Las elecciones regionales en Venezuela, con un saldo claramente favorable al chavismo, es otra de esas expresiones innatas de la propia política venezolana: genera resultados que desconciertan y echan al ruedo muchos análisis previos.
La gran pregunta entre muchos analistas hoy es: ¿cómo logra el chavismo alzarse nuevamente como mayoría electoral en un marco de complicada adversidad económica? Muchos análisis desembocan en consideraciones insuficientes, únicamente refiriéndose a la abstención. Pero esta en sí misma no es concluyente para determinar la otra cara de la moneda, que no es otra cosa sino el respaldo de los chavistas a la opción electoral revolucionaria.
Tratemos de desmembrar el asunto:
-La identidad. El primer elemento denominador de la respuesta electoral del chavismo, yace en su propia identidad. Sopesemos ese elemento, pues es transversal y sobre ella coinciden muchas explicaciones. El chavismo es una comunidad política que piensa políticamente mucho más allá del estómago. No se reduce a sólo condiciones materiales, elementales, del hecho económico y la cotidianidad. Es una fuerza emocional, con una subjetividad que se reconoce a sí misma y que siempre se centra en el adversario.
¿A qué queremos llegar? Si vemos con detenimiento ciertos indicadores económicos, algunos de ellos se aceleraron de manera negativa y dramática justo antes y luego de la elección a la Asamblea Nacional Constituyente (ANC). El dólar paralelo pasó de apenas unos 9 mil bolívares por dólar, a 40 mil bolívares el 15 de octubre. Esto aupó una dramática escalada de precios en productos sensibles, especialmente los proteicos, como carnes, huevos y queso.
La población percibió estas alzas como expresión de una economía fuera de control. La guerra económica, una situación de cara a cara, de día a día, entre consumidores y factores comerciales, alcanzó un nuevo cénit y la gente resemantizó el discurso de la “crisis” a una situación claramente inducida.
Dicho de otra manera: la gente no es pendeja. Percibió que había una variable electoral en las injustificadas y absurdas alzas de los especuladores.
La identidad del chavismo, claramente anclada en las clases populares, asumió una postura que adversó las alzas de los especuladores. Los chavistas asumieron que había actos de extorsión económica y política. Asociaron a los especuladores como elementos ganados a la oposición antichavista. En consecuencia, acudieron a las urnas claramente imbuidos en esa subjetividad, para castigar a los infractores económicos y sus beneficiarios políticos.
-¿Quien está del lado de la gente en la coyuntura? El marco de adversidad económica permite que en efecto se produzca una realidad y sensación de indefensión de la población frente a los desbarajustes en los sistemas de abastecimiento y precios. Aquí es necesario recordar un principio de la política que es clave: “En la política es muy importante lo que sucede, pero es más importante la percepción generalizada de lo que sucede”.
El chavismo entiende ese concepto en este marco de agresividad de los agentes económicos. Viene lidiando con años de severa guerra económica y entiende que, aún en una economía asediada, tiene la opción política quienes se ocupan de proteger a la población, en lugar de quienes se mofan de la situación económica y tratan de explotarla. En cualquier lugar del mundo gana quien explota las crisis económicas.
En Venezuela no necesariamente es así, gracias a un factor que nos heredó Chávez: la conciencia. Por eso el electorado chavista se pone del lado de quien lo apoya y no de quien lo chantajea con promesas.
El chavismo entiende que, pese a enormes dificultades y fallas, el ejecutivo ha tenido que instrumentar los CLAP como una alternativa al mal estado de los sistemas convencionales de distribución y precios. El chavismo apoyó a quienes, con muchas dificultades, han asumido proteger a los sectores sensibles socioeconómicamente.
-La expectativa. El chavismo apoyó estas elecciones sin asumir que su voto es un cheque en blanco. Es decir, espera que el directorio económico del Gobierno sea más efectivo en proteger a la población. Espera mejorías en el corto y mediano plazo. Las capas populares entienden esto, partiendo del hecho de que ha sido el gobierno chavista quien ha asumido consistentemente durante años un conjunto de acciones y tareas para atender las demandas poblacionales. No ven eso posible en un gobierno de la MUD. Así que el voto, como expresión de una expectativa, fue apuntado por el chavismo en esa dirección.
-El efecto Trump y sus sanciones. Importantes capas sociales, más allá de sectores populares, han entendido que las sanciones económicas impuestas por Donald Trump no son contra Maduro. Afectan la economía toda en circunstancias que ya eran adversas. Este elemento sirvió para cohesionar al chavismo, partiendo del principio de que los tiempos de turbulencia económica van a continuar, esta vez, con la conducción de la Casa Blanca.
