presidencia.
En este sentido, para muchos brasileños, la principal incógnita de esta jornada reside en saber si Rousseff superará el 50% de los sufragios o necesitará una segunda vuelta para convertirse en la primera presidenta del gigante latinoamericano.
Lula, quien la apadrinó como candidata y la acompañó en casi todo momento de la campaña –y a quien muchos aseguran que debe gran parte de su popularidad- se mostró convencido de las posibilidades de obtener una mayoría suficiente este domingo.
A por la segunda vuelta
Serra pidió una segunda vuelta "por el bien del país".
"El pueblo quiere que el gobierno continúe", aseguró Lula este sábado en una visita a un centro de terapia contra la drogadicción en San Bernardo do Campo, la ciudad industrial de la periferia de Sao Paulo donde el presidente comenzó su carrera como sindicalista en los años 70.
En cambio, la oposición espera que los resultados permitan la celebración de una segunda ronda, que tendría lugar el próximo 31 de octubre.
"Vamos a la segunda vuelta por el bien del país", apuntó este sábado el candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), José Serra, principal rival de Rousseff, en un acto en el centro de Sao Paulo.
Para algunos analistas, las elecciones de este domingo son un momento clave en la carrera política de Serra, quien durante su larga trayectoria política fue ministro, gobernador y alcalde de Sao Paulo y ya resultó derrotado por Lula en los comicios presidenciales de 2002.
"Rompan el plebiscito"
La candidata del Partido Verde pretende romper la polarización entre PT y PSDB.
Igualmente segura de que habrá una segunda vuelta se mostró la tercera candidata en intención de voto según los sondeos, Marina Silva, del Partido Verde -y ex militante del Partido de los Trabajadores-, quien pidió a los electores que "rompan el plebiscito", en alusión a la previsible polarización del voto entre el PT y el PSDB.
Sin embargo, el PT parece estar tan convencido de que los resultados le serán favorables que, según publica la prensa brasileña, 48 horas antes del cierre de los colegios electorales, envió una solicitud de refuerzo policial en la Explanada de los Ministerios de Brasilia de cara a la posible fiesta de celebración de la victoria de Rousseff a la que también asistiría Lula.
"Nadie está preparando ninguna fiesta. Tenemos mucho respeto por el proceso electoral", indicó Rousseff.
De momento, a falta de conocer el resultado de los comicios, la mayoría de los analistas están de acuerdo en que el próximo gobierno, sea del partido que sea, tendrá un corte continuista con el de Lula. Al mismo tiempo, muchos se preguntan cómo será Brasil sin él.
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