Javier Parra
Mucho se ha escrito, se escribe y se escribirá sobre el papel del Borbón durante la puesta en escena del fallido golpe de Estado del 23F. Aunque la versión oficial es que la mesiánica intervención del rey salvó nuestra débil democracia, no deja de ser la más inverosímil y provoca sonrojo observar como aún son muchos los que la pregonan y la creen.
El jóven régimen monárquico necesitaba de una fecha épica y de un héroe o un caudillo. Esa fecha fue el 23F - el propio Alfonso Guerra así lo afirmaba durante esos días - y el "héroe" un tipo que heredó su cargo de manos de un dictador. Resultó así que los héroes no fueron los millones de personas que fueron perseguidas durante 40 años por luchar por la libertad. Las medallas se las llevaron los más astutos del régimen anterior, como Fraga, que supieron moverse para continuar al mando de la nave, y una serie de políticos que supieron fraguar una carrera política a costa de las bases militantes a las que supuestamente representaban.
Aparte de la versión oficial, hay otras versiones, como la del Coronel Amadeo Martínez Inglés que asegura que el 23F "no fue sino una chapucera maniobra borbónica de altos vuelos, al margen de la Constitución y de las leyes, para cambiar el Gobierno legítimo de la nación en provecho de la Corona".
Cada cual aceptará como válida una u otra versión en función de su inteligencia y de las ganas que tenga de seguir dejándose engañar. Lo que es indiscutible es que el 23F fue el dia más rentable para una panda de Borbones, con Juan Carlos a la cabeza. Ni para los trabajadores y trabajadoras, para quienes ese glorioso día no supuso más que una descarga controlada de adrenalina. Tampoco para la democracia, que pasó de ser un logro de los españoles que lucharon por ella, a una divina concesión del rey. También fue un buen día para los grandes empresarios de este país, que vieron como su compadre y socio, el Borbón, era encumbrado como el indiscutible artífice de la democracia española.
Lo que aún parece increible en un país presuntamente avanzado y supuestamente democrático es que se pretenda, no solo seguir haciendonos tragar con un rey que en ningún momento se jugó el culo por la libertad, sino que se quiere que aceptemos a su hijo - cuyo único mérito es haber nacido Borbón -, como futuro Jefe de Estado. En fin Borbones, echadle cojones y ganad unas elecciones.
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