Se fué Uribe: ¡Cesó la Horrible Noche!


Su posición corporal lo delata: Ya se siente preso

"Ya no tiene inmunidad el Narco-Genocida ( Nº 82), ex presidente de Colombia"

Por: Aporrea.org- PCC
Los pueblos dignos de nuestro continente no veian la hora de  tu partida. Todos sabemos que ahora trabajarás en las sombras, que es como mejor trabajas, pero tu legado, ese que te espera en todos los tribunales internacionales del mundo ya no estará en la sombra: Ya no tienes inmunidad. Un devastado medio ambiente, millones de desplazados y de campesinos sin tierra, de viudas mártires y de colombianos sin salud, sin trabajo y sin patria te despiden. Fuera de tu patria, los pueblos dignos del mundo y los que luchan por su definitiva soberanía te repudian. Estás recogiendo lo que sembraste.

Para muestra sólo algunos botones del accionar de Alvaro Uribe

La segunda administración de Álvaro Uribe Vélez tuvo un origen dañado y punible, por cuanto la aprobación en el Senado y la Cámara de Representantes del acto legislativo que consagró la reelección de 2006 , fue mediante el delito de cohecho, porque los funcionarios del alto gobierno compraron el voto de congresistas, dos de ellos, Yidis Medina y Teodolindo Avendaño en la cárcel y purgando la pena que les impuso la Corte Suprema de Justicia.

La intentona de la segunda reelección a través de la ley que convocó el referendo, declarada inexequible por la Corte Constitucional, también se hizo de manera ilegal y los promotores del mismo están judicializados y respondiendo penalmente por el fraude al Congreso y a la sociedad. A nada de lo anterior fue ajeno el señor Uribe Vélez.

Los 8 años de la administración Uribe Vélez transcurrieron de escándalo en escándalo. Desde la “parapolítica”, pasando por los negociados de los hijos del ejecutivo, el robo de Agro Ingreso Seguro, hasta los asesinatos y crímenes de jóvenes humildes, asesinados por los militares y presentados como guerrilleros para mostrar “positivos” en la lucha contrainsurgente.

En cinco años de vigencia de la Ley de Impunidad, sarcásticamente denominada Ley de Justicia y Paz, de 31 mil ‘paras’ “desmovilizados”, solo ha habido una condena y de 280.420 víctimas registradas, un solo caso ha sido reparado por la vía judicial.

Las al menos seis millones de hectáreas de tierras arrebatadas a punta de motosierra y plomo, a varios millones de campesinos, masacrados, desaparecidos o desplazados, permanecen en manos de los criminales. Y para rematar, los bienes que estos escuadrones de la muerte han entregado para reparar a las víctimas, es basura con poco valor.

No se olvida la actividad criminal del DAS, organismo secreto que depende de la presidencia de la república, que intimidó, amenazó, espió y adelantó campañas de desprestigio de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que investigan la “parapolítica”, de periodistas críticos del régimen y de importantes personalidades de la oposición. Todo ello en nombre de la “seguridad democrática” y de la necesidad de aplastar a la guerrilla.

El uribismo, que encabezó un Estado mafioso en donde todo vale en el “arte de gobernar”, es una corriente de la ultraderecha liberal y conservadora, apoyada en las relaciones de dependencia y sometimiento al imperialismo de Estados Unidos, en especial el Pentágono y los complejos militar-industrial y las corrientes militaristas que se lucran de la guerra interna en Colombia.

Uribe configuró un régimen de los sectores más descompuestos de la clase dominante, la lumpen burguesía, para favorecer al gran capital, en particular al sector financiero y a las transnacionales con el argumento falaz de que la confianza inversionista genera crecimiento económico, mejor nivel de vida y empleo.

El Gobierno de la “seguridad democrática” basó su fundamento en la guerra, la persecución a los opositores y la degradación de las formas coercitivas del poder. Es el régimen que pretende prolongarse en la primera administración de Juan Manuel Santos, quien se reclama heredero de Uribe Vélez y de la “seguridad democrática”, aunque con desespero trata de diferenciarse en el estilo y en un ejercicio político más “decente”.

Uribe fue en esencia clientelista y violento,primero con el llamado Estado comunitario, aunque luego diluido en la concepción beligerante de la “seguridad democrática”, fracasó y no de cualquier manera.

Su razón de ser que fue la de aplastar a la insurgencia no la logró y, al contrario, después de duros golpes militares y mediáticos, de vender la historia de que la seguridad significa que en las carreteras colombianas no se presenten retenes de la guerrilla o ataques masivos a poblaciones y guarniciones militares, lo que se registra es la recomposición de la fuerza insurgente, el significado de su resistencia y la realidad que significa su propia existencia, porque ni fue derrotada en noventa días y menos se puede avalar la prédica de los generales del fin del fin, durante los últimos ocho años.

El paramilitarismo “sobrevivió”  y aún continúa actuando con felonía de la mano de militares y caciques políticos regionales. Alguien decía en estos días que “detrás de cada crimen político hay un militar y un político local”.

La damnificada con esta política guerrerista que arrastra los principales recursos del Estado fue la atención social, porque la salud, la vivienda y la educación, pilares de una auténtica democracia social, presentan resultados negativos y están convertidos en lucrativos negocios de la empresa privada y del sistema financiero Durante los largos años de esta horrible noche los voceros gubernamentales se solazaron con arrogancia del supuesto crecimiento económico, pero las medidas plutocráticas le garantizaron las utilidades a los ricos, mientras aumentó la pobreza, la desigualdad social y el desempleo.

El conflicto interno está más degradado que antes. El cuadro de los derechos humanos es desolador y lo aseguran las Naciones Unidas y otros organismos internacionales. El país está más desbaratado y en pleno choque entre los distintos poderes públicos, que han querido ser cooptados y sometidos por el Ejecutivo. Ciento siete ex congresistas y 500 políticos de la amplia gama de los partidos y corrientes uribistas, están vinculados a la “parapolítica”, punto principal de contradicción entre el presidente y el poder judicial, porque el primero ha salido a defender a sus amigos con el arma de la calumnia y la infamia contra magistrados y jueces.

Uribe Vélez negó la posibilidad de las salidas humanitarias y políticas del conflicto. El país se desgastó más en la guerra interna. Y de pasó socavó las relaciones internacionales con los vecinos, porque se convirtió en el principal soporte para la intervención yanqui en América Latina.

Siete bases militares gringas en territorio colombiano son una amenaza para la paz en la región. Si algo sale a flote en la melancólica despedida de Uribe Vélez es el fracaso de la salida militar. El marco del conflicto cambió en los últimos ocho años aunque con enorme deuda social, pero el origen continúa siendo el mismo; su naturaleza es política, social, económica e histórica.

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