Mercurio no es como los demás planetas del Sistema Solar. De hecho, este pequeño y ardiente mundo rocoso es el más cercano al Sol, y eso lo hace especialmente difícil de estudiar. En él se dan temperaturas extremas, que de día pueden superar los 450 grados, para caer después, durante la noche, hasta los 180 grados bajo cero. Observarlo con telescopios convencionales resulta muy difícil , porque el brillo del Sol ciega los instrumentos que, para mirar al planeta, tienen obligatoriamente que apuntar hacia él. Y enviar sondas allí constituye un desafío tecnológico de primera magnitud. Hasta ahora, solo dos misiones de la NASA han visitado Mercurio: Mariner 10, que logró hacer tres sobrevuelos en los años 70 del pasado siglo, y Messenger, que orbitó el planeta desde 2011 hasta que agotó su combustible en abril de 2015.
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