¿Se volvió loco Maduro con las últimas medidas económicas?



Esta vez no fue contra la fallecida MUD, sino contra sus amos que personalmente asumieron la vanguardia.

La ebriedad y la alegría siempre posterior a una victoria electoral del chavismo duró poco, a medida que por la vía de los precios se nos castigaba por haber teñido, nuevamente, el mapa de rojo. El único partido político funcional que queda en el lado contrario, el de los comerciantes y Dólar Today, se activaron rápidamente para imponer el terror económico en los anaqueles.

Hay algo que siempre me ha parecido extraño: todos sacamos cuentas, pagamos, vendemos, pedimos prestado, hacemos cálculos para que nos rinda la plata, pero cuando un economista de elegante flú nos habla de deuda, bonos y macroeconomía no le entendemos un carajo.

Y es quizás porque de tanta argucia técnica se pierde de vista la simpleza del problema, o al menos su manifestación. Por ejemplo, ¿por qué en los países del "primer mundo" no hay bachaqueo y los precios no suben todos los días? Simple: esos países y sus transnacionales explotan a los países pobres, la abundancia es tal que esas formas de rebusque son innecesarias y de marginales suramericanos o africanos. Incluso el problema allá es el exceso de productos que no se consumen.

¿Por qué esto tampoco pasa en México, Colombia o Perú, que también están en el lado pela bola del mundo? También simple: como los gobiernos de esos países no le aumentan los salarios a los pobres para que consuman como la clase media, los comerciantes no tienen razón para subir los precios todos los días y captar más billetes. Allí los pobres disciplinadamente bajo el látigo empresarial, con un sueldo de mierda, producen día y noche cualquier cantidad de productos que hinchan los anaqueles a precios bajos. ¿Qué sentido tiene subir los precios a cada rato? Ninguno.

¿Entonces por qué sí en Venezuela? Un poco más complejo por lo particular del caso: desde siempre los pobres, los ricos y la clase media han vivido del Estado. Si ese Estado está buchón gracias a su única razón de ser (captar y distribuir el repele de la renta petrolera), la tajada aumenta de tamaño por más que siempre se distribuya desigualmente como en cualquier país capitalista del mundo.

Ya sabemos en cuáles bolsillos se queda la parte más grande desde la llegada de Colón.

Y la arrechera que le tenían a Chávez también pasaba por ahí: agarró el petróleo que los gringos explotaban como suyo desde principios del siglo XX, para dárselo a la población, ya no en forma de migaja sino en posibilidades de consumo inimaginables.

Si el Estado no está buchón, la cuestión cambia dramáticamente. El repele ya no son simples sobras a repartir sino que se vuelve razón de ser de la propia economía. Lo poco que se produce internamente (desde que los gringos comenzaron a explotar el petróleo) y los pocos dólares que hay para importar (los empresarios no regalan sus dólares) es una oportunidad dorada para exprimir el salario.

La guerra de los comerciantes y empresarios contra los gobiernos no es nueva, ni en Venezuela ni en el mundo. Pero con respecto a Venezuela hay casos particulares dignos de reseñar.

A Carlos Andrés Pérez (segundo gobierno) los productores de leche le hicieron la guerra. La escondían y bachaqueaban para que el adeco diera su brazo a torcer con la política de precios. ¿Cómo resolvió el problema? Facilito: como el Estado tenía dólares guardados, dio licencia a cualquier emprendedor que quisiera comprar dólares para importar leche. En pocos meses los anaqueles estaban llenos de leche de origen colombiano, mexicano o suizo, preparadas, saborizadas con almendras, en polvo, lo que usted le diera la gana. Siendo más barata la leche importada que la nacional, CAP II a punta de importación ganó esa guerra.

