Los españoles y su pancarta en la marcha de Londres

EDUARDO SUÁREZ desde Londres

28 de marzo de 2008.- Alrededor de 30.000 personas tomaron el sábado las calles de Londres. Muchos marchaban para mostrar su compromiso contra la pobreza. Otros para pedir a los líderes del G20 que no olviden su compromiso contra el cambio climático. ¿Había españoles en la marabunta? Los había. Aquí los tienen ustedes en la foto. Un puñado de jóvenes aragoneses portando un trozo de tela sostenido a cada lado por una fregona.

Los manifestantes españoles en Londres. | Miguel Ángel Fonta

Los manifestantes españoles en Londres. | Miguel Ángel Fonta

La leyenda de la pancarta habla por sí sola. Será mejor no mancillar el teclado reproduciéndola. Sólo subrayar que sin duda elevó el nivel intelectual de la protesta. Como lo elevaron las actitudes soeces y machistas de sus portadores, que marcharon con la bota en bandolera y cantando 'El vino que tiene Asunción'.

Lo más repugnante ocurrió cuando la marcha enfilaba los últimos metros de Piccadilly Street, a punto de doblar la esquina de Hyde Park Corner. En el primer piso del hotel Park Lane un japonés y una japonesa se asomaban a la terraza. Él, con la Nikon sobre los hombros. Ella, con una sonrisa en los labios. La mayoría de los manifestantes andaban a lo suyo, pero los españoles enseguida detectaron la escena. Bien pertrechado de furores anticapitalistas, el neandertal del megáfono decidió emprenderla a alaridos con la pareja nipona. No con el chico sino con la chica, a la que empezó a gritarle: "¡Enséñanos las tetas! ¡Enséñanos las tetas!". Un lema fino e inteligente que secundaron de inmediato sus colegas y hasta las damiselas que los acompañaban. La japonesa, claro, no entendía. Y miraba sonriente hacia la calle. Como pidiendo explicaciones ante lo que oía.

Un impulso al que los españoles respondieron ensañándose ahora con su compañero, al que decidieron colgarle el apodo de Lucas. "¡Lucas, dile a tu chica que nos enseñe las tetas!", insistieron con saña, antes de que la pareja se refugiara dentro del edificio.

Luego prosiguieron la marcha. Enarbolando sendas fregonas y paseando por Londres su mala educación.

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