El ex presidente del gobierno socialdemócrata español, Felipe González Márquez, expresó, en unas declaraciones realizadas al canal español de televisión Antena 3, que el ejército venezolano está legitimado para dar un golpe de Estado y derrocar al presidente Nicolás Maduro. Según González, el Ejército tiene la obligación de defender la Constitución venezolana y Maduro la ha violado, a pesar de que todos los pasos que se han dado para su reforma se han realizan ajustándose a lo que prevé la propia constitución del país latinoamericano.
De acuerdo con las declaraciones de González, en Venezuela actualmente sólo existen tres opciones:
A) Que Maduro cancele la Constituyente, libere a los "presos políticos" y acceda a negociar un calendario electoral.
B) Que siga adelante y ejecute su "golpe de Estado continuado", con una Asamblea Constituyente, donde "todos los candidatos son suyos", y que desplace al legislativo desalojando a la Asamblea Nacional.
C) Que las Fuerzas Armadas optaran por la "desobediencia". González manifestó que, en su opinión, esta opción podría estar legitimada dada la situación actual. González dice que el poder de Maduro consiste en que " las Fuerzas Armadas lo toleran” pero, en opinión del hombre que organizó el terrorismo de Estado en España, "muchos" piensan que los militares podrían dejar de apoyar unas iniciativas que no son constitucionales.
González aseguró que la Constituyente prevista para el próximo domingo se le “parece a la democracia orgánica de Franco”.
La larga historia de amistades y negocios de Felipe González en Venezuela
Sin embargo, las "preocupaciones" de Felipe González por Venezuela no son recientes. Tampoco son nuevos sus negocios, sus injerencias y sus actividades conspirativas en ese país caribeño.
Ya en el curso de las décadas de los 70, 80 y 90 del siglo pasado, Felipe González había establecido una relación personal y política con uno de los personajes más corruptos de la política de ese país, Carlos Andrés Pérez. Pérez había sido presidente de Venezuela, en un primer mandato, durante los años 1974 y 1979. Pero, además, simultaneaba la presidencia de su país con la vicepresidencia de la Internacional socialista, institución socialdemócrata a la que también pertenecía el PSOE.
A la hora de desentrañar la relación entre estos dos funestos personajes, conviene no perder de vista que durante aquellos años se estaba gestando en España una operación de alto calado político, la llamada "Transición", cuyo objetivo consistía en preparar el recambio sustitutorio de la dictadura franquista.
Hoy se puede constatar, a través de toda la documentación existente - incluida la hecha pública por el Departamento de Estado de los EE.UU.- en qué consistió el papel desempeñado por González en aquella delicada operación política en favor de los intereses occidentales. Conviene, igualmente, recordar que el inmediato superior de Carlos Andrés Pérez en la Internacional Socialista era el alemán Willy Brandt, el gran patrocinador del PSOE en España y el hombre que hizo posible que un grupete sevillano de amigos de excursiones dominicales, se convirtieran, de repente, junto con los herederos del aparato franquista, en albaceas del legado institucional de la dictadura franquista.
De la operación "Transición" al vértigo del mundo de los negocios
Brandt prestó al PSOE todo tipo de ayudas y potentes refuerzos económicos. Detrás de esos soportes se encontraba también el vicepresidente de la Internacional Socialista, el venezolano Carlos Andrés Pérez. Aquel vínculo fue, en efecto, el inicio de una gran amistad entre Felipe González y Pérez.
Posteriormente, y coincidiendo con la presidencia de Felipe González en España, y la de Carlos Andrés Pérez en Venezuela, PRISA, la empresa propietaria de un poderoso consorcio mediático del que forma parte el periódico "El País", irrumpió como si de un vendaval se tratara, en las redes comunicacionales venezolanas, así como en su agitado mundo de los negocios.
Cuando los muertos no conmueven
Mientras, la corrupción económica devoraba vertiginosamente toda la economía venezolana. Fue aquella la época trágica en la que el Fondo Monetario Internacional presionaba a los gobiernos latinoamericanos para que convirtieran sus empresas públicas en retales destinados a alimentar la codicia insaciable de las grandes multinacionales, entre las que, naturalmente, se encontraban las españolas.