A nosotros nos quieren tumbar, sin importar qué tan bien lo hagamos en economía

Chávez, sabiendo que la cruda realidad estaba siempre por encima de la ideología, jugó la misma carta cuando los comerciantes y empresarios buscaban subirle los precios para sabotear su mandato y llenarse de plata. No digo esto para comparar a CAP con Chávez, sino para ejemplificar que el papá Estado rentista venezolano, en permanente conflicto con los comerciantes pulperos, por razón existencial sólo tiene a la mano una única forma de arreglar el "problema": atragantar la economía de productos importados para bajar los precios.

Démosle las gracias a nuestra herencia neocolonial, esa que nos obligó a renegar del campo en beneficio de los centros comerciales, aunque solo pudiéramos ver a través de las vitrinas añorando las épocas de vacas gordas.

Sin embargo, eso no evitó ni que a CAP lo destituyeran por corrupto con altos índices de impopularidad. Los gobiernos anteriores que también enfrentaron crisis económicas, caso Lusinchi o Campins, eran razón de críticas y remedos en las calles.

En Venezuela es casi un deporte nacional echarle la culpa al presidente de turno porque el país minero que somos, cada cuanto, nos recuerda nuestro lugar pelabola en el mundo. Que la modernidad, el desarrollo y el progreso siempre lo veremos desde las gradas del estadio.

Maduro no se salva de esa y aún así sigue siendo presidente, tiene 18 gobernaciones y posiblemente casi todas las alcaldías de Venezuela. No hace falta ser el presidente más popular del planeta por su gestión económica (ningún político puede presumir de eso en 2017) para ganar batallas políticas. La política real no está en tuíter o instagram.

Maduro acaba de aumentar sueldos otra vez, anunció varios bonos y un suministro especial de cajas CLAP. En apariencia eso está mal, genera desesperanza porque volverán a subir los precios y obliga a Maduro a escuchar a los que sí saben de economía para arreglar el conflicto al estilo CAP II: la máxima expresión de lo que es una medida inteligente en el campo económico aplicado a Venezuela.

El país, gracias al bloqueo financiero de EEUU, no tiene los dólares suficientes para replicar esa idea brillante en 20 rubros de la economía.

Podría aplicar la cartilla del FMI que tanto "bien" le ha hecho Argentina, México, Brasil y Colombia, por ejemplo. Porque lo que es bueno para la economía no siempre es bueno para más de la mitad de la población. Eso traería un aumento de precios en algunos rubros para luego estabilizarse, según la teoría, los indicadores se verán bien y de repente a Maduro lo amará toda la población. EEUU levantará el bloqueo y Trump lo recibirá en la Casa Blanca para decirle que lo apoya para su segundo mandato.

A nosotros nos quieren tumbar, sin importar qué tan bien lo hagamos en economía, según dicta la academia. Dejémonos de ilusiones.

Sí, la gente anda molesta por la cuestión económica, y como a tantos otros, Maduro es cuestionado. Pero la gente tampoco es gafa: sabe que los comerciantes se están aprovechando y que detrás de todo el manto de "la crisis" está la sinvergüenzura y la guachafita de enriquecerse.

La testarudez de Maduro con los aumentos de sueldo ha logrado, políticamente, poner a los comerciantes y distribuidores como adversarios de la gente. Lo ubica en una posición de fuerza que consigue apoyo social en cada CLAP entregado y en cada medida aplicada para resolver cuestiones elementales. El hombre como que no es tan bruto, como dicen por ahí. Subordina la economía a la política, no al revés.

Esta guerra de comerciantes contra el Gobierno está signada por el desgaste. Por ver quién se cansa primero. Los comerciantes seguirán en su bochinche, es mentira que el Gobierno puede encarcelarlos a todos y poner la carne a 5 mil bolívares y el queso a 10 mil. Pero esa burbuja de especulación no es eterna, y entre más se prolongue, más se verá la cara ladrona del comerciante. Entre más arrechera sigan acumulando en su contra, Maduro tiene una cancha enorme en lo político para torcerles el brazo. Al final de cuentas administra la renta petrolera que permite inventar las rutas para resolver. El papá Estado venezolano siempre gana, aunque no sea por nocaut. Al fin de cuentas a regañadientes todos aceptamos la mesada.

 | Misión Verdad

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