Después hablamos de Venezuela

Cabalar | EFE

Tanto si el acuerdo se produce mañana a primera hora de la mañana como si llega en el 2065, el daño causado a la Justicia española es ya irreparable. Y lo vamos a pagar por mucho tiempo, porque los desatinos en la renovación de los órganos judiciales alcanzan grados difícilmente comprensibles en un país en el que cada media hora se nos exige lealtad y cumplimiento de las leyes y la Constitución.

Y sin embargo, la Constitución es la primera víctima de este incomprensible enfrentamiento entre Gobierno, oposición y Poder Judicial. Se incumple la Carta Magna, lo hacen los populares. También se saltan la ley, lo hacen los jueces, que obliga a esa renovación en tiempo y forma. Los elegidos para cinco años, con un equilibrio de fuerzas políticas muy diferente al actual, se apropiaron de los sillones y no piensan moverse. Y desde esa situación se permiten, como viene haciendo habitualmente Carlos Lesmes, abroncar a Sánchez y a Feijoo, que pasaron por las urnas, y amenazar con tomar «decisiones que ni queremos ni nos gustan». Así de perdonavidas.



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