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Son una de las citas obligadas para los aficionados a la observación celeste. Con nocturnidad y agostidad, las Perseidas, estas estrellas fugaces que siguen convocando a miles de amantes del cielo oscuro, presentan este año una ocasión especialmente propicia: el 10 de agosto es Luna Nueva y vamos a tener un cielo especialmente oscuro en el que poder ver -contaminación lumínica aparte- más meteoros que otros años. El máximo será en la noche del 12, pero ya desde hace dos semanas se pueden ver por el cielo
En 2009, que fue Año Internacional de la Astronomía, se realizaron en cientos de puntos de nuestro país observaciones y fiestas de estrellas que convocaron a decenas de miles de personas, como sucedió en torno a estas fechas, con el espectáculo de los fragmentos del cometa P109/Swift-Tuttle entrando en la atmósfera terrestre y mandando su luz incandescente. No fue, sin embargo, un año especialmente pródigo, y además la luz de la Luna impedía ver con el adecuado contraste las más débiles.
En 2010, sin embargo, en esta semana del máximo de las Perseidas la Luna apenas va a contaminar con su luz el cielo. Podremos tener unas condiciones óptimas, eso sí, buscando siempre un lugar adejado de los puntos habitados y llenos de farolas poco eficientes y que iluminan inadecuadamente el cielo. La contaminación lumínica sigue siendo una de las tareas pendientes de ayuntamientos y comunidades autónomas: una de las consecuencias menos conocidas de la burbuja urbanizadora que asoló España ha sido que casi hemos pavimentado el territorio, y sembrado por todos sitios farolas que en vez de mandar su luz al suelo (que es aquello que supuestamente debería iluminarse) se dedican a derrochar energía lanzándola hacia el horizonte y más arriba, creando en torno a los núcleos de población un enorme copete de luz, que se suele juntar a la contaminación atmosférica creando esas boinas luminosas que podemos ver a decenas -o incluso cientos- de kilómetros de distancia.
Para que se hagan una idea: en Navarra, la Agrupación Astronómica Navarra y el Observatorio Astronómico de Guirguillano, junto con el Planetario de Pamplona, hemos decidido convocar al público a la observación de esta lluvia de las Perseidas en uno de los enclaves naturales que aún quedan oscuros, siendo accesibles para la gente: el mirador de la Foz de Arbayún, cerca de Lumbier, donde realmente aunque el Este queda casi inutilizado por la cúpula luminosa de Pamplona, aún es posible ver perfectamente la Vía Láctea, ese Camino de Santiago celeste que muchos no han llegado a ver en su vida. En muchos otros puntos de la geografía nacional, idénticas convocatorias buscarán esos lugares oscuros para mirar el cielo de verano.
De esta forma, la observación de meteoroides es también una suerte de reivindicación del Cielo Oscuro (como hace la Asociación contra la Contaminación Lumínica), de un patrimonio intangible que, en cualquier caso, la UNESCO ha considerado digno de protección. Recientemente, además, lugares históricos relacionados con la astronomía y arqueoastronomía, han recibido una especial protección por parte de este organismo internacional, entendiendo que la relación de la astronomía con la cultura es importante y debe ser recordada. En cualquier caso, lo que siempre queda en estas noches cerca de la de San Lorenzo, es la experiencia tan bella de ver el cielo de verano y, a la vez, ir contando estrellas fugaces.
La noche de mejor observación será la del jueves 12 al viernes 13, porque los máximos previstos (que significarán, en el mejor de los casos, unas cuantas fugaces seguidas en ciertos momentos de la noche) quedan en esa zona, aunque este punto siempre es algo incierto y de ahí que los estudiosos del cielo sigan animando a que la gente colabore con sus observaciones e imágenes de las Perseidas.
En los últimos 15 años, la ciencia meteórica ha experimentado un enorme desarrollo, y las Perseidas no son ajenas al mismo: gracias a la paciente y sistemática observación de estos fragmentos de cometa entrando en la atmósfera terrestre se conoce mejor cómo es su distribución en las zonas cercanas a la órbita del cometa progenitor de esos trocitos microscópicos, el Swift-Tuttle descubierto a mediados del siglo XIX. La dinámica de estas corrientes meteóricas, y la interacción que tienen con nuestro planeta, permite ahora predecir la existencia de diversos máximos de actividad meteórica, y cada año ir afinando un poco más.
Los interesados en conocer cómo pueden realizar estas observaciones y cómo ayudar, pueden acercarse por la página de la Sociedad de Observadores de Meteoros y Cometas. En ella, además de información técnica sobre qué son y por qué se ven en estas fechas tenemos también los formularios de observadores y las técnicas recomendadas para realizar mediciones astronómicas.
Quienes quieran aprovechar para observar cómo los satélites artificiales y restos de cohetes llenan también de puntos moviéndose el firmamento, recomendamos visitar páginas como Heavens Above o CalSKY, en donde se encuentra cómo localizar a la Estación Espacial Internacional (estas noches, por cierto, visible para los madrugadores) y otros cientos de satélites.
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