Ese elemento viene a conectarse con años de narrativa antiimperialista en el chavismo. Los sectores sociales afectos a la Revolución Bolivariana entienden que estas son circunstancias particulares, de seria amenaza. Así que el voto chavista fue una sanción contra Trump y su gendarmería en Venezuela.
-La cuestión regional. Las campañas regionales de los abanderados chavistas, su semiótica, su discurso, se distanciaron mucho de las campañas de abanderados opositores. Estos se centraron en matrices como “la dictadura” y “la crisis humanitaria”.
El chavismo por el contrario, sin barrer bajo la alfombra los temas económicos, logró conectarse con las expectativas y demandas poblacionales, con las necesidades sentidas a niveles local y regional. Los discursos fueron efectivos y envolventes, además estuvieron acompañados de años de referencia en coordinación de políticas públicas, misiones sociales, obras, logros alcanzados. Por eso el chavismo logra preservar la mayoría de las gobernaciones que estaban bajo su control.
-La violencia económica y las guarimbas. La contundencia de la violencia de la MUD, sus amenazas golpistas y su coqueteo con llevar al país a una confrontación civil y propiciar una intervención extranjera, fueron medulares para cohesionar al chavismo. Pero la contundencia del asedio económico interno, caldo de la irritación de la población y supuesto móvil social para una estampida violenta y generalizada, paradójicamente quedó relegado en segundo lugar frente a las acciones violentas en el terreno.
La subjetividad popular posee el principio de que “quemando, destruyendo todo y matando, no se va a arreglar la economía”. Para el chavismo era obvio que la misma gendarmería de la crisis inducida era la misma que propiciaba la violencia. Así que a la hora de los votos, la respuesta sería el castigo.
Consideraciones de bolsillo
Debemos contar con que las medidas de ataque y asfixia a la economía venezolana van a continuar de la mano de factores internos y externos que han entendido que un estadio prolongado de adversidad económica sólo puede acrecentar los descontentos y ampliar las posibilidades políticas del antichavismo. Sería ingenuo asumir que van a desistir de una estrategia que les ha funcionado a parcialidad. Eso deja la pelota económica del lado del chavismo.
Ahora el Gobierno tiene total luz verde para actuar con gran contundencia, atrevimiento y creatividad, para proteger más a la población de los desmanes económicos. Debe asumir hacer lo que sea y como sea, debe hacer lo que no se ha hecho. El chavismo apoyó, y hay que corresponderle. El país todo lo demanda. Eso infiere que el directorio económico, de la mano de la ANC, tienen una oportunidad inédita de arriesgar más. Debe proyectarse desde ahora y hasta el 2018 en una carrera contra el tiempo y las adversidades económicas, actuando con suma inteligencia y contundencia.
Un gobierno económico en la coyuntura debe estar a tono con esta situación de guerra. Hay que proteger nuestro frente interno, repleto de chavistas y opositores inconformes. No ceder más espacios a los adversarios. No desperdiciar la victoria electoral dilatándola en la parálisis. Entender la cinética política y tomar este impulso como una oportunidad para ganar terreno en lugar de sólo preservar los espacios ganados.
Sabemos que las acciones económicas del Gobierno se han activado acorde a los giros de las circunstancias, pero recordemos el principio de la política que señalamos unas líneas antes: es muy importante la percepción generalizada de lo que sucede. La gente pide “mano dura” y hay que convertir esa solicitud en una oportunidad política para reestablecer espacios de gobernanza económica. Recalcamos: ser creativos es medular.
Esta lucha no es sólo de Maduro. Nos corresponde al chavismo desde su identidad superar la cultura del país que espera las soluciones mágicas. El chavismo debe distanciarse de los seguidores de la MUD en ese sentido, pues ellos esperan soluciones mesiánicas e instantáneas y por eso se anotan en agendas suicidas de violencia y caos. Si hemos tenido paciencia, mantengámosla, exigiendo y en proactividad. Con más conciencia, inteligencia y trabajo. Esta lucha es de largo aliento. Recordemos que la guerra económica es ahora dirigida frontalmente desde la Casa Blanca y la denominan “sanciones”.
Auguremos difíciles pero mejores y optimistas nuevos tiempos económicos y políticos. Que el buen ánimo electoral sea capital político para los escenarios por venir. En la raíz identitaria del chavismo yacen las claves, no sólo para ganar elecciones, sino para sortear favorablemente circunstancias inéditas y severas. Método Chávez.
Fuente: Misión Verdad
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