Ese tipo de políticas implacables terminaron por provocar en Venezuela una asonada popular conocida con el nombre de "El caracazo", que sería reprimida por Carlos Andrés Pérez, el amigo de González, con una violencia extrema. Según fuentes tan conservadoras como la BBC de Londres (ver aquí) más de 3.000 personas murieron en las masacres ordenadas por el presidente Carlos Andrés Pérez. No deja de resultar curioso que hoy, 30 años después de aquellos acontecimientos, González adjudique al gobierno bolivariano la muerte de 90 venezolanos, la mayoría de ellos ideológicamente afines al gobierno elegido democráticamente-, muertos en confrontaciones de violencia armada a manos de la oposición derechista. ¿Se imaginan por un instante que aquellos dramáticos acontecimientos que tuvieron lugar durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez se hubieran producido hoy bajo el gobierno de Maduro? ¿Qué no habría dicho el ex presidente español?. Sin embargo, en aquella ocasión mantuvo un silencio cómplice.
Felipe González, un hacendado hombre de negocios que imparte sermones políticos
Durante aquellos siniestros años del mandato de Carlos Andrés Pérez, a Felipe González le importaban poco la miseria de los venezolanos y los miles de muertos que se habían producido como consecuencia de la represión ordenada por su amigo. El sinvergüenza que habia organizado en España una red macabra de terrorismo de Estado, estaba acostumbrado a que esos hechos luctuosos no le contrajeran sus esfínteres. Y tenía fuertes razones para ello. Carlos Andrés Pérez no sólo era un entrañable amigo que le había ayudado a que la operación "Transición" le saliera bien al PSOE y a él personalmente, sino que además era un mandatario que facilitaba los negocios rápidos a través de sus extensas tramas corruptas.
A principio de la década de los 80 se inició una suerte de "toma y daca" mercantil entre Pérez y González. En el año 83, el gobierno socialdemócrata expropió Galerías Preciados, así como el conglomerado empresarial Rumasa al que pertenecía.
En 1984, Galerías fue vendida al multimillonario venezolano y también amigo del tándem Pérez-González, Gustavo Cisneros, por la insignificancia de mil quinientos millones de ptas. Sin embargo, en una operación magistral, el millonario venezolano no tuvo que pagar nada más que el valor de un plazo, es decir, 750 millones. El pago restante de los otros 750 millones fue aplazado mediante un depósito en Citibank España.
Pero en 1983, la empresa Rumasa, después de ser expropiada por el Estado por orden del Gobierno de González, renunció a cobrarle a Cisneros los 750 millones restantes. Y cinco años después, en 1988, el venezolano Gustavo Cisneros vendió Galerías Preciados al grupo británico Mountleigh por la friolera de 30.600 millones. Todo un fabuloso negocio.
Pero aún hay más. En el ínterin, la Administración española, con el pretexto de proceder al saneamiento de Galerías Preciados, inyectó en ella la friolera de 11.500.000.000 de ptas, en concepto de subvenciones.
Caída en desgracia del “amigo del alma”
Sin embargo, la corrupción ligada al gobierno de Carlos Andrés Pérez llegó a tales extremos que el propio Congreso venezolano se vio obligado a incoar en su contra una causa judicial para poderlo someter a juicio. Pérez no sólo tuvo que abandonar la presidencia del país, sino que, además, se vio obligado a “exilarse” en la República Dominicana.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó, igualmente, a Carlos Andrés Pérez. Felipe González, amigo de sus amigos, no dejó de ejercer por ello internacionalmente sus "buenas artes" en defensa del viejo correligionario.
Pero en 1998, cuando Hugo Chávez obtuvo un triunfo arrollador en las elecciones, González emprendió una batalla militante contra su nuevo gobierno, cuyo ejemplo amenazaba con convertirse en una referencia en América Latina. Con la llegada de Chávez, parecían haberse acabado los años dorados de las "vacas gordas". Chávez no era, evidentemente, un bolchevique, pero su fuerte ideario antiimperialista ponía en solfa los intereses que a González le tocaba defender.
Aunque Felipe González no era ya presidente del gobierno en 1999 cuando Chávez accedió al Gobierno de su país, había empezado ya a recoger una “cosecha" sembrada laboriosamente a lo largo de dos decenios. Fue esa, y no otra, la razón por la que “Felipillo”, como despectivamente se le conoce en Latinoamérica, se puso, ya sin ningún tipo de disimulos, al servicio de los grandes oligarcas latinoamericanos: Carlos Slim, el propio Gustavo Cisneros y una larga ristra de grandes empresas latinoamericanas, de las que se convirtió en eficaz recadero político y amañado asesor. Había llegado la hora de los dividendos, y no se podía permitir que los "zarrapastrosos" vinieran ahora a estallar la burbuja de aquel merecido El Dorado.
Es en esos parámetros donde hay que encontrar las razones del llamamiento al golpe militar que el ex presidente González reclama ahora del ejército venezolano.
Fuente:
http://canarias-semanal.org/not/20722/felipe-gonzalez-llama-al-golpe-en-venezuela-las-razones-historicas-de-una-pasion-incendiaria/
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