El efecto devastador que está teniendo la recesión sobre el empleo va mucho más allá de lo que podía imaginarse. Los datos que acaba de publicar Eurostat indican que la tasa de empleo de España -porcentaje de trabajadores con empleo respecto del total de la población entre 15 y 64 años- ha retrocedido nada menos que cinco puntos en un solo año.
Se trata de la caída más fuerte jamás alcanzada por la economía española desde el Plan de Estabilización; pero también supone poner freno al proceso de convergencia iniciado a mediados de los 90, cuando gracias al fuerte crecimiento del empleo, España llegó a rozar en 2008 el nivel de ocupación de la Unión Europea.
Según las cifras de Eurostat, la tasa de empleo española (la variable más relevante desde el punto de vista económico ya que afecta a todo el sistema productivo) se situó en el segundo trimestre de este año en el 59,9%, muy lejos del 64,9% registrado en la eurozona. Un año antes, la tasa de empleo de España se situaba en el 65%, apenas 1,1 puntos porcentuales por debajo de la existente en Europa.
El enorme retroceso supone el incumplimiento de uno de los objetivos estratégicos del Gobierno incorporados en el Programa Nacional de Reformas, un documento que aprueba anualmente el Consejo de Ministros y que supone una especie de evaluación permanente de los objetivos de Lisboa. El objetivo del Gobierno era alcanzar en 2010 una tasa de empleo del 66%, lo que hubiera supuesto converger con la Unión Europea. Sin embargo, ese objetivo es ya imposible de cumplir, lo que lastra la recuperación de la actividad económica.
Empleo masculino
El alejamiento de la convergencia con Europa tiene que ver, fundamentalmente, con el comportamiento del empleo masculino que literalmente se ha desplomado. Ha retrocedido nada menos que 7,5 puntos en sólo un año (ha pasado del 74,4% al 66,9%), mientras que en el caso de las mujeres su evolución ha sido mucho menos negativa. Ha pasado del 55,2% al 52,8%, lo que significa que la ocupación femenina se sitúa ya a seis puntos de la media de la Unión Europea. Con todo, la tasa de ocupación femenina ha tenido un comportamiento espectacular en el último decenio, con una ganancia de cerca de 20 puntos respecto de 1997. Si bien no hay que olvidar que se partían de niveles bajísimos (apenas un 35% al comienzo del anterior periodo expansivo de la economía).
A la luz de estos datos, esto supone que de los 27 países de la UE en sólo cinco (Rumania, Polonia, Malta, Hungría e Italia) la tasa de ocupación es inferior a la de España. En 2004, cuando llegó el presidente Zapatero a la Moncloa, la tasa de empleo de España se situaba en el 61,1%, es decir 1,2 puntos por encima de los niveles actuales. Es decir, que en el último año no ha habido convergencia alguna en este indicador estratégico desde un punto de vista económico. El número de ocupados con edades comprendidas entre 15 y 64 años afecta a la financiación del Estado de bienestar (pensiones o sanidad), pero también a la recaudación fiscal, toda vez que estamos ante un sistema tributario que grava fundamentalmente al factor trabajo.
La brutal caída de la tasa de ocupación hay que vincularla al aumento del desempleo. Según datos de Eurostat, España es responsable de nada menos que del 40% de lo que ha aumentado el paro en la UE en el último año. Los malos datos de empleo condicionan la salida de la crisis, ya que componentes de la demanda interna como el consumo de las familias (el 55% del PIB) se sostienen principalmente por la variable ocupación, por lo que si esta no crece, es prácticamente imposible que la economía se recupere de forma sostenida. Durante los años del boom, el empleo llegó a explicar el 80% del crecimiento del Producto Interior Bruto, lo que da idea de su importancia en términos estratégicos.